VEINTIOCHO

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Sentía que iba a vomitar. La deliciosa lasaña que había hecho la señora Joy estaba haciendo estragos en su estómago por el nerviosismo del momento.

Se encontraba con el corazón acelerado, con las manos temblorosas y con la respiración agitada mientras caminaba por la cuadra de la casa de los padres de Jeongin para llegar a la casa de su padre.

Su aroma cubría toda la calle seguramente y ahora más que nunca quería la compañía de su omega. Jeongin le había dicho que podía acompañarlo, pero él no aceptó porque quería hacerlo solo, ahora se arrepentía completamente y quería tener el aroma del menor para calmar todo su ser.

Su corazón se descontroló aún más cuando se halló parado afuera de la casa de su padre, justo enfrente de la puerta. Respiró profundamente mientras se daba ánimos para poder ser capaz de tocar el timbre. Levantó su mano temblorosa y tocó el pequeño botón a un lado de la puerta y escuchó la melodía que se podía oír por tal acción, escuchando segundos después pasos acercarse a la puerta.

Respiró más fuerte al ver la cara de sorpresa de su padre al verlo enfrente de él. No le había escrito ni nada por el estilo antes, simplemente se presentó allí y ya.

—Hola.—El primero en hablar fue Hyunjin, felicitándose mentalmente al sonar confiado a pesar de que su aroma lo delataba.

—H-Hijo.—Habló el omega sorprendido.

El mayor no sabía cómo reaccionar. Su lobo le estaba pidiendo, rogando que le dijera algo más a su hijo, pero su boca no lograba formular una oración.

—¿Puedo pasar?—El omega, al escuchar lo dicho por el menor, se apartó rápidamente indicándole que podía hacerlo.

Al entrar, Hyunjin pudo oler, por primera vez desde que tenía memoria, el aroma completamente puro de su padre. El olor a galletas inundó sus fosas nasales haciendo que su alfa se removiera en su interior. La dulce esencia lo hizo querer llorar; se sentía extrañamente cálido en su interior y el pensamiento de sentirse en un hogar hizo sus labios temblar.

—Pasa, sentémonos en la sala.—Dijo por fin el omega.

Observó la casa alrededor mientras que se iba  adentrando, notando cuadros decorando las paredes y paró en seco al notar uno en específico que se encontraba en una pequeña mesa al lado del sofá en la sala de estar. Se acercó lentamente a este mientras lo tomaba en sus manos. Una foto de un pequeño Hyunjin de 10 años en su cuarto pintando un cuadro a escondidas de su madre fue lo que vio.

Sintió sus manos temblar y detalló la foto pacientemente. Sintió la presencia de su padre a su lado, pero no dejó de ver la foto entre sus manos.

—Me encanta esa foto.—Dijo el omega mientras sonreía.

—¿Desde cuándo la tienes?—Preguntó difícilmente el alfa.

—Desde el primer momento en que supe que te gustaba el arte.—Dijo.

Hyunjin dejó el cuadro en su lugar y pudo notar que no era el único allí. Diferentes cuadros de su crecimiento a través de los años se encontraban decorando el pequeño hogar.

—Siéntate, te traeré algo para comer.—Dijo el omega mientras se iba rápidamente hacia la cocina.

Hyunjin en verdad no tenía hambre, pero no quería negarle algo a su padre. Se notaba que estaba feliz y complacido por su presencia allí y lo podía notar en su dulce aroma abrazándolo como una manta protectora.

Se sentó en el mediano sofá y pudo sentir mas fuertemente el olor a galletas. No recordaba cuándo fue la última vez que lo olfateó, solo recuerda el aroma a café de su madre impregnado en él, o el fuerte olor a cigarrillos, alcohol y otras sustancias en él a pesar de jamás ver a su padre consumiendo algo de eso.

SECOND CHANCE || HYUNINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora