Capitulo 2.

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Llego a mi departamento y me desvisto inmediatamente entrando a la ducha. Cuando estoy a punto de meterme dentro escucho que suena el teléfono que solo uso para... Mierda, esto debe ser importante. Maldigo tantas veces en el camino a contestar que creo que me he ganado el infierno.


-¿Qué pasa, Daniel?.- Respondo en tono brusco.


-Tengo algo para ti, Ava.- Dice la voz grave de mi jefe.


-Escucho.


-Cam Garrix. Ya sabes lo que tienes que hacer. Estaremos en contacto.- Y sin más corta la llamada.


Y aquí vamos otra vez. Una muerte más a mi gran lista. Pero tengo que hacerlo, es mi deber. Él es algo así como mi jefe, aunque yo sé que detrás de él hay gente muy poderosa. Los he visto un par de veces cuando se trataba de asuntos muy importantes y que requerían mi presencia para detallarlos. En fin, manos a la obra.


Me doy una ducha y me pongo a trabajar de inmediato. Tengo un lugar para hacer esto, así que pulso el botón que da acceso al cuarto en donde tengo todo lo que necesito. Una vez que el lector óptico se asegura que soy yo las puertas se abren y las luces se encienden.


No es un lugar amplio, pero tampoco es reducido, hay muchos portátiles que uso para diferentes asuntos. Al fondo tengo unas vitrinas en donde están todo tipo de armas. Algunas de ellas no las he usado, solo en entrenamientos. Y otras son como una extensión de mi cuerpo. Me encantan las armas. Lo que no me gusta es limpiarlas después de haberlas usado. Aunque no es como si pudiera contratar a alguien para hacer ese trabajo. Seria muy peligroso que alguien descubriera mi identidad.


A mis 25 años debo decir que en mi lista de muertes hay más nombres escritos que todos los presidentes de Estados Unidos que han habido en la historia y por lo tanto, muchas personas que buscan colgar mi cabeza como un trofeo. Me acerco al primer portátil. Este es para investigación.


-Te tenía un poco abandonado, Bill. Lo siento.- Digo al mismo tiempo que le hago una caricia a la pantalla.


Llevaba 1 mes sin encender los portátiles. Estaba de descanso, recuperandome de una misión que no había salido tan bien como hubiera querido. Bien... Cam Garrix, que tenemos por aquí... antecedentes penales. Patético, una multa por conducir a exceso de velocidad. Estoy segura que legalmente eres un hombre intachable. Miserable. Lugar de nacimiento: Inglaterra. Lugar de residencia: genial, no tengo que viajar. Está en Londres.


Y así me paso una hora, estudiando todo de él. Hasta que llego a su foto. Santa mierda. Es el tipo con el que choque esta mañana. Me hubiera ahorrado el trabajo y lo hubiera aniquilado en ese momento. Pero bueno, un poco de juego previo no me vendría mal. Debo admitir que es guapo... cabello castaño, ojos de un azul impresionante, un cuerpo que esta de muerte... que lastima, tendrán buena comida los gusanos.


Dos horas y media después me estoy vistiendo para ir a presentar mi solicitud de empleo al delincuente que según mis contactos es un hombre peligroso para la sociedad. Es un hombre rico. Con una empresa de marketing llamada Garrix Corporation. No me extrañaría que la use para tapar todos sus delitos.


Me he hecho un perfil que es casi imposible de rechazar. Después de todo, no necesito tanto tiempo y tampoco es como si quisiera quedarme trabajando ahí, solo necesitare de una semana dentro y estaré fuera de esto.


Salgo de mi departamento con toda la seguridad posible y me subo a mi Audi R8 conduciendo hasta el lugar. De lejos logro visualizar el edificio. Es muy moderno, con ventanales polarizados y de una magnitud imponente. Ya estacionado mi coche entro al edificio y me dirijo con la recepcionista. Es una chica que parece amigable. 21 años como mucho, cabello rubio y tes blanca.


-Buenos días, vengo a presentar una solicitud para el puesto de asistente personal del señor Cam Garrix.- Le tiendo los documentos pero ella los rechaza.


-El señor Garrix ha dicho que las solicitudes las va a tratar el personalmente. Si gusta subir a su oficina. En el piso 30 ahí la recibirán.- Dice con una sonrisa y ojos risueños.


-De acuerdo, gracias.- Le digo brindándole una sonrisa amigable.


Camino hacia el ascensor y entro, pulso el piso 30. Aquí vamos...

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