19. 𝙀

714 119 13
                                    

Catorce de febrero.

Siempre tuve el concepto de vida alterado, y sé que más que nadie.
Por mi poder, condición, maldición o bendición. Nunca supe demoninarlo con más de un nombre, los conceptos estaban mezclados.

Para mí la vida era más que eso, vida, pero a la vez no era nada, porque ¿de qué servía si era bastante similar al estado posterior a la muerte? Tal vez eso en un principio hizo que tuviera ese tipo de pensamientos. Puede que todo empezara por ahí y que naciera ya predestinada a preguntarme continuamente el sentido de la vida y de qué trata esta. Probablemente descubrirlo era mi destino, junto a la mencionada forma en la que "uno acaba". Cuando, en realidad, no acaba.
La vida sigue después de la muerte, solo que todo lo que te ha acompañado en ella se queda atrás.
Vida, vida, vida.
Qué palabra tan... aburrida.
Y qué concepto tan monstruoso.

Era el día de los enamorados, pero lo único que cambiaba para mí aquel día, aquel año, es que dos idiotas enamorados estaban haciéndole justicia al día. Paseábamos por las calles luminosas de Blue Valley aquella mañana mientras que los escuchaba mimarse; Jungwon y Ann no perdían el tiempo. A mi otro lado estaba Heeseung, por lo que no podía quejarme de mis amigos fantasmas y tenía que limitarme a callar, tratar de concentrarme en lo que me decía el pelinegro y asentir como si no estuviera distraída.

En ese instante solo deseaba ponerme a leer un libro de romance, abrasador o tierno, no me importaba, pero me gustaba sufrir y encerrarme entre las páginas para fingir que yo estaba viviendo una historia como la de esos libros.
Porque, desde luego, estaba viviendo una... pero no como aquellas.

-Creo que me iré -dije de repente.
-¿A casa?
-Sí... tengo ganas de estar ahí, supongo.

Heeseung asintió. Después de todo, solo estábamos dando un paseo. Se aferró a mí en un cálido abrazo de despedida y me dijo que iría a buscar a Jay a su casa, ya que inicialmente iba a unirse más tarde a nosotros.

Odiaba que, cuando mi mejor amigo vivo estuviera de visita, fuera cuando menos ganas tuviera de atenderle. En ese momento no estaba de mal humor como tal, pero sí que sentía un extraño peso inexplicable rellenándome el pecho de una manera bastante poco agraciada.

Comencé a caminar a casa y sin darme cuenta, como de costumbre y sin que pudiera yo decidir sobre mis movimientos, torcí el cuerpo hacia el camino que se desviaba hasta la salida de Blue Valley.
Fui al bosque.

Entré. Era tan fresco como de costumbre, pero no una frescura referida al frío, de las que penetraban los huesos como espinas gélidas clavándose en estos, aturdían la mente y secaban la piel, sino más bien una húmeda y electrificante.
Era mi sensación favorita junto a otra que ya había olvidado... el cosquilleo estimulante, como un calambre tornado de rosa, del tacto de Sunghoon que alguna vez sentí de forma misteriosa.

A él lo buscaba. Ni era mi enamorado ni era un ser vivo, pero era con quien quería pasar aquel día por encima de todo y no me importaba estar ausente con mis otros amigos.

Paseé por aquellos tramos que me conocía mejor que la palma de mi mano hasta dar con él allí: en la orilla del lago, siendo salpicado por la frenética agua de la cascada, que traspasaba su reflejo luminoso creando pequeñas bolitas de luz que luego recaían en el césped, mojándolo.

-¡Sunghoon! -saludé conforme avanzaba a paso rápido, hasta quedar sentada junto a él y devolver su sonrisa.

A veces, de una manera tanto macabra como mágica, la imagen de alguien encerrado en su lecho de muerte podía ser hermosa.

-¿No pasas el día con nadie?
-Contigo -dije con claridad.
-Me sorprende que no haya alguien ahí fuera que te haya invitado a salir, aunque sea de una manera discreta.
-No... bueno, he quedado con Heeseung -ya le había mostrado quién era antes-: hemos salido a pasear y eso. Ha querido que estuviéramos un rato juntos antes de que Jay y Riki se unieran a nosotros.

Se quedó estudiando mis palabras como si fuera estúpida.

-¡Chloe! -exclamó-. ¡Está claro que se te iba a declarar!
-¿¡Qué!?
-No hay que tener una carrera universitaria en psicología para saber eso...
-¡Bueno, discúlpame pero tú estuviste cerca de tenerla!
-No tiene nada que ver. -rodó los ojos con obviedad. De pronto, aquella mariposa, la de siempre, la que tenía el ala algo dañada y aún así siempre alzaba el vuelo para venir hasta nosotros, se posó en mi mano. Él la observó hasta que se dio cuenta de que sus palabras se habían quedado en el aire-. ¿Él no te gusta nada?
-No... es mi amigo. Casi mejor que me haya ido sin tener que rechazarlo, aunque sigo creyendo que exageras...
-Chloe, es San Valentín.
-Ya, eso es lo de menos.
-¡No lo es! -insistió, para después empezar a reírse a carcajadas y terminar tumbado en la hierba alta. La mariposa se deslizó levemente dando pequeños pasos por mis dedos hasta volver a volar hacia el puente curvado de su nariz puntiaguda.

Me quedé pensando en lo que dijo, pero era en vano; no sabía qué hacer al respecto, aunque creía que era mejor no hacer nada.

-¿Y tu madre no tiene nada este día?
-Ella dice que no... eso dice, sí. Lo cierto es que a veces tengo la sensación de que mamá tiene muchos secretos.
-Todos tenemos secretos, hasta que nos morimos, ahí ya dejan de tener sentido.
-Entonces... ¿tú ya no tienes secretos?
-Solo uno.
-¿Cuál?

Sunghoon rio de forma adorable.
-Es un secreto, se llama así por algo.
-Vaya, qué misterio...
-Sí, ¿eh? Ahora dime, ¿por qué crees que tu madre te oculta algo?
-Porque casualmente hoy no estaba de viaje, sino que estaba aquí. He visto en su ordenador, porque se lo ha dejado encendido, que ha cancelado expresamente para estar en Blue Valley un viaje de negocios que tenía planeado. Además, esta mañana se ha levantado muy pronto, se ha pasado horas arreglándose y se ha ido diciéndome que tenía una comida de empresa atrasada por Año Nuevo...
-¿Crees que es mentira?
-Sí.
-Pues será mentira entonces.
-¿Y por qué no me lo cuenta?
-Porque ya rompió con tu padre y no querrá asegurarte otra relación, otro "padre", antes de estar segura de lo que tiene, si es que tiene algo y no te equivocas. O eso supongo...

Suspiré con fuerza y lo escuché reír por lo bajo al darse cuenta de que, una vez más, su sabiduría y su facilidad para responder a mis millones de preguntas me asombraron y me sobrepasaron.

-Vale... puede ser.
-Chloe, quiero que hables con ella. Deberías...
-¿Por qué? No tenemos confianza, y parece que cuando le hablo ni siquiera me escucha como tal.
-Pero es tu madre y deberías intentarlo.
-Vale... pero si yo lo hago, Sunghoon, quiero que tú también hagas algo.
-Claro. Dime.
-Son... son dos cosas. Que vuelvas a casa y que me ayudes a investigar aquella estatua.
-¿Me dejas tiempo para... pensar sobre la primera?
-Claro. ¿Trato hecho?
-Trato hecho.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora