𝐁𝐔𝐓𝐓𝐄𝐑𝐅𝐋𝐘 | "Me enamoré de un fantasma. De la versión más pura e irreal de alguien a quien no podía disfrutar".
Kang Chloe es una chica que, a simple vista, parece normal, pero tras sus ojos existe un poder más allá de lo común. A través de...
Recordaba que no creía en el destino. Pero aún así, sus creencias no cambiarían mi forma de ver nuestro encuentro, la casualidad nunca había formado parte de mis pensamientos firmes. Creía en el destino, y precisamente por eso sabía que no debía jugar con él. Era como jugar con fuego, solo que las llamas de este podían afectar a toda una vida.
El álbum rojo y aterciopelado estaba entre mis manos, mi piel se encontraba erizada y el vello casi inexistente de mis brazos elevado.
No había podido dormir durante varias noches pensando en la decisión que tomé: el viernes le daría el álbum, le revelaría que lo había encontrado y que quise ojearlo, pero me detuve a la mitad. Anularía las mentiras para así poder adentrarme en su historia y conocer el motivo de su muerte. No había nada que me asegurara que se lo tomaría bien, tampoco tenía por qué creer que se molestaría, solo esperaba que no se alejara. Y ya era viernes. Me zumbaban los oídos, cuando levantaba la vista, se me nublaba con facilidad y debía de cerrar los ojos para aclararla. Estaba nerviosa, mi respiración agitada me delataba entre otras muchas evidencias.
—Lo mejor es hacerlo cuanto antes —traté de conformarme con esas palabras de consuelo y ánimo, eran todas las que yo misma podía brindarme. Me separé del cajón sin dejar en este el álbum. Esta vez lo guardé en mi bolso, me colgué este del hombro.
Ann había estado por la mañana en casa y no había vuelto, muchas dudas me golpeaban cuando pensaba en ella y sus escapadas continuas, que se habían vuelto habituales. Una parte de mí sabía que no tenía que preocuparme de nada, no podía pasarle algo, pero otra me repetía continuamente que tal vez se estaba metiendo en problemas. De todas formas, no importaba demasiado.
Mamá estaba en Busan por un viaje de negocios. Suspirando y recordando que llevaba varios días sin verla, bajé las escaleras hasta llegar al primer piso. Observé en el reloj con apariencia de tronco de madera, colgado en la pared, que ya eran las nueve. Y al lado, en lo alto de un mueble, se veía la nota que mamá me había dejado hacía un par de mañanas antes de emprender su viaje, diciéndome dónde estaba cada cosa, recordándome dónde podía encontrar dinero por si tenía que ir a comprar... era cuidadosa a pesar de que yo ya estaba más que acostumbrada a hacer vida sola.
Sunghoon y yo no habíamos acordado aquel encuentro, por lo que no tenía la certeza de que le encontraría en el bosque, y aún así, me sumergí en la aventura nocturna de ir a buscarlo. La noche me daba paz, tranquilidad, la prefería considerablemente antes que el día. Tal vez eso era lo único en lo que me diferenciaba con una mariposa azul.
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El césped era crugiente como de costumbre, esta vez no estaba húmedo, sino más bien seco y ruidoso. El sonido de este bajo mis botas se podía escuchar demasiado al no haber ni un solo ruido más que perturbara el ambiente habitualmente calmado del bosque.
—¡Boo! —¡Ah!
Reí por la aparición de Sunghoon ante mí, sus manos sujetaron mis hombros, a pesar de que no pude sentirlo, mientras también se reía por mi reacción. Estaba a punto de llegar al lago cuando me lo encontré.