Capítulo 30. Escape.

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La luz se había ido, pero bajo el lago de lagrimas no importaba mucho, a penas podíamos ver al alrededor, podía ver a veces sombras en la superficie, de seguro algunos de los espectros del Páramo, no importaba mucho. También podría el pasto, bailando con las corrientes del agua, podía sentir el pecho de Ophir en mi espalda, su respiración era lenta, indicándome que se había quedado dormido, su brazo aun se aferraba a mi cintura y su rostro estaba enterrado en mi cabello. Desde que sus sollozos se calmaron, no se había movido ni un poco. No estaba preocupada, solo tensa, pude escuchar el movimiento del agua y noté las ondas en la superficie moviéndose y un remolino de burbujas descender hasta donde estaba yo.

Pude haberme asustado, alzarme o ponerme en alerta, pero aquel destello lo conocía bien. Mi espada fue llamada "Destello de ira" por dos razones, mi rostro siempre mostraba una mueca de enojo y el brillo que desprendía era conocido por todos en el reino. De reojo pude ver como la espada se desplazaba poco a poco hasta caer frente a mí, el filo reflejando mis propios ojos. Rei.

—¿Tampoco quieres estar sola? —pregunté a la espada y sentí como Ophir me abrazaba con mas fuerzas. —Tranquilo, solo estamos descansando, puedes tomarte el tiempo que necesites— hable imitando la calidez con la que habla Esther, imitarla me funcionaba bien. Me hacia sentir que estaba aprendiendo, como cuando eres un niño, miras a tus padres hacer una actividad e inmediatamente quieres intentarlo. Aquello me provoco otra carcajada.

—¿Qué te causa tanta risa? ¿no vez lo hundidos que estamos? —la voz de Ophir llego a mi oído con el soplo de su susurro. Me gire para mirarlo a la cara, él era mas grande que yo, su cabello era pelirrojo y sus pestañas largas.

Sonreí cuando por fin abrió los ojos, creo que el color de nuestros iris es lo único que tenemos en común físicamente.

—Me imaginé a Esther como una mamá pato y a nosotros dos siguiéndola como patitos bebes— dije extendiendo mi sonrisa.

La reacción de Ophir fue lenta primero su rostro mostro confusión y luego se arrugó en una carcajada. —¡Por Druna! Debería darnos vergüenza, somos unos patitos bebes.

Rei. —Te aseguro que a ella no le molestara cuando le digamos.

Como si hubiera dictado la peor de las condenas, el pánico entro en los ojos de Ophir, sus ojos se abrieron tanto que temí que se fueran a salir de su lugar. Estire la mano, acariciando su cabello, como Esther lo hace y él se estremeció ante la caricia. Asustado, escondió su rostro bajo mi cuello.

—No creo que deberíamos.

—¿Pensaste que nos quedaríamos aquí para siempre? —pregunte, quería que mi voz fuera irónica, un poco de sarcasmo para animar el ambiente, pero solo pareció que hablaba con un cachorro.

—Ophir...— pronuncian él y yo no deje de hacer caricias.

—¿Sí? —pregunte, curiosa por la manera en la que me llamo.

—Vamos a quedarnos aquí, por favor—me pidió y su voz se escuchó... pequeña, casi infantil, baje un poco la mirada, sintiendo como el cuerpo de Ophir se contraía, cada vez más pequeño, parecía que acababa de comer uno de los pastelitos que salen en "Alicia en el país de las maravillas".

Me di cuenta de que no estaba encogiéndose, estaba rejuveneciendo. Pronto tuve a un niño aferrándose a mi cuerpo como si yo pudiera protegerlo de todos los males. Sonreí, era reconfortante saber que puedo confiar en mí. Seguí acariciando el cabello rojizo.

—Pero estar aquí es muy aburrido.

—¡No lo es!

Rei, la voz de Ophir era muy adorable.

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora