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No eres un inútil, ni débil. No pudiste haber hecho más para proteger a tus amigos, no sabías lo que iba a pasar. No te culpes a ti mismo, el culpable es el asesino, no tú. Todos tenemos momentos difíciles y está bien expresar nuestras emociones. Permítete sentir y llorar, es parte del proceso de sanación —dijo Ann, consolandolo.

Ann lo abrazó fuertemente, dejando que Morgan desahogara su dolor y frustración.

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Se encontraba sentado en el sofá y ella estaba a su lado, abrazándolo.

—¿Por qué? —preguntó Morgan con voz temblorosa.

—¿Qué pasa? —dijo Ann, un poco confundida.

—Porque los mató, porque mató a su familia y mató a Jane junto con su familia, porque los mató, porque se volvió un maldito asesino.

—No sé qué le pasó, pero seguramente tenía problemas —respondió Ann tratando de consolarlo.

—Su madre dijo que su hijo estaba mal, pero ella ni siquiera le dio importancia. Si hubiera prestado atención, nada de esto hubiera pasado —dijo Morgan, muy molesto.

—Morgan, no sabemos lo que nos prepara el futuro. Si no lo hubieras conocido, tal vez hubiera pasado lo mismo —dijo Ann, tratando de consolarlo.

—Era mi mejor amigo... no, lo quería como a un hermano. Él sabía todo de mí, me apoyaba y nunca me tenía asco. Creí que era mi hermano, mi amigo, alguien a quien ver como familia —Morgan dijo con tristeza en su voz, recordando los buenos momentos con su amigo.

—Morgan, solo olvídalo y no te conviertas en él —instó Ann, preocupada.

—No creo que pueda olvidar esto —dijo Morgan, mirando su brazo donde llevaba una marca del intento de asesinato de su ex-amigo.

—Sé que te costará olvidarlo, pero estaré contigo —dijo Ann, asegurándole su apoyo.

—Cuando ese loco quemó su casa, él debió haberla visto sufrir. Ni siquiera tuvo piedad de su familia, los mató. Él solo es un maldito loco que debería estar muerto. Pero no pude salvarla, si hubiera estado allí, la habría protegido de ese loco. Ellos eran mis amigos, pero no hice nada, solo fui un inútil. No pude vencerlo, era más fuerte que yo. Solo pude ver esa maldita sonrisa y esa mirada que estará clavada en mi cabeza. Lo quería como a un hermano, no soportaba que me llamara abuelo —Morgan dijo con amargura, recordando la traición de su ex-amigo.

—Abuelo —dijo Ann, muy confundida.

—Sí, mi sobrenombre, pero no entiendo por qué él perdió la cordura, se convirtió en un asesino. Lo quería como a un hermano, pero ahora lo odio. Lo odio. Quiero que pague por todo lo que hizo. Quiero que esté muerto. Quiero matarlo con mis propias manos —dijo Morgan con una sonrisa retorcida—. Quiero matarlo lentamente, quiero verlo sufrir, que me pida clemencia, que grite mi nombre mientras lo destrozo en cada parte de su cuerpo. Estaré en paz cuando esté muerto. Ahora estoy de acuerdo con Damara en matarlos a todos. Todos tienen que morir.

—Morgan —dijo Ann, muy molesta.

—Todos tienen que morir —afirmó Morgan.

Puso su mano en su mejilla con fuerza para que lo vea.

—Morgan, tú no eres así.

—¿Qué? —preguntó Morgan confundido.

—No pierdas la cordura —dijo Ann, mirando con preocupación las manos temblorosas de Morgan. Abrió los ojos de repente y comenzó a gritar.

Ella lo abrazó con fuerza, apoyando su cabeza en la suya.

—Sé que estás mal, pero tú no eres así —dijo, tratando de consolarlo.

El Vínculo de Morgan y María [saga: la flor divina #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora