Ha pasado una semana, no voy a fingir que me siento bien, porque está claro que el muro de la resistencia tiene una pequeña fractura pero se resiste a fallar. Me duele todo por dentro, siento la oscuridad tan cerca que me asusta volver al principio y perder todo el avance emocional. Tengo varias preguntas que me rondan como: ¿Todo fue mentira? ¿una maldita químera? La frialdad de su actuación me amedentra, más que tener un arma apuntándome en la cien, lo que ha hecho es macabro. Me repetí varias veces que no dejaría que alguien me hiriese y aquí estoy lamentándome por creer en un lobo vestido de oveja, que devoró mi corazón y lo dejó hecho pequeños pedazos sin vida. Solo siento resentimiento y una sed de venganza. ¿Está mal? No lo sé, pero no puedo dejar que los Sykes estén en libertad. No esta vez...
— Otra vez perdida en tus pensamientos.
— Jones, siento asco que esté en el mismo curso —susurro.
Quizás esa era la peor parte, tener que verlo todos los días y contestar con una sonrisa ante todas las preguntas acerca de la ruptura. Todo empezaba a cansarme, incluso empezaba a imaginarme que mi puño acariciaba salvajemente su rostro y le cortaba sus malditos rizos.
— Necesito cantar —añado.
— Si sientes que cantando te va a quitar esa mirada perdida, dalo por hecho. Solo quiero que todos esos pensamientos que estás teniendo se controlen, canalices la ira y lo resuelvas de la mejor manera. ¿okay?
— Okay.
Fijo mis ojos en la punta del lapiz, vuelvo a recordar sus palabras, aprieto con fuerza el lapiz como si este me fuese a proteger del dolor. Se quiebra y siento como una lágrima se me escapa decidida a caer sobre la mesa. Pero su pulgar la detiene, puedo ver como la manga del abrigo se humedece.
— La frente en alto. Siempre. —dice, mientras apoya su cálida mano sobre la mía.
El sonido de la campana es el inicio del mar de lágrimas que recorren mis mejillas, acabando en el pecho de Jones, sufriendo por lo que pudo ser y no fue. Encorvada, con un nudo en la garganta y escondiendo mi rostro, eso es lo que soy ahora. Siempre fue él quien empezaba a contarme de su vida, esa debió ser su táctica, si era confiable y transparente, que podría pasar. Además, con ese rostro de ángel quién podría desconfiar. ¡Malditos hoyuelos! Espero que el cabello se le caiga y se quede calvo.
Poco a poco, mi respiración se va estabilizando y he limpiado el odio que llevaba, pero está claro que no será la última vez.
— Basta. Con la frente en alto, ¿verdad?
— Con la frente en alto. Siempre —sonríe.
— Gracias por...
— ¿por ser tu paño de lágrimas? — me interrumpe.
— No quería decir eso.
— Miller, puedo ser todo lo que quieras, solo quiero que seas feliz —baja la mirada y vuelve a conectar otra vez —Buscaré algún bar local que requiera concierto este fin de semana, porque no podemos salir de la ciudad por los exámenes y proyectos finales.
— ¿Cómo van las redes? —pregunto, mientras limpio mis lágrimas.
— Quimera aún es tendencia en twittah, han empezado a grabar cover de nuestras versiones en insta y yutu. Estoy seguro que es un buen comienzo... Pero si queremos que nos tomen encerio debemos
— Componer canciones —decimos al unísono.
— ¿Lo has pensado? —pregunta emocionado.
— Claro, pero... no creo que sea buena compositora. Podríamos hacerlo entre todos, somos quimera. —tiene un mirada dulce.
— Debo ir al cacillero por unos libros, ¿te parece si conversamor de ello en el camino?
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Quimera
Teen FictionElla tiene miedo a enamorarse. Él está enamorado. ¿Qué pasa si por cosas del pasado, te impides vivir el ahora? Es la quimera de la juventud, porque sabes que cada día es único. Y con el paso del tiempo, te das cuenta que la juventud está y a la...