30. 𝙊𝙪𝙧 𝙛𝙖𝙩𝙚. Parte 2.

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Veintinueve de abril.

Podía imaginar cómo nos recordarían de ser una leyenda histórica dentro de unos años. "La chica que se enamoró de un fantasma y rompió los límites de su destino para alzar el vuelo, y el fantasma que quedó atrapado en su lecho de muerte, ahogándose en la soledad".

Pensar en que Sunghoon sufriría durante mi larga ausencia me hacía querer permanecer en ese bosque para siempre, pero pensaba y pensaba, y de ser así me pregunté si en algún momento yo lograría sanar o simplemente terminaría llena de remordimientos incluso cuando ya hubiera muerto.
Preguntándome si habría logrado vivir buenos años de mi vida si hubiera tomado la decisión de escapar de la leyenda.
Y no podía quedarme con la duda.

Aquella fue la tercera vez que dudé de lo que estaba haciendo, porque no quería hacerle daño al único que había logrado hacerme feliz. Al único que le dio el sentido que le faltó a mi vida.
Después de todo, así era. Yo existía para acompañarlo en su muerte y él había muerto para formar parte del destino que se me escribió.
Era tanto triste como hermoso a su vez. Rompería los esquemas que dictaban que yo había de ser suya, y él, mío.

Continué caminando, observando con detalle toda esa naturaleza que fue mi hogar y que, por obligación y salvación, dejaría de serlo. Miré detenidamente todos y cada uno de los rincones del bosque al que pertenecía y que me pertenecía. Alcé la vista para ver cómo, por los escasos huecos que dejaban las copas frondosas de los árboles, se colaba la pálida luz lunar y se veía el cielo estrellado. Era una imagen anestesiante.

Bajé la mirada para así encontrarme de nuevo con esos conocidos caminos de tierra firme. Me percaté de que incluso me había permitido explorar un poquito por aquellos atajos y había divagado pasando por escondrijos solo para sentir de nuevo que estaba explorándolo. Eran recuerdos asfixiantes y bonitos. Los translúcidos espectros de insectos y animales me acompañaban y se movían a mi alrededor. Algunos incluso me seguían.

Una de las cosas más extrañas que pasaron aquella noche y que me provocaron una de esas emociones imposibles de describir y nombrar, fue que, cuando tuve el valor de mirar hacia atrás por un repentino atisbo de arrepentimiento, observé el rápido movimiento de una figura femenina, brillante y azulada que asomaba por el tronco de un árbol y desaparecía tras este al ver que la observaba.

El miedo a los fantasmas no tenía cabida en mí tras toda una vida conviviendo con esos seres, pero esa fue la primera vez que uno me asustó más que yo misma, porque lo poco que pude ver se parecía a mí y, además, me provocaba el terror irracional hacia lo desconocido.
¿Por qué me aterró si ni siquiera sabía quién era? Precisamente por eso, o tal vez porque tuve una ligera idea y eso fue incluso más terrorífico.

Escuché ramas moviéndose y se me aceleró el corazón. Volví a mirar al frente, asustada por bajar la guardia a mis espaldas, y vi que el ruido provenía tan solo del espectro de un cervatillo saliendo de entre un par de arbustos. Tomé aire y continué andando lo poco que me quedaba hasta llegar al lago, por aquellos caminos que conocía como la palma de mi mano.

Lo que sentía conforme me aproximaba al lago era una sensación imposible de explicar. Cada vez que respiraba una gran bocanada de aire parecía atascarse en mis pulmones a causa de la incertidumbre, y me preguntaba si seguiría con las ideas claras después del encuentro con Sunghoon.

Sabía que el único lugar donde le encontraría sería allí. Sabía que posiblemente me estaba esperando como cada noche en la que no era él quien venía a buscarme pasando por la ventana de mi cuarto o traspasando sus paredes. Sabía que Sunghoon esperaba cada día que le dijera adiós y ese sería el día en el que le rompería el corazón a pedazos de forma inesperada.
Pero me equivoqué. Con esta última afirmación me di cuenta de que no sabía nada.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora