21. 𝘽𝙡𝙪𝙚 𝙑𝙖𝙡𝙡𝙚𝙮'𝙨 𝙨𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩. Parte 1.

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Veintiocho de febrero.

Aquella estatua podía envolver muchos secretos, y no estaba segura de querer descubrirlos todos; sin embargo, debía.

Vivir en la ignorancia estaba bien cuando se trataba del mundo humano, normal y corriente. En ese momento, dudaba muchísimo de estar envuelta en una situación como cualquier otra, principalmente porque en mi vida la carencia de este tipo de problemas era normal. Las cosas que sucedían solían ser extrañas hasta para mí.

Tenía que volver a una misteriosa realidad que me costaba creer que de verdad lo era. En ese momento, más que nunca, me sorprendía con gran impacto lo que siempre me había parecido corriente; mi habilidad para ver a los espectros sin vida con los que convivíamos todos los humanos sin saberlo; aquel bosque y su extraño halo de acogimiento que lo hacía ser mi hogar más que mi propia casa; mi incapacidad para salir de Blue Valley porque me sentía tremendamente atada al pueblo de manera sobrenatural... entre otros extraños sentimientos y sensaciones que estaba descubriendo, a las cuales estaba segura de no poder ponerles nombre. No existían aún palabras en el diccionario capaces de definir aquello. Me preguntaba, en general, si alguien alguna vez lo habría experimentado como para poder denominarlas, o simplemente era algo irreal con lo que yo tenía que vivir. Si iba atado a mi poder.
Si crecía en mi interior y se conservaba en este.
Si era mío.
Un sentimiento únicamente mío.

Un sentimiento únicamente mío

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—Así que... no. La charla con mi madre no fue demasiado bien.

Un silencio vacío permaneció durante unos segundos después de que le contara con detenimiento lo que pasó. Nos habíamos visto más veces, pero no había tenido ganas de hablar del tema, hasta ese momento, en el que por fin quise zanjarlo para dar comienzo a lo que era importante.

—Entonces, Sunghoon, ¿te lo has pensado?
—Chloe... creo que, estando muerto, el volver o no a casa no es para nada relevante ya.
—Tal vez eso te ayude a descansar en paz.

No contestó, por lo que supuse que aún no lo había pensado siquiera, o tal vez sí, pero la respuesta no estaba clara ni para él mismo.

—Bueno... te daré más tiempo.
—Gracias... sobre lo otro...
—Quiero empezar ya.
—¿Ahora mismo?
—Ahora mismo.

No sé qué fue. No sé si vio la determinación en mis ojos; si simplemente quiso que, por una vez que yo había tomado la decisión sola, me dejara llevar por esta; si aquel día que llegué a aquella conclusión se percató de que había ocurrido un cambio en mi interior. Fuera lo que fuera, Sunghoon no me cuestionó, no hizo preguntas. Se puso en pie, observó por última vez en el día la cascada del lago y me miró esperando a que fuera junto a él.

—Ahora mismo... —repetí, levantándome también. Dejé por un momento las palabras en el aire, sin continuación, mirando a mi alrededor. Las profundidades del bosque parecían tan inaccesibles desde aquel punto que solo quería seguir adentrándome en ellas—, ahora mismo comienza la investigación de La niña que soñaba con ser una mariposa y aprendió a volar.
Y... ¿cómo comienza? Hoy debes de ser tú la que se pone filosófica. Esta es tu misión.
—Soy una fiel creyente de que las cosas empiezan donde terminan. Todo principio tiene un final y me parece fantástico que sea en el mismo punto. Esa estatua fue construida para conmemorar algo que ocurrió, así que debemos ir allí.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora