Capitulo 11. Tiempo de descanso, parte 3.

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De nuevo con el rostro hundido en el retrete. vacíe mi estomago hasta que lo único que salía de mi era el ácido. Esther había estado dando suaves caricias en mi espalda, dio palabras de animo hasta que la aparte.

—No te metas— murmure mientras me intente levantar. —Estoy bien.

—Ophir, por favor, no te hagas esto— me suplico ella al verme caer de rodillas.

Una vez recibí una apuñalada en el pecho cuando estuve en el campo de batalla y había salido con vida; me molestaba de sobremanera que en este patético cuerpo no fuera capaz de nada. Era lúgubre de mi parte caer ante un empujón, que mi hombro se desprendiera por dar un golpe, que mis costillas se rompieran por unas patadas; era tan frágil y yo no podía hacer nada inmediato para cambiar esto. Y lo que más me causaba coraje era Esther, ella había traído a mis padres el día de ayer. A mi hogar, mi refugio, el único lugar donde estaba seguro y ayer había estado abarrotado de gente. Mi padre haciendo preguntas a Edwin sobre mi salud, sobre si era mi novio, sobre la situación con Samuel; mi madre había estado histérica miro por todos lados de mi casa, incluso discutió con Carol pues ella había se había autoproclamado mi asesora de imagen y me iba a ayudar a cambiar de guardarropa. Nidia me acompaño en silencio afuera de la casa, esperando a que todos se fueran. Fue una tortura. Pero mi madre tenía razón en algo, no hay nada de comida en mi refrigerador.

Me levante del suelo, recargándome donde podía.

—No estás solo, déjame ayudarte— me dijo Esther mientras se acercaba, pero con una mirada de advertencia vasto para que se alejara.

Cerré la puerta del baño.

—Tampoco tienes que encerrarte, estaré lejos— me aviso Esther tras tocar suavemente la puerta del baño.

Ella sabía que me había dado por bañarme con la abierta, era estúpido, había pasado de no dormir a dormir en exceso y aun así las pesadillas seguían atormentarme aun cuando no estaba dormido; cuando cerraba los ojos podía escuchar los ladridos de los perros de Ezra, ¿Cómo abre sobrevivido a ello? Mientras retiraba la camiseta de mi cuerpo, recordé a Kosj, entre los árboles del Páramo, su silueta desplazándose con el viento y el sonido de ladridos cada vez mas distantes. Sobre, que alivio me causaba saber que Kosj también estaba en este mundo, ante esto, casi no dolían las palabras de Samanta, Kosj y yo peleamos tantas veces juntos, compartimos tantas noches de copas. Esperaba que él no me defraudara. Así como rápido llego mi felicidad, rápido se esfumo, fue tortuoso alzar la mirada para verme al espejo del baño y casi soltar un grito. Resultaba asqueroso verme, mi cuerpo, aun lleno de moretones y vendas que no cumplían ninguna función; todo eso quedaba opacado ante la visión de mi piel siendo marcada por mis huesos. Jamás tuve un cuerpo hermoso, de adolescente me acomplejo el hecho de que no tuviera una cintura notoria o unos pechos abundantes, pero lo que miraba al espejo resultaba asqueroso, no lo digo por el hecho de que odiara mi cuerpo femenino, anhelando regresar a aquel enorme caparazón de músculos, hablo enserio cuando digo que mi imagen era enfermiza. Podía ver mi clavícula, mis costillas, mi Columba vertebral, casi podía sentir mis intestinos en mi abromen. No me podía creer, veía mis mejillas ligeramente hundidas y las ojeras marcadas. Mis dedos, parecía que solo había piel y huesos. Negue, con lágrimas en los ojos, este no podía ser mi cuerpo. Me despoje del resto de mi ropa, solo para ver que mis largas piernas no eran mejores, bajo todos esos tatuajes, la imagen que veía era un saco de huesos. Débil, frágil, inútil. No era que un cuerpo femenino fuera menos cómodo, no era que mi cuerpo masculino fuera excesivamente fuerte, todo mi problema con mi actual cuerpo radicaba en que no cuide este cuerpo. No había dado suficiente atención a mi salud, pero ¿Qué es lo que había hecho? Toda esta vulnerabilidad la había causado yo mismo. Me heche a llorar, ahogando mis sollozos con la mano para que Esther no me escuchara.

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora