Soy consciente de que soy muy quejica, pero tampoco es que voy a aplaudir todos los problemas que aparecen por mi vida. Siento ser una pesimista de lo último que le jode que aquella caja de vidrio en la que estaba encerrada se haya roto en mil pedazos, sin oportunidad a poder escapar y que todos los trozos de vidrio cayeran encima, sin ninguna herida externa pero por dentro estaba hecha un lío y uno muy grande.
Creo ser de las personas que se les dificulta a la hora de expresar sus sentimientos y no ser la única persona a quien le sucede. Nadie nace sabiendo como manejar todos esos secretos indescifrables que es llevar una vida por delante, me veo como una sobreviviente no como víctima porque sé que soy capaz de superarlo, quienes llevan un criterio formado dicen que siempre se necesita un empuje pero nunca mencionan de quien. ¿Uno mismo? Pues si. En esta sociedad de egoístas y engreídos que son capaces de pisarte para llegar al ultima peldaño de la escalera llamado éxito. Según Schopenhauer: "La vida es un constante proceso de agonía." y creo que está en lo correcto pero es eso que nos hace crecer, sin agonía no hay proceso de crecimiento. Agonía tiene muchos significados, no es sinónimo de muerte sino lo contrario, de lucha. Una lucha permanente con uno mismo.
—Miller —siento un leve empujón que me libera de todo este momento filosófico.
Es Grimes, lleva puesto un vestido color verde pastel y se ve tan aesthetic que no dudo en sacarle una foto, el resultado de ese momento capturado en pequeños pixeles. Es un libro lo que le cubre su cara, no necesita ningún tipo de filtro porque ella es real.
— Vi, te he marcado pero sale directo a buzón —extiende la lona de yute sobre el césped recién podado.
¡Rayos! Había olvidado sacar el bloqueo de mi sesión con Sax. Me había desocupado temprano de la cita que se supone que era el día de ayer, pero Jhon tuvo una emergencia.
— Grimes, tengo algo que decirte —dije en un tono reservado y segura de que ya era el momento.
Se detiene y trata de descifrar mi secreto analizando mi expresión facial. Pero no lo consigue.
— Creo que me empieza a simpatizar Rhee —le brillan los ojos y suelta un chillido.
— ¡Mujer! Lo sabía pero quería que tu misma pudieras discernir tus sentimientos. Sé que te dije que lo conocieras, espero que lo hayas hecho —se come una uva y continúa —. ¿Cómo lo descubriste?
— No sé si lo descubrí —confieso —. La primera vez que nos conocimos en el campo de rugby... Fue como un clic. ¿Recuerdas la escena en que Sheeta se cae desde la nave y su amuleto hace que levite hasta llegar a los brazos de Pazu? Así me sentí y aunque suene muy cliché... —me detiene.
— Ninguna historia de amor es un cliché. Cada una de ella es un mundo diferente. Sentimientos únicos e indescifrables con una historia que contar. Tú y yo somos historias —se lleva otra uva hacia la boca — He llamado a Vincent —. Me mira esperando alguna respuesta. Pero que puedo decirle, si ella estaba tan cómoda con De Vries no me molestaba en absoluto.
¿En qué momento Grimes y De Vries se habían vuelto más unidos? Pienso en la forma extraña de él al conquistar un corazón que era complicado. Aunque, ella es muy dulce y agradable, desde el momento en que entablas una conversación. La pregunta correcta sería: ¿Quién no se enamoraría de Grimes?
— Grimes. Sabes que soy fan de tu relación sentimental con De Vries —no lo niega, porque es verdad. Estaban saliendo.
Me abraza y un muchacho de ojos cafeces, con un par de libros en mano, mientras la otra sujeta un bolso en la que sobresale una regla T, camina hasta llegar hacia nosotros. Es Vincent y une sus labios a los de Tix. ¿Me impacta? Si. Ya que nadie había besado los labios de mi amiga en un par de años. Pero... el amor. Estos derrochan demasiada ternura que finjo leer los agradecimientos del libro de intercambio que Grimes me ha ofrecido se titula: Violeta de Isabel Allende.
— ¿Qué hay ojitos azules? ¿Dónde está tu novio? —me pregunta, soltando su mochila sobre el césped.
Hago una mueca y Vincent lanza una carcajada que poco a poco va cesando luego de la mirada fulminante. Nos extiende un libro para cada una.
— Para ti. Buscando a Alaska de Jhon Green. Espero te guste —me extiende un libro en el que la primera página en blanco está marcada por una firma ¡Del propio Jhon Green!
¿Cómo pudo saberlo? Era uno de esos libros que fue muy famoso y que no tuve la oportunidad de leerlo. ¿Acaso?... le echo una mirada a Grimes, quien me devuelve con una sonrisa y seguro debió comentarle que estaba en busca de este libro.
— Tix. Amor —me quedo unos segundos, antes de acostumbrarme a la palabra —. La fuerza de Sheccid, un libro fantástico...
Tix se lanza a sus brazos y le da unos cuantos besitos en la cara. Somos súper fan de Carlos Cuauhtemoc Sanchez. Hay personas que no les gusta los libros de superación pero este en particular lleva escrito unos poemas que valen la pena leerlos una y otra vez.
— Mañana es el día de vuestra presentación. ¿Cómo lo llevan? — Se acomoda en el césped, justo en medio de nosotras. El sol empezaba a esconderse en el horizonte.
— Es una canción muy bonita. Me ha gustado la elección del maestro, la entrada es totalmente gratuita —dice Grimes, para luego poner una uva en los labios de su enamorado, quien le responde con un guiño.
— Deberías invitar a Rhee, me ha comentado que le gustan los festivales de música — dice De Vries.
Tix me lanza unos ojitos esperanzadores.
— Le enviaré un mensaje de texto —saco el móvil, tecleo un mensaje corto y preciso que solo tiene dos posibles respuestas, si o no.
¿Puedes venir al recital mañana en Bach?
Envío y bloqueo la pantalla.
<<Ya está. Que pase lo que tenga que pasar. >>
¿Jones? Aún con la luz del atardecer podía observar a un muchacho con la nariz rota y a punto de desmayarse. Me levanto y al acercarme descubro que tengo razón , es Michael Jones. El chico del baseball. El idiota que se robó mi primer beso.
— ¡Jones! Madre mía, pero en que coño te has metido. Como puedes... —el inicio de un reproche queda a medias.
Siento como todo el peso de su cuerpo se apoya en mi hombro, haciendo que caiga sobre mis rodillas. Ha cerrado los ojos, trato de despertarle pero no responde.
— Vamos despierta —le imploro. Me acerco para poder escuchar su respiración, es lenta pero está respirando.
— Me gusta tu per... perfume Miller.
— Mierda. Me haz hecho asustar —De Vries me ayuda a levantarle y caminar hasta el asiento. Grimes llega con una fundita de farmacia. Agua oxigenada, alcohol, algodón y una bandita.
— Serías una excelente doctora. Tus manos —me las toma desprevenidamente y continúa — tus manos son muy suaves.
— Deja de decir chorradas. Por el golpe en la nariz parece que no te llega oxígeno al cerebro.
— Si que me llega. Estoy muy consciente, como cuando nos dimos nuestro primer beso.
Grimes escupe la uva. Me lanza una mirada porque ese beso nunca se lo conté y nunca me pareció importante.
— Límpiate tu mismo. Vámonos chicos — antes de que pueda ir por mi cartera ylos libros. Me toma la mano.
— Gracias Miller. Disculpa mi humor que siempre te hace cabrear —me dice. Pese a tener magulladuras en todo su rostro, me regala su sonrisita con ese toque sarcástico, que lo identifica.
.
Por fin he podido escribir, dejo el capítulo 10 espero les guste.
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Quimera
Teen FictionElla tiene miedo a enamorarse. Él está enamorado. ¿Qué pasa si por cosas del pasado, te impides vivir el ahora? Es la quimera de la juventud, porque sabes que cada día es único. Y con el paso del tiempo, te das cuenta que la juventud está y a la...