𝙃𝙚𝙧, 𝙩𝙝𝙧𝙤𝙪𝙜𝙝 𝙝𝙞𝙨 𝙚𝙮𝙚𝙨.

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(Sunghoon. El momento, no importa).

Cuando miraba a Chloe veía a una chica asustada consigo misma.
Veía el miedo reflejado en esos perfectos ojos, tiernos y determinados.
Veía la posibilidad de florecer y también la veía a sí misma apagando esa llama, esa chispa de iniciativa. Porque ella era la viva imagen del terror, porque se asustaba y le asustaba avanzar.

Cuando la miraba, yo sentía que en mi corazón crecía la inevitable necesidad de estar vivo para reconfortarla como yo me reconfortaba cuando la tocaba, la rozaba o la abrazaba. La necesidad de que ella también sintiera que la estaba haciendo mía cuando la arropaba entre mi luz. La necesidad de, en resumen, protegerla de todo y de sí misma.

Pero también existía una necesidad dolorosa y placentera a la vez, un pensamiento que me resultaba dañino recrear e imaginar pero que deseaba totalmente —una sensación de la que habíamos hablado—, y esa necesidad inquebrantable era la de verla volar y escaparse de los límites que la leyenda le había creado. Quería verla romper los muros que le rodeaban y construir sus murallas, sobre las que alzarse para sobrevolar el mundo, porque era suyo. Ella era plena, tenía toda su vida por delante, tenía la posibilidad de hacerse notar, de abrir las alas con o sin compañía y demostrar su valía. De descubrir su propio potencial que se había ocultado por un estado profundo de insuficiencia y tristeza. De demostrarle a quienes la dejaron —o que nunca la quisieron como se merecía— que era más de lo que todos alguna vez creyeron. Que, siendo especial de nacimiento, ella también merecía una vida en el mundo de los vivos.

Vida.

La vida nos enseña que enamorarnos es precioso, perfecto, dulce y sigue una línea temporal concreta y repleta de perfección, pero el amor es cruel. Duele hasta el punto de quemar entrañas que ni siquiera existen. A mí, me las quemaba. Mi cuerpo fantasmal, incapaz de sentir dolor, parecía ser chamuscado en la zona del pecho, porque estar enamorado de Chloe implicaba ser un mínimo de egoísta. Yo quería estar con ella, a veces, sin quererlo, le imponía ese mensaje. Pero más quería que ella escapara de las limitaciones de Blue Valley, que fuera feliz, que no se encerrara en un sitio repleto de dolor que la haría pensar que su destino era otro.

Ella fue una persona importante en muchos sentidos, pero sobre todo, me hizo creer en el destino. Más bien, me confirmó su existencia.
Lo que yo tardé en ver, así como ella, es que Chloe era algo más que la simple continuación de una leyenda.
Chloe sí era una mariposa, pero los motivos aún no los había descubierto.

...

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora