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Mis manos están empezando a sudar, las paso por la tela del pantalón y vuelven a estar húmedas. Presiono el concector eléctrico de la ventana, baja lento, cuando se esconde totalmente, apoyo ambos brazos en la puerta, el viento me despeina y siento como mi cuerpo empieza a realajarse. 

— ¿Estás bien? 

Sin dejar mi posición contesto a su pregunta.

— Me sudan las manos como puerco, ¿qué puedo hacer? 

— Es normal —hace una leve pausa —. Las mías también sudan, pero debe ser cosa de los nervios. Espero que en el momento de la entrevista se disperce por completo y pueda hablar con normalidad, ¿te imaginas tartamudear? 

— Si lo hago, me pillarán y no son del tipo de gente que te dan otra oportunidad. 

— Patada en el culo y pa' fuera. 

— ¿Pero, qué dices? — se me escapa lo que parece ser el inicio de una carcajada. 

— Srta. Miller. Por favor, ¿cuáles son sus hobbies? — dice con un tono de señor de alta alcurnia—, que no sea escuchar Justin Bieber, porque soy Taylor's version. 

— Bas...ta — es la única palabra que puedo decir, mientras apreto el estómago —, me haces doler la panza de las tonterías que dices. 

— ¿Usted es Taylor's version? — continúa con su chiste. 

Asiento. 

— Bienvenida a Stanford — me extiende su mano izquierda. 

La estrecho antes de peñizcarle su cachete. Se queja y mantiene la mirada fija en el camino. Sé que en ese silencio está pensando en algo, por más tonto que sea, lo está haciendo. Tengo curiosidad y pregunto: 

— ¿Qué piensas? — corto el silencio. 

— El color púrpura pastel resalta tus bonitos ojos azules — espera una respuesta, pero no hay, solo silencio —. ¡Es mentira! Bueno, no lo es, tus ojos son bonitos, me estoy enredando un poco, estaba pensando en que podemos cantar un poco para relajarnos. 

Se queda en silencio, desbloquea el teléfono, lo ubica en el soporte, le dice a Siri que busque la canción everybody wants to rule the world. Siento reconocer la melodía, pero Jones al parecer sí. Su índice empieza a marcar el tempo, y solo soy capaz de acompañar con las palmas. 

— Welcome to your life — gira su cuello en dirección a mi —there's no turning back. 

— No sé la letra.

— Venga, búscala — se queja. 

Tecleo en safari y doy clic al primer resultado de búsqueda. Jones continúa cantando, espero que termine la primera estrofa. 

— It's my own design — sus ojos se ponen como platos y me invita a continuar —it's my own remorse, help me to decide, help me to make the most of freedom and of pleasure. Nothing ever lasts forever. 

Me sorprende cuando empieza la nueva estrofa, toma mi mano, entrelaza nuestros dedos y canta a todo pulmón, empiezo a dejar a un lado las preocupaciones acerca de la entrevista y me centro en disfrutar. El resto de la canción parecemos como lloyd y harry, no importa lo desafinados que estamos sino lo que sentimos. 

Luego de cuarenta y cinco minutos de viaje, las palmeras de dos metros empiezan a desaparecer, al final del camino distingo un edificio con arcos y un redondel. ¡Qué hermoso! Me encanta la arquitectura del lugar, no podría comparar la realidad con los pixeles de una foto. Me devuelvo en el asiento, mientras Jones busca un lugar en el parqueadero, a nuestro costado pasan varios estudiantes en bicis, sus rostros lucen radiantes como si estudiar en esta universidad fuese la mejor opción. Algo en mi, me dice que debo creermelo un poco más, porque soy consciente de que puedo lograrlo. 

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora