3. 𝙏𝙝𝙚 𝙨𝙢𝙞𝙡𝙚.

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Veinte de Noviembre.

El álbum de fotos seguía sobre mi mesilla, a mi lado. En cambio, las fuerzas que necesitaba para abrirlo no me acompañaban.
Y no sabía exactamente por qué, era tan solo el terrible presentimiento que me envolvía al mirarlo, tal vez porque era consciente de que eso tendría mucho que ver con su muerte, si lo llevaba el mismo día que acabó con su vida.

Ann había salido, como de costumbre, atravesando el cristal de la ventana de mi cuarto para ir a alguna parte a molestar a los vivos o reencontrarse con sus amigos fantasmas, de los cuales ya conocía a algunos. Uno de ellos era Shim Jaeyun, que murió en un accidente de tráfico a sus dieciocho años.

Los mensajes llenaban la bandeja de entrada de mi teléfono; Su-jin y Violet querían que saliera junto a ellas, pero había algo en mí, mi instinto, tal vez, que me decía que no lo hiciera, que me privara de ellas y les pagara con la misma moneda, aún cuando sabía que no les importaría.

Hoy no puedo.

Bajé a la cocina sin dejar de pensar en ese álbum de fotos, ¿qué tendría de especial como para que lo llevara consigo el día de su muerte? ¿Acaso querría ver a su familia hasta el último momento? Sin embargo, el fantasma de Kim Sunoo lo había encontrado por allí, lejos del lago donde Sunghoon se ahogó a sí mismo hasta morir.

No conseguía unir las piezas, la confusión era muy grande y prefería despejarme, algo que desde luego no lograría saliendo con mis amigas, pues constantemente me sentía insuficiente a su lado a pesar de divertirme.

Salí de casa tras despedirme de mamá, divisando el pelaje rubio de Su-jin entrando a la casa de Violet. ¿Acaso ya estaban juntas cuando me enviaron aquellos mensajes?

La cabeza me daba vueltas y a veces la única manera de que parara era yéndome a dormir, pero ya estaba fuera, visualizando parejas de ancianos fantasmales andando por la calle, agarrados de la mano creando una luminiscencia que solamente a mí me cegaba, animales durmiendo en las ventanas de lo que alguna vez fueron sus casas, observando a sus antiguos dueños, e imágenes conocidas como recién llegados al mundo de los muertos velando por su propia muerte y deseando rebobinar.
Normalmente me acercaba, como lo hice con Sunghoon, a veces ayudaba a entender aquel mundo a pesar de que no formaba parte de él, otras veces consolaba, pero en medio de las calles, pobladas también por vivos, no era sencillo.
Y últimamente mis ánimos no me animaban a ello, pues además solo pensaba y pensaba en aquel caso particular de Sunghoon, que a veces hubiera deseado no ver. Ni siquiera habían pasado tantos días desde que le vi por segunda y última vez de momento, y ya se me había hecho una eternidad. Quería volver a verle, no sabía exactamente por qué, si porque me apenaba que él mismo fuera la causa de su muerte, o porque realmente me interesó como persona, pero me veía lejos de lograr mi objetivo.

Caminé por las calles hasta encontrarme de frente con Heeseung, un viejo amigo con el que cada vez tenía menos contacto, él vivía fuera, por lo que verle allí y casi chocar con su alta figura me descolocó.

—Oh, lo si... —Heeseung se percató de que era yo y rápidamente esbozó una sonrisa nostálgica, la cual me animó, ciertamente, y la correspondí algo confundida—. ¡Chloe!
—¡Heeseung! Cuánto tiempo. —abrió sus brazos de par en par, atrapándome en un abrazo. Fue entonces cuando, al alejarme, me percaté de que a su lado se alzaba la figura de otro chico—. Oh, hola...
—Él es Jay —lo presentó, el mencionado hizo una corta reverencia—. Jay, ella es Chloe, una vieja amiga que también vive por aquí.
—Encantado.
—Igualmente. ¿Vives cerca?

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora