Asuntos Rasgados

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Lunes -8:00 AM-

El sonido de la cafetera trabajando, el olor del café en el ambiente mezclado con un recién despertado Minoru que empezaba la mañana con una serie de ejercicios: Abdominales, flexiones de brazos y piernas, junto a sentadillas y lagartijas con una sola mano mientras la otra la tenía en la espalda, esta era su forma de despertarse, o al menos hasta que su café estuviera listo.

Cuando aquel oscuro líquido llenó por completo el recipiente de la máquina, el chico decidió finalizar sus ejercicios, se dio una ducha rápida de pocos minutos para luego salir con una toalla en mano para servirse una buena taza de café negro y empezar a prepararse algo para desayunar.

Nuestro protagonista colocó una sartén con un poco de aceite sobre la flama de la hornilla y se tronó los dedos de su mano, como una forma de prepararse para comenzar a cocinar su desayuno. Rompió dos huevos en la sartén y dejó que se cocieran con el aceite, mientras colocaba dos rebanadas de pan en la tostadora. Le dio un sorbo a su café mientras bañaba la clara y yema de los huevos con el aceite con una cuchara para cocinarlos debidamente.

Cuando los huevos estuvieron listos, los retiró y los colocó en un plato para luego colar el aceite que había usado en una botella.

Hachimaru: Guardar el aceite es muy importante.

Mineta: Ya lo sé ¿Sabes lo costoso que está ahora?

Hachimaru: No hay que desperdiciar ni una gota.

Platicaron entre ellos hasta que Mineta guardó todo el aceite en la botella. Rápidamente volvió a colocar la sartén en sobre el fuego y puso dos tiras de tocino para que se cocinaran. No les agregó nada de nada, estas mismas se cocerían con su propia grasa y no era necesario agregarles sal por su ya de por sí salada naturaleza. Cuando el tocino se puso oscuro, rígido y crocante, lo puso en el plato junto a los huevos y tiró la grasa sobrante por la cañería.

Desayunó tranquilo, percatándose del horario para no salir a las apuradas. Una vez terminada la comida más importante del día, dejó los trastes en el lavavajillas, se puso su bonito traje dado por Moxxie y se retiró, no sin antes llevar consigo a su maestro, la espada parlante. Condujo hasta el trabajo, siendo acompañado durante el camino por sus padres adoptivos, quienes estaban más que contentos de acompañar a su hijo al trabajo, y antes de siquiera llegar era un buen momento para tener una plática corta con el chico.

Moxxie: Hey, Mineta!

Mineta: Sí, Moxx?

Moxxie: Me olvidé de darte esto ayer. -dijo mostrándole un libro anaranjado- Con todo y lo cansado que estaba se me olvidó.

Mineta: Pues, puedes dármelo más tarde cuando lleguemos. -respondió mientras continuaba prestando atención a la calle-

Su madre, Millie, le dio un rápido vistazo al objeto, el cual reconoció rápidamente antes de que su esposo lo guardara.

Millie: Uhhhh!! ¿Queriendo aprender a dar masajes? Me pregunto a quién quieres dárselos... 

Mineta: Hey! Solo busco aprender a hacer cosas nuevas, eso es todo ¿Qué te dio esa idea? -contestó nerviosamente avergonzado-

Millie: Bueno... Moxxie no da masajes por nada, y claro, cómo negarse con las maravillas que hace con ellos. -comentó mientras aumentaba su tono atrevido-

Mineta: Okay, ya entendí. -dijo deteniendo el comportamiento de su "madre"- Te pido por favor que no entres en detalles.

Después de unos minutos, finalmente llegaron a su destino. Se adentraron al edificio subiendo por el ascensor y encontrándose con Loona, la cual esperaba afuera de las oficinas mientras usaba su celular con su actitud regular.

Un Pervertido en el Infierno (Mineta x HH y HB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora