29. 𝘼𝙡𝙞𝙫𝙚 𝙩𝙝𝙖𝙣 𝙖𝙣𝙮𝙩𝙝𝙞𝙣𝙜.

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Quince de abril.

Ahí me encontraba yo, a punto de revelarle a la persona más importante de mi vida la decisión que me separaría de ella.
Y primero estaba él porque no merecía seguir viviendo con la duda.
Después, me encargaría, con su apoyo, de Ann, de Jungwon y Sunoo.
Pero en ese momento le estaba dirigiendo hacia ese lugar donde su espectro siempre pertenecería y donde yo le conocí en su segunda oportunidad en la Tierra.
Frente al lago donde se ahogó.
Frente al lago donde las mariposas siempre nos buscaban para revolotear a nuestro alrededor.

Sunghoon y yo tomamos asiento. Lo miré tras haber estado más de una hora evitándolo. Habíamos conversado sobre cualquier cosa a la par que yo meditaba mis palabras para justificarme, y cuando vi sus ojos, lo supe.
Vi que él tenía la mayor mezcla de sentimientos posible en ellos: miedo, esperanza, alegría, tristeza, libertad. Probablemente eso y más emociones para las cuales no había nombre porque uno y mil diccionarios se quedaban cortos con sus descripciones para ellas.
Vi que él lo sabía. Se lo imaginaba. Me conocía más que nadie por aquello que nos unía y se había percatado de todo eso que también estaba escondiendo. A veces imaginaba que, cuando Sunghoon tocaba mi cuerpo con su transparencia y lo atravesaba, tocaba mi alma y por eso se generaba aquel brillo. Era una fantasía todavía más incoherente que aquella situación en la que estábamos envueltos, pero también la única manera de explicar cómo es que podía leer en mí pensamientos y emociones que no exteriorizaba porque ni siquiera yo los comprendía.

Estar con él se trataba de resolver poco a poco un acertijo en el que cada día se me otorgaba una palabra nueva hasta llegar a un final, a una respuesta. Porque descubría, experimentaba, pensaba como nunca y me emocionaba como una niña pequeña a la que se le acababa de regalar su primer aparato electrónico.
Y dejaba de sentirme perdida como una avispa en un panal de abejas. Ese era mi lugar. Ahí pertenecía. Al bosque, a su lado.

Rompía por completo las reglas de la odiosa monotonía de la cual nunca creí que me liberaría antes de conocerlo, así como tampoco creí que... tendría que dejarlo.

Estaba buscando el momento para decírselo y en aquel lugar que tantos recuerdos encerraba entre sus oscuros y laberínticos caminos, no lo encontraba. Y a pesar de ello, si no le daba la noticia allí, no lo haría. Si no le explicaba que lo iba a dejar y le dejaba exactamente donde lo encontré y rescaté aquella alma tan pura y dañada, no lo haría.

Dejarlo a él suponía dejarlo todo. Dejar a Jungwon, a Sunoo y, francamente, a Ann, porque aquel sí era su hogar. El lugar donde la muerte los encerró, pero no el mío.

Estábamos destinados, pero nuestros destinos marcaban un compás distinto, una hora similar en un reloj trucado.
Esa hora de marcharnos no era la misma, el tiempo jugaba distinto para cada uno, así como la vida jugó a nuestro favor para reunirnos y manipuló nuestros sentimientos, haciendo que me enamorara de un fantasma. Y él, de una chica a la que aún le quedaba cierta vida por delante.

No necesitaba alimentarme más del dolor de mis pensamientos, solo un impulso para hablar, para darle las respuestas que estaba esperando. Nos mirábamos y, por primera vez, a pesar de que creí que sabía lo que me decían sus ojos, vi que estaba equivocada, porque cuando creí que estaba leyendo en mí toda esa culpabilidad y estaba tratando de manejar su dolor como lo hizo cuando me vio besando a Heeseung, habló, sorprendiéndome. Atacándome.

—Creo que te amo —fue un susurro y no necesitaba más.
—¿Qué has dicho? —y aunque lo había escuchado perfectamente, reaccioné instintivamente, evitando un diálogo lleno de amor que me despistaría.
—Depende. ¿Qué has oído?
—Que yo también te amo. —no pude evitarlo. No fui capaz de dejarle con esas palabras en la boca, de hacerle más daño del que le haría.

𝐈 𝐅𝐄𝐋𝐋 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐀 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora