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No comprendo que pasa con el tiempo, siento que con el pasar de los años avanza a pasos agigantados. Me asusta. Pero cada vez se acerca mi cumpleaños, lo que significa que se podrá reabrir el caso de Mags. 

Estos días he sentido extraño a Glenn, mi timidez  me vence cuando estoy por preguntarle y es que me lanza esa mirada de gatito, haciéndome olvidar por completo mi preocupación. Ojalá fuese capaz de controlarme pero mi oruguilla es como una película del Studio Ghibli. Profunda. ¿Acaso Jhon Max me está viendo? Doy una ojeada a mi cuarderno, rezo porque no me pregunte, que se distraiga y continúe con la clase. Vamos... Vamos... Finjo escribir algo, pero no sirve, escucho mi nombre y una pregunta de lo que ha estado hablando los últimos treinta minutos de clase. Mierda. 

-- ¿Podría repetirme la pregunta? -- suena como una súplica. 

Palabras cruzan por mi mente, tratando de elaborar una oración coherente. Siento un leve roce en mi mano izquierda. Glenn ha deslizado un trozo de papel y apunta con el índice con insistencia. ¿Responsabilidad? Debí estar tan metida en mis pensamientos que en toda la clase ni siquiera escuché esa palabra. 

-- ¿Cómo podemos incentivar a los estudiantes a ser más responsables? -- repite, mientras frunce su ceño. 

-- No hay responsabilidad si no hay trabajo -- parece no entenderme --. Es decir, si a un pequeño le das una mascota, empezará a adquirir responsabilidad. Cuando le das una meta a una persona, esta adquiere responsabilidad. 

Vuelvo a sentir el roce en mi mano, es cosa nuestra, cuando damos por sentado que hemos utilizado las palabras correctas y que no hay otra mejor respuesta. 

El resto de la clase decido estar atenta y tomar notas. Nos pasamos un par de notitas con Glenn. 

Glenn:

Cada vez que las palabras fluyen de tu boca, me hipnotizan. 

Vienna: 

Eres tú, quien me hipnotiza. En el almuerzo, tengo una sorpresa para ti (dibujo de oruga). 

La siguiente nota la recibo en forma de oruga, lo que conocemos como origami. Me roba una sonrisa. 

Glenn: 

¡¡QUE SUENE LA CAMPANA!! Me encanta como se achinan tus ojos azules cuando sonríes. 

Trato de contenerme, pero me roba otra sonrisa más, trago saliva y mis ojos buscan los suyos. Descubro que ya está mirándome. Acomodo sus rulos salvajes y escucha el toque de campana. Le tomo de la mano. Caminamos por el pasillo hasta llegar al patio, huele a humedad y se siente el ligero viento que roza nuestros rostros. 

-- Luego de una lluvia, ¿que aparece? 

-- Un arcoiris. 

Glenn observa el cielo despejado, pero luego de varios minutos se empieza a formar esa franja de colores. Esboza una sonrisa y sus hoyuelos aparecen. Ahora soy yo quien admiro parte de su felicidad. No puedo detener mis ganas de juntar mis labios con los suyos. Estiro mi cuerpo, apoyándome en la punta de mis pies,  mis manos acarician su mejillas y empujo mi cuerpo contra el suyo. Siento como desliza sus brazos por mi cintura, dando equilibrio a ambos. Huele tan bien. Mis pies dejan de tocar el suelo, sus brazos me sujetan y empieza a girar sobre su eje. Pese a que su rostro está cubierto por mi cabello puedo ver esa sonrisa que me gusta. 

Todo gira tan rápido, cierro los ojos, mantengo el equilibro y lo disfruto. Me baja con cuidado, como si fuera una pieza de cerámica, me estabilizo y pongo mis manos sobre su hombros arrastrándolo hacia el bar. De camino recuerdo la barra de cereal que mi madre insistió que llevara. No llevo una moneda en mis bolsillos, me niego ante la propuesta de Glenn. Regresamos al curso, no hay rastro de Jhon Max, y ahora viene la materia de la tortura; matemáticas. 

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora