15. 𝙑

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Siete de enero.

Cuando miré hacia atrás, la imagen casi parecía imposible. Era cercana, llevaba sucediendo un tiempo, pero a su vez era tan lejana que me costaba creérmela cada vez que la admiraba.

No estaba sola en mi habitación ni tampoco con la fantasmal compañía de Ann, aunque ella sí que estaba, pero acompañada. A su lado, en corro, se encontraban Sunoo, Jungwon, y el más llamativo y brillante: Sunghoon.

Rápidamente me volví a dirigir hacia mi escritorio para fijar la vista en mis cuadernos.
Siempre odié el cotidiano método de estudio, que es simple, pero tedioso. Memorizar cosas que ni yo misma lograba entender para escupirlas en un papel que pasaba de estar blanco a completamente rayado jamás tuvo cabida en mi mente, pero así era.
Y eso lo hacía complicado.
Porque... ¿quién dijo que lo sencillo no podía ser también enigmático y enrevesado?
Así me sentía yo.
Simple, pero difícil. Perdida e imposible de entender.

Viendo que no me aceptaban en ninguna universidad y que todos los correos electrónicos que recibían empezaban por "lamentamos anunciarle que..." decidí marcar mis propios pasos y dejar de soñar en algo que ya estaba claro que estaba fuera de mi alcance. Si lograba aprobar algunos exámenes de inglés que mamá ya me había pagado, podría obtener los títulos necesarios para tener trabajos de cara al público. ¿El único problema? Que siempre fui pésima en la materia.

Estaba haciendo mi mejor esfuerzo por memorizar cada tiempo verbal, cada regla del idioma, los adjetivos, entre tantas cosas. Mis conocimientos eran demasiado básicos como para someterme directamente a tales niveles, pero lo estaba haciendo, no me quedaba otra.
No podía desperdiciar mi vida siendo una persona que sabía perfectamente lo que había después de ella. En cualquier momento podía llegar a ese estado fantasmagórico sin ni siquiera esperarlo, y no deseaba hacerlo sin haber vivido antes una vida plena, al menos en el sentido figurado; trabajo, amistades... si contaban los chicos, y eso era todo, al parecer.

Por eso estaba estudiando.
De todas formas, sabía que, aunque todo fuera solo memorizar y hacer una farsa, cuando llegara a un puesto de trabajo podría disimular con lo poco que sabía para mantener una conversación e ir avanzando. Pero aún así, algo tendría que aprender con todo eso que estaba estudiando.

Sin embargo, ese día no parecía ser posible, porque a pesar de que mis amigos estaban callados y jugando con una de mis barajas de cartas sin apenas hablar, su presencia que estaba pero no estaba me incomodaba un poco, sobre todo porque quería unirme a ellos y dejar de lado palabras que no entendía, y de ninguna manera, porque ni siquiera sabía qué significaban.
Y además, estaba Sunghoon.
Y estaba la imagen de la estatua del día anterior.
Y estaba el hecho de que todo había encajado perfectamente, pero piezas sueltas eran imposibles de meter en el rompecabezas que casi había completado. No entraban, no encontraba su lugar.

Sunoo me dijo una vez que presenció el suicidio de Yang Jungwon, cosa que recordé poco después del reencuentro.
Sunghoon me contó que su hermano fallecido a causa de su propio suicidio también era Yang Jungwon.
Y ahora Yang Jungwon estaba en mi cuarto.
Y era la feliz pareja de Ann.
Y ahora todos se conocían y parecían ser amigos.

El aludido estaba bromeando con Sunghoon aún sobre que se había vuelto extremadamente alto, le había sobrepasado muchísimo y ahora sus facciones varoniles dejaban atrás su rostro permanente de adolescente. Ann le negaba diciéndole que era perfecto así y besando sus labios en cortos picos, creando luminiscencias.

En cierto modo la llegada de Jungwon fue una manera muy bonita de aliviar un poco a dos personas que eran muy importantes para mí: ellos dos. Porque Sunghoon se veía completo y feliz, y Ann me estaba mostrando una faceta madura y enamorada que jamás vi ni creí ver en ella, un fantasma de catorce años.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora