Quimera

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Tres, dos, uno,... El reloj marca las diez en punto de la mañana de un sábado. ¿Por qué no ingresaba por la puerta? ¿Qué era más importante para Lucy? Estaba jugándose la credibilidad ante el único abogado que había creído en nosotros. ¿Debería haber ido personalmente a recogerla? Parte de nuestro acuerdo, era su protección y que se mantuviera con vida. Por eso, la movimos al departamento de Sunny. Recuerdos del accidente se mezclan con ideas nuevas, donde Lucy es la protagonista. 

 A Jones le había costado varios días en el hospital, puse mis rodillas ante una superficie irregular e imploré que nos ayudara, con su presencia en la estación de policía para levantar un denuncia en contra de Matthew Sykes. Grimes me pide que no me preocupe. Pero, ¿no había sido suficiente todo el camino recorrido? ¿necesitábamos luchar más? Pincho mis muslos con ambos codos, mientras espero con la mirada baja, hacia un punto en común donde se juntas las cuatro cerámicas grises. 

La oficina del abogado, Charles Thurdford, era  muy sombría. Era una caja de unos veinticinco metros cuadrados, paredes blancas y cerámica gris. A mi derecha, estaban colgados los títulos, conferencias y menciones de honor, en recuadros de manera desgastados. A mi izquierda, un estante de libros comidos por las polillas, a sus costados; más pilas de libros. En fin, un caos. ¿Me importaba el aspecto de su oficina? No. ¿Debería considerarlos para juzgar su capacidad? No. Cruzo mis brazos sobre mi pecho, pero antes de fijar mis ojos en la puerta, analizo sus rasgos. No es joven, pero tampoco entra a la andropausia. Su cabello es más rubio que el de barbie, ojos achinados, nariz respingada y labios finos. ¿Cómo se había convertido en la pareja romántica de Sunny? Sus hijos de seguro tendrían el cabello del color del sol, si es que el sol tuviese color, porque es un fuego. Siento una palmadita sobre mi hombro. Bajo el umbral estaba Lucy acompañada de su hermana, Jenna. 

— ¿Hemos llegado a tiempo? —Jenna le pregunta al abogado. 

— Un poco tarde, pero que es la vida sin los imprevistos —contesta Charles — ¿estás lista, para tu declaración? 

Lucy asiente. 

...  

Lunes que pasan más lentos en comparación a los otros días.Aún sentía un vacío, quizás por esa falta de rutina para ir a la escuela, marcando el fin de una etapa. Le había dicho adiós a la escuela, pero menos a Jhon Sax, a quién le había prometido mantener contacto para continuar con nuestras sesiones, aunque ya no eran recurrentes, pero si quería continuar, al menos cinco veces al año. La banda era lo único que iba a continuar en estas cortas vacaciones de dos meses antes de entrar a Stanford. Jones nos había compartido la agenda de nuestras presentaciones, el repertorio de canciones y las entrevistas a los medios. ¿Desde cuándo todo había cambiado? ¿Quimera en una entrevista? Todo se sentía tan irreal, pero aún en nuestra ausencia hablaban de nosotros en las redes. Sunny había conseguido una furgoneta auspiciada por una empresa de instrumentos. Aquella idea de Jones, de tener su propia banda, estaba dando frutos y ahora tenía patrocinadores. 

Todos estos pequeños detalles, como las reuniones, las visitas y charlas con mis amigos, había opacado por completo el hecho de que había sido engañada y esa relación, pasó a ser parte de mi pasado, del cual no lo cambiaría por nada. Las preguntas que me habían rondado era: ¿Acaso había llorado lo suficiente? o ¿esta era la forma de pasar una ruptura amorosa? No había sido una relación de un par de meses, era la segunda relación de toda mi vida y dada la verdad del asunto del beso, sería el primer desastre de relación, como una montaña rusa. ¿Fui amada? No. ¿Fui engañada? Si. ¿Hubieron charlas interesantes? Si, no lo voy a negar, las conclusiones de las charlas con Glenn Rhee, fueron importantes. Pero, todo había sido un montaje, luego del incidente del pasillo, donde aquellos ojos de fuego me habían dejado meditando, acerca del ángel convertido en demonio o negarme ver la realidad de su personalidad, porque según fuentes cercanas, dicen que el amor te ciega, ¿eso es verdad? o ¿lo hacemos conscientes de nuestros sentimientos? Mi excasa experiencia en el romance me impide responder ante tales interrogantes.