21. 𝘽𝙡𝙪𝙚 𝙑𝙖𝙡𝙡𝙚𝙮'𝙨 𝙨𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩. Parte 2.

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Veintiocho de febrero.

El frío me acogía y suponía que todo lo que él estaba sintiendo en ese momento eran los restos de electricidad recorriendo su fantasma. Incapaz de entender cómo es que pudo sentir algo humano sin haber presentado ningún cambio en su espectro, decidí continuar caminando. Decidí perderme en las profundidades del bosque, algo que nunca había querido hacer porque, por mucho que lo amara, me aterraba y lo desconocía.

Ahora muchas cosas habían cambiado.
Impulsada por la intriga, por el miedo, por las ataduras con el bosque y por el cosquilleo de la incertidumbre, no me importaba adentrarme en donde no sabría cómo salir.
Y además, iba con él. Y si iba con él, aunque no fuéramos ni siquiera el mismo ser, aunque viviéramos en realidades paralelas que se habían entrometido en la otra, sabía que no me pasaría nada.

—¿Qué estamos buscando?
—Lo que sea que nos haga entender —expliqué—. Porque ahora creo que estás ligeramente involucrado en esto.
—Tal vez es porque soy un fantasma. ¿Te has percatado de que en esa estatua también se refugiaban mariposas muertas? ¿Es probable que tenga algún tipo de relación con el mundo de los no-vivos, al igual que tú?

Saboreé sus palabras en busca de ese rastro dulce que me alegraba un poco, ese que me acercaba a la verdad o que me aclaraba dudas. Por lo general, era sencillo de encontrar, pero esta vez no lo hice y me rendí en el intento. No lo estaba. No me vi esperanzada. Me di cuenta de que solo me confundí más, estaba realmente perdida.

—Puede ser —terminé por decir.
—No veo mucha convicción.

Lancé un largo suspiro. Era complicado que alguien me conociera tan bien cuando ni yo misma podía comprender con totalidad ciertas cosas que pasaban en el interior profundo y desordenado de mi cabeza.

—No la hay —admití—. Pero bueno, sigamos andando y adentrándonos en sitios extraños. No me creo que ese monumento sea lo único que hay aquí.
—Ha de haber más cosas. No decidieron crear esa estatua en este bosque sin razón alguna, perdida entre caminos confusos, lianas que tapan la visión y copas frondosas —me dijo, mirándome directamente a los ojos mientras caminábamos en línea recta por un sendero plano al que habíamos accedido. Evité su mirada durante instantes para analizar el paisaje que teníamos enfrente. Aquel extraño camino era curiosamente largo. No veía el final.
—Por supuesto que las hay —hablé—. Y hoy voy a descubrirlas.
—¿Piensas descubrirlo todo en un día?
—Puede que ocurra o puede que no, pero la cuestión es que nadie me espera en casa, así que no saldré de este bosque hasta destapar la verdad.
—Chloe... —preocupaciones. Eso identifiqué en su forma de nombrarme—. Si descubres algo que no quieres descubrir, ¿qué harás?
—¿A qué te refieres?
—Estás extrañamente relacionada con el mundo de los muertos desde que naciste, y es probable que hoy, o mañana, sepas finalmente por qué.

Bostecé antes de lograr contestarle, e instintivamente alcé la vista. Me di cuenta de que estaba anocheciendo. Como de costumbre, había ido tarde al bosque.

No sabía por qué, pero de repente perdí todas las esperanzas. ¿Cómo esperaba descubrir algo tan raro en tan poco tiempo?

—O nunca...
—Lo harás. Lo haremos. Este bosque es muy profundo.
—Más de lo que me gustaría —confesé.
—Te noto cansada. Tienes sueño, ¿no?
—Normalmente me voy a dormir tarde, no es nada.
—Deberías dormir. No podremos ver bien el camino, de todas maneras. Ya está oscureciendo —insistió.
—Puedo encender la linterna del móvil. Entre eso, tu brillo y el de los espectros de animales que hay por aquí...
—Chloe —se puso delante mía repentinamente. Me acorraló entre sus brazos, me agarró para detenerme, y aunque no lo sentí, fue suficiente con la luz que desprendía para que frenara mis pasos, pues estaba cegada y no podía ver nada—, quiero que descanses.
—¿Por qué te preocupas tanto por alguien que duerme doce horas al día porque no hace nada productivo con su vida? —solté un suspiro irónico—. Veo de maravilla, me pasaré la noche en vela si es necesario.
—Pero no lo es. Y si me preocupo, es porque alguien ha de hacerlo, ya que ni siquiera tú misma lo haces.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora