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No sé que es peor: citarme en un café temático de osos o que esté retrasado más de veinte minutos. Debido a su llamada subida de tono, estoy vestida con mi ropa de dormir de huellitas de perro, llevo el cabello en una trenza y mis pantuflas de spiderman. ¡Auxilio! Un camarero vestido de oso se me ha acercado a pedir la orden y solo pude responderle que deseaba un te con menta. Aquí con mi te con menta, espero que en menos de un minuto aparezca por esa puerta, sino soy capaz...

—¿Pero qué llevas puesto? —pregunta escandalizado. 

Era la última pregunta que deseaba que me hiciera. Le fulmino y lo entiende. Su cabello rubio que le tapa la frente, la sonrisa que enchina sus ojos y esos jodidos hoyuelos. Lleva unos joggins plomos, una camisa blanca con su chaqueta de jean y unas vans negras. Se inclina, se acerca y me susurra: 

—Me encantan tus pantuflas —podría jurar que está sonriendo. 

Golpeo su antebrazo, antes de sentarse me da un beso y pasa ambas manos por mis mejillas. Me tomo un sorbo de mi te con menta. Llama al camarero y pide un frapuccino. Ninguno dice una sola palabra, me pone un poco nerviosa, me pregunto cuál será su noticia. Sus ojos están clavados sobre los míos, quizás se pregunta en que estoy pensando. No evado la mirada, incluso siento tener la misma intensidad que la de él. 

—¿De qué querías hablar? —la curiosidad es más fuerte que mis nervios. 

Se lleva la mano hacia un bolsillo trasero y saca un papel doblado por la mitad. Parece ser una carta. Y pienso en los promotores, quizás...

—Me han ofrecido una beca completa en Green Bay Packers —chilla. 

Me quedo pasmada hasta procesar toda la oración. La mastico, me repito cada palabra y noto que he tomado un sorbo de te inconscientemente. No logro pasar el líquido, termino tragando una parte por la garganta y otra por la nariz. ¡Auch! Arde. Glenn me ayuda con unas palmadas en la espalda, se levanta para pedir un vaso con agua. Regresa, me extiende un vaso con unos dibujitos de osos. Levanta la mano para negarme, estoy cerca de controlar la tos. 

—Ya me siento mejor.

—Quería que seas la primera persona en saberlo. 

—¿Y tu familia? —mi pregunta parece incomodarle. 

—No creo que le importe —contesta, encogiéndose de hombros. 

—Gracias por decirme... —me muerdo la lengua para evitar preguntar de su familia —. Pero estoy segura que tus padres estarían encantados de la noticia. 

—Pues... entre ser abogado y jugador de fútbol americano hay una gran distancia —deja su vaso de frapuccino sobre la mesa y se levanta. Me extiende su mano. 

Me molesta que no pueda contarme acerca de su familia, pero por otro lado no soy capaz de indagar, porque aún no he contado mi verdad. Tomo su mano. Esperando que exista otra oportunidad. 

—Quiero presentarte con mi familia — me toma de sorpresa que termino botando el té en el primer tacho de basura en la esquina de la calle. 

— ¿De verdad? 

— Conozco a tu madre, pero aún no conoces a mis padres y a mi hermano. 

—¿Tienes un hermano? 

—Digamos "hermanastro"—su contestación sale con un tono diferente. No es dulce, sino oscuro. 

—No sabía que tenías un hermanastro. 

—Hay muchas cosas que no sabes de mí. 

—¿Cómo qué? —pregunto, mientras me hago una coleta. 

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora