7. 𝙃𝙖𝙡𝙛 𝙤𝙛 𝙢𝙚.

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Seis de diciembre.

—¡Hasta otra! —me despedí de Heeseung, Riki y Jay con un ademán cuando pasamos frente al bosque y lo vi de reojo, sintiendo esa necesidad creciente en mi pecho de ir. Cuando no lo hacía, me sentía vacía, cada vez me encontraba más atada al lugar si cabía, sin conocer la razón del ello y simplemente siguiendo mis instintos. Con la excusa de que iba a pasar por el supermercado, Heeseung accedió junto a sus otros amigos a dejarme ir. Pretendían acompañarme hasta casa por si acaso, ya que estaba oscureciendo, pero me cedieron un voto de confianza al ver que no era tan tarde; las ocho y media.

Aún era creíble que iba a ir a comprar, cuando ya se estaban alejando, retrocedí emprendiendo mi camino hasta la entrada del bosque en la salida del pueblo; sin embargo, algo llamó mi atención.

Las figuras rubia y morena de Su-Jin y Violet se encontraban estáticas junto al letrero en el que se mencionaba el nombre de nuestro pueblo, Blue Valley. Ambas se estaban gritando, estaba lejos y no era capaz de escuchar mucho, no distinguía sus voces que se mezclaban y opacaban la de la otra. Apenas y podía ver con claridad sus rostros de enfado y sus movimientos agitados e indignados.
Finalmente, fue Violet la que hizo un gesto de indiferencia, se dio la vuelta y se fue ignorando los llamamientos de Su-Jin, que le seguía gritando y tratando de perseguirla, solo que dándose por vencida.

Rodé los ojos, volviéndome para continuar con mi camino.

Siempre que entraba al bosque me preguntaba si habría alguna esquina o algún tramo que aún no hubiera descubierto, algún lugar enredado entre los encantos y los misterios de la vegetación, escondido y tapado por árboles, lianas y arbustos que lograban opacar bastante todas las vistas. El sitio siempre me había parecido mágico, pero cuando me daba cuenta de que, curiosamente, sus lugares más especiales y bellos estaban ocultos, me parecía aún más curioso y místico, como si se tratara del lugar crucial de un cuento de hadas o una película de fantasía. A veces creía que todo era un sueño por lo irreales que me parecían mi condición y mi paraje seguro, el bosque.

Sin más que pensar, tomé el camino memorizado que necesitaba seguir para alcanzar el lago. Buscaba la paz, reencontrarme tras seis días sin hacerlo con el espacio al que estaba acostumbraba y en el que, prácticamente, habitaba, pero también necesitaba verle.
Una parte de mi me impedía pasar un solo día más sin tratar de encontrarle, aunque no estuviera garantizado que le fuera a ver allí, pero mi esperanza así lo pintaba y últimamente era raro que se equivocara. Sunghoon estaba cada vez más aferrado al lugar de su muerte, y este, poco a poco se convertía en su hogar, así como era el mío.

Alcancé aquel ámbito que tanto amaba, al que correspondía. La cascada ese día caía con menos pasión, más bien, el agua fluía lentamente y haciendo poco ruido; como si llorara, pero era tranquilizante. Al no verle mi corazón se oprimió, noté un vacío imponente en mi pecho por un momento; decepción, o dolor.

Suspiré, aproximándome así a uno de los arbustos donde se solían reunir las mariposas y los espectros de las que ya no estaban vivas. Vi que uno de ellos no tenía un ala completa, noté que, inconscientemente, articulaba un puchero.

—Ahora está descansando en paz, es lo de menos.

Su voz me sorprendió, brinqué alarmando a las vivas y siendo ignorada por las muertas. Le sonreí nerviosa cuando vi su figura traslúcida apoyada en el tronco del árbol más próximo. Sus pasos eran silenciosos y su sombra inexistente, por lo que no me había dado cuenta de su llegada. Todo lo que destacaba era el brillo de su contorno, el cual estaba analizando sin darme cuenta.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora