Capitulo 31

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Estoy cambiándome cuando entra Garrix por la puerta.

-¿Vas a salir?.- Pregunta mirando mi cuerpo a medio vestir.

-No. Me quedare acostada.- Contesto sarcásticamente.

-Que graciosa.- Dice serio mientras se desabotona su camisa y empieza a quitarse sus botines.- ¿A dónde iremos?.- Pregunta mientras se tira en la cama exhausto.


-Yo iré. Tú te quedas aquí, y esta vez así será. Necesito tu tarjeta de crédito.- Exijo mientras me termino de abotonar mi camisa.

-No pensé que fueras de ese tipo de mujeres.- Dice mientras saca su cartera y me entrega su tarjeta.

-Soy del tipo de mujeres que irán a cobrar una deuda con el dueño del banco para que puedas derrochar tu dinero como se te venga la gana.- Le respondo mientras tomo la tarjeta de él y la mía y las escondo en mi costado.

-¿Qué tipo de deuda?.- Pregunta mientras con esfuerzo se levanta de la cama y se sienta en el borde, apoyando sus codos en sus rodillas con expresión cansada.

-Descansa.- Le digo acercándome a él y poniéndome en cuclillas.- Yo lo resuelvo.- Y planto un pequeño beso en su mejilla. Cosa que me lleva a darme cuenta de algo...

-Deberías darte un baño antes de dormir y quitarte todo ese labial de la oreja.- Me levanto y salgo rápidamente de ahí, quizá cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria.

Traigo puesto un pantalón de vestir en corte recto, color gris. Junto con una blusa suelta de seda, fajada con un cinto negro que combina con mis zapatos en punta altos. Escondo mis armas, aunque no creo que sea necesario, nunca sabes en qué tipo de maniático se ha convertido una persona después de unos años.

Saco una carpeta del portapapeles del coche en donde vienen las direcciones y todo tipo de información de cada una de las personas a las que visitare, e incluso algunas a las que no, pero que las traigo como comodín.

Pongo la dirección en el GPS y afortunadamente mi destino no esta tan lejos del hotel. Llego en aproximadamente 10 minutos. Me bajo del coche e inmediatamente miradas están sobre mí, cosa que me incomoda de nuevo. Camino altaneramente arrollando a cualquier mirada indeseada que obtengo a mi paso.

Me paso de largo a la recepcionista y subo al elevador, pulso el número de piso en el que se, esta su oficina y pasándome por el arco del triunfo a la secretaria, entro a la oficina de Connor Parks.

El levanta la vista enojado.

-¿Quién es usted y con qué excusa entra así a mi oficina?.- Pregunta el hombre ahora ya mayor con el rostro enfurecido.

-Señor Parks. Un gusto volver a verlo también. Pero no olvido las deudas.- Contesto con el tono de voz que siempre solía usar para hablar con mis compañeros de apuestas.

Sus ojos se abren al máximo mientras trata de articular frases que no salen de su boca.

-Atenea...

-Ella misma.- Contesto con una sonrisa.

-Joder, no te recordaba. Te ves... diferente.- Dice mientras rodea su escritorio y se acerca a mi.- ¿Problemas con Las Vegas?- Pregunta mientras me señala con su dedo todo el cuerpo, refiriéndose a mi atuendo.

-Las Vegas me recibe como una madre que ve a su hijo regresar de la guerra.- Le contesto con diversión mientras me siento en un sillón en la esquina de su amplia oficina.

-Y como no recibirte Atenea, hacia tanto tiempo que no tenía noticias de ti, me alegra mucho que estés de vuelta.- Dice con una sonrisa mientras me ofrece una copa de vino que yo acepto gustosa, sabiendo que si quieres probar un buen vino, debes venir a la oficina de Connor.

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