Capítulo XI✅✅

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Slenderman dejó escapar un susurro satisfecho al sentir la sumisión de Damara, pero su obsesión por poseerlo no se aplacó fácilmente. Acarició la cabeza de Damara con una mano mientras con la otra sujetaba firmemente su cuello.

—Por supuesto, mi querido Damara. Pero primero, quiero que entiendas que no hay escapatoria para ti. Eres mío, ahora y para siempre —susurró Slenderman, su voz resonando en la mente de Damara como un eco de pesadilla.

Damara asintió débilmente, sintiendo cómo la presión de Slenderman lo aprisionaba tanto física como mentalmente. Aunque su deseo de proteger a Sol y Luna seguía siendo fuerte, sabía que no podía desafiar al ser oscuro que lo reclamaba como su propiedad.

—Entendido, Slenderman. Haré lo que me pidas —respondió Damara con voz temblorosa, manteniendo su mirada fija en los pequeños gatitos a su lado.

La mirada de Slenderman se endureció al ver la determinación en los ojos de Damara. Con un gruñido, retiró sus colmillos del cuello del joven y dio un paso atrás, liberándolo de su agarre. Sin embargo, la oscuridad en su figura apenas disminuyó, su obsesión por Damara palpable en el aire cargado de tensión.

—No te librarás de mí tan fácilmente, Damara —murmuró Slenderman, su voz resonando con un tono amenazante.

Damara mantuvo su mirada baja, evitando el contacto visual con el ser oscuro frente a él. Sus manos temblaban ligeramente mientras continuaba alimentando a los gatitos, tratando de ignorar la presencia opresiva que llenaba la habitación.

Slenderman gruñó con desaprobación ante la falta de atención de Damara hacia él. Su agarre se volvió más firme, como si intentara reclamar su presa con más fuerza.

—¡Damara, deja a esas criaturas y atiéndeme! —ordenó Slenderman, su voz resonando con autoridad.

Pero Damara, aunque temblaba de miedo ante la ira de Slenderman, mantuvo su calma y continuó cuidando a los pequeños gatitos con una determinación silenciosa.

—No puedo, Slenderman. Sol y Luna dependen de mí —respondió Damara con voz suave pero firme.

Slenderman gruñó, su aura oscura intensificándose al ver la determinación de Damara por proteger a los pequeños gatitos.

—No me ignores, Damara. Tú me perteneces —dijo Slenderman, su voz llena de posesión y furia.

Damara levantó la mirada hacia Slenderman, sus ojos brillando con una mezcla de temor y resignación.

—Lo siento, Slenderman, pero mi deber es cuidar de Sol y Luna. Ellos dependen de mí —respondió Damara en voz baja, sin apartar la vista de los pequeños gatitos que sostenía en brazos.

Slenderman gruñó nuevamente, frustrado por la lealtad de Damara hacia los gatitos.

Mientras Slenderman continuaba con su agarre implacable sobre Damara, el joven apenas pudo desviar su atención de los gatitos que tenía entre sus brazos. La presión de los colmillos de Slenderman en su cuello enviaba escalofríos por su columna vertebral, pero su lealtad hacia los pequeños animales era más fuerte que cualquier miedo que pudiera sentir.

—No puedes seguir ignorándome, Damara —gruñó Slenderman, su voz resonando con furia contenida. Sus garras se clavaron más profundamente en la carne de Damara, pero este apenas parpadeó, enfocado en la tarea de alimentar a Sol y Luna.

Sally, Ben Drowned, Jason the Toy Maker y Nurse Ann observaban con horror, deseando intervenir pero temiendo el poder de Slenderman.

—Damara, debemos salir de aquí —instó Nurse Ann con voz temblorosa, pero Damara solo asintió ligeramente, sin apartar la mirada de los pequeños gatitos.

El Vínculo de Morgan y María [saga: la flor divina #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora