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Aún no entiendo de dónde saqué la fuerza necesaria para levantarme de esa silla colonial, de responder la pregunta acerca del agujero de la mesa y disculparme por la noticia inesperada de mi madre (que obviamente era mentira). Me restriego el rostro con ambas manos, lanzo un grito y pataleo un poco. ¿Me importa lo que piensen quienes han dicidido pasear a su perros un sábado a las siete de la mañana? No. Grimes debe estar cerca, eso espero, porque necesitaba hablarlo con ella. Isa se había quedado congelado cuando le di la noticia, se pensó algunos minutos antes de sugerirme que debía contarle a Glenn. Pero, entre más lo pienso más me aterra. 

—Esto debe ser gravísimo —Grimes lleva pijama y un abrigo café oscuro largo. 

—Glenn es hermanastro de Sykes —su cuerpo cae en peso sobre el banco. 

—Es un chiste, ¿verdad? 

—¿Tengo cara de chiste? He ido a la cena con los padres de Glenn, ese bastardo ha bajado por las escaleras, fingió no conocerme y su sucia boca dijo el nombre de mi hermana. 

—¡Bastardo! —protesta —Pero, ¿cómo es la relación de Glenn con sus padres? 

—Su padre se llama Frank Sykes ....

—Espera... —saca su móvil y sus pulgares empiezan a teclear —¡Lo sabía! Me resultaba familiar, ese señor es presidente de la Corte Suprema. Me gusta leer el periódico los sábados por la mañana. 

—Lo conozco, ¿recuerdas que me obsesioné? Sé todo sobre la trayectoria laboral de ese sujeto, pero lo único que no sabía era su situación amorosa. ¿Cómo Ivannova pudo fijarse en ese tipo? 

—¿Quién es Ivannova? 

—Es la madre de Glenn, tiene una galería de arte. Ella parece no conocer el pasado de ese par de Sykes. Estoy segura que ese hombre esconde algo... Y lo...

—Wait... Primero, debes resolver un problema, no puedes acumular tantas cosas, tu cabeza va a estallar y terminarás utilizando "hubiera" en los próximos meses. 

— ... vamos con Glenn, le cuentas tu historia, ves su reacción y sabrás como continuar. Es difícil, incluso más de lo que me imagino, pero ve con la verdad, te prometo que no te arrepentirás. Siento en lo profundo de mi corazón que Sykes se va a arrepentir de todo lo que hizo, a tu familia, las otras chicas, incluso la hermana de Jenna, arderá que querrá nunca haberse topado contigo. 

No puedo evitar abrazarla, se me escapan un par de lágrimas que se deslizan sobre mis mejillas y humedecen la chaqueta de Grimes.  Pasa su pulgar borrando cualquier señal de tristeza. 

—Miller eres inteligente, practicaste ballet, cantas en una banda, podrías patear el trasero de cualquiera, pero ese chico necesita saber la versión de tu verdad. Solo hay una Viena Milller de diecisiete años con cabello negro, ojos azules y que perdió a su hermana. 

Asiento. Voy hacer que me pida perdón de rodillas, que ruegue por que su condena sea más ligera y seré quien sonríe al final de esta... mi historia. Tomo una bocanada de aire, me pongo de pie, me despido de Grimes con un fuerte abrazo, se rehúsa a que la deje en casa prefiere que vaya directo a casa de Glenn. 

Envío un mensaje de texto anunciando que voy camino a su casa, no recibo ninguna respuesta, bloqueo y lo meto en mi bolso. Conecto mis airpods, enciendo el motor y emprendo el largo camino. Pese a que era de noche, pude memorizar las calles y el camino exacto. Era el juego que teníamos con mi hermana, memorizar un recorrido, con el nombre de las calles y en que dirección girar. Recuerdo que empezamos hacerlo porque nos obsesionamos con los documentales de personas desaparecidas y lo necesario que era estar atenta a todo en caso de un secuestro. 

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora