Los tentáculos de Splendorman se retorcían con furia, envolviendo a Yago en un abrazo mortal. Con un giro brusco, lo lanzó hacia los árboles cercanos, haciendo que su cuerpo chocara con violencia contra sus robustos troncos. El sonido sordo del impacto resonó en el bosque, mientras Yago caía al suelo, inconsciente.
—¡Hijo! —gritó Gabriel, corriendo hacia Yago con el corazón en un puño. Con cuidado, levantó el cuerpo de su hijo en sus brazos, preocupado por el estado de su cabeza magullada.
El perro de tres cabezas se acercó, sus múltiples ojos brillaban con inquietud mientras olfateaba alrededor, alerta ante cualquier amenaza. Gabriel acarició la cabeza del fiel compañero, agradecido por su lealtad en ese momento de peligro.
—¡Splendorman! —gritó Gabriel con furia contenida, su voz resonando con una intensidad que dejaba claro que había despertado a una bestia peligrosa—. Has cruzado la línea esta vez. Nadie lastima a mi familia y vive para contarlo.
Con pasos decididos, Gabriel se acercó a Splendorman, su mirada llena de determinación. Los tentáculos de Splendorman se agitaron con ira, listos para contraatacar, pero antes de que pudiera hacerlo, Gabriel sacó un dispositivo brillante de su bolsillo y lo activó.
Un destello cegador de luz envolvió a Splendorman, haciendo que retrocediera con un grito de dolor. Mientras estaba momentáneamente desorientado, Gabriel aprovechó la oportunidad para agarrar a Yago y a Tricéfalo y huir hacia la seguridad de las profundidades del bosque.
Que emanaba un poderoso aura de oscuridad, su figura se volvió imponente y temible. Los ojos de Splendorman se ensombrecieron momentáneamente ante la manifestación del poder de Gabriel, pero pronto recuperó su compostura, con una sonrisa retorcida en los labios.
—Gabriel, siempre tan impresionante —murmuró Splendorman, sus tentáculos vibrando con anticipación—. Pero nada impedirá que Yago sea mío. Él me pertenece, ¡y no lo permitiré!
Con un gesto de su mano, Splendorman desató una ráfaga de energía brillante, enviando a Gabriel y a Tricéfalo retrocediendo varios pasos. Pero Gabriel no se dejó intimidar. Con determinación, se levantó y miró fijamente a Splendorman.
—Te advierto, Splendorman —gruñó Gabriel con voz profunda y amenazante—. Si intentas lastimar a mi hijo de nuevo, no habrá lugar en este mundo donde puedas esconderte de mi ira.
Que parecía emanar de lo más profundo de su ser. Sus ojos, normalmente serenos, brillaban con una intensidad peligrosa mientras se enfrentaba al obsesionado ser de colores.
Splendorman retrocedió momentáneamente, sorprendido por la demostración de poder de Gabriel. Sin embargo, su obsesión por Yago era más fuerte que cualquier miedo que pudiera sentir.
—¡No te atrevas a interponerte en nuestro camino, Gabriel! —gritó Splendorman, sus tentáculos retorciéndose en un frenesí de colores aún más salvaje—. Yago es mío, y no permitiré que nadie más lo reclame.
La mirada de Gabriel se volvió aún más intensa, su mente trabajando a toda velocidad para idear un plan. Con un gesto rápido, ordenó a Tricéfalo que protegiera a Yago mientras él se preparaba para enfrentarse a Splendorman.
Que había mantenido oculta hasta ese momento. Su figura se tornó imponente, emanando una energía oscura y amenazadora que envolvía todo a su alrededor. Los árboles parecían temblar ante su poder mientras se preparaba para enfrentar al obsesionado ser que había herido a su hijo.
Splendorman retrocedió momentáneamente, sorprendido por la manifestación del poder de Gabriel. Sin embargo, su obsesión por Yago seguía ardiendo con una intensidad desmedida. Con un gesto de su mano, desató una ráfaga de energía brillante hacia Gabriel, quien la esquivó con agilidad.
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El Vínculo de Morgan y María [saga: la flor divina #1]
أدب الهواةLa lluvia caía con intensidad y los rayos iluminaban la oscura bodega. En el suelo se encontró una persona sonriendo, indiferente a lo que le pudiera suceder. Para él, los demás eran unos monstruos asesinos que merecían morir. Su único deseo era que...