Llegamos a Venecia con mucha energía, y la tarde soleada nos recibe con todo su esplendor.
Bastien estuvo muy conversador en todo el viaje, e hizo un mini itinerario de lo que haremos durante la tarde. Únicamente debemos elegir las telas para los diseños, pero él quiere aprovechar y recorrer varios sitios.
-¿Sí recuerdas que no estamos aquí de vacaciones? -le pregunto, arrastrando mi maleta por el aeropuerto.
-Hay que aprovechar. -reitera, acomodándose el sombrero veraniego que tiene sobre la cabeza.
Trae dos maletas y un bolso, lo cual me parece excesivo, considerando que mañana al mediodía volvemos a París.
-Nuestro transporte nos espera afuera. -indica, revisando su móvil.
-¿Nos llevará directo al Hotel? Porque quiero descansar un poco, tal vez darme una ducha. -le digo.
-En una hora debemos estar en la fábrica. -añade, avanzando a mi lado. -Podemos dejar todo en el Hotel y comer algo. Yo me muero de hambre.
Salimos del aeropuerto y abordamos la camioneta oscura que nos espera, mientras que el chofer nos ayuda con las maletas. Me quito las gafas para el Sol, y le envío un mensaje a Hélène para avisarle que ya llegamos.
Bastien se toma un par de selfies para subir a sus redes sociales, y baja la ventanilla para grabar algunos videos mostrando los alrededores.
Recibo un mensaje de Oliver, diciendo que disfrute de la ciudad, y que si necesito alguna cosa, no dude en decirle. Le agradezco, y no puedo evitar sonreír al recordar nuestra cita de anoche: nos divertimos un montón, y conocí su hogar. Velia estaba con su madre, así que él y yo pasamos la noche juntos; cocinamos, escuchamos música y nos reímos gran parte de la velada. Todo fluyó de manera tan natural, que parecíamos conocernos de toda la vida; Al final me quedé a dormir en su casa, y le avisé a Bastien que llegaría temprano en la mañana, para armar las maletas y organizar todo. Me dijo que él se quedaría con Jack, así que no hubo problema.
-¿Te dije que Jack me preparó una estupenda cena anoche? -me habla Bastien.
-¿Sí? Eso es muy lindo. -le sonrío.
Él se quita las gafas y me observa con duda.
-Sí…
Me acomodo en el asiento, para verlo mejor.
-¿Qué pasa? -indago.
-Fue… raro. Siento que todo avanza muy rápido y eso no me agrada mucho. -responde, y juega con su sombrero.
-Le gustas, no veo cuál es el problema. -elevo mis hombros. -Además, únicamente te cocinó. Oliver hizo lo mismo por mí, y eso no tiene nada de malo. -añado.
Sus cejas se elevan con sorpresa, y me mira con atención.
-¿Él cocinó?
-O sea, yo le ayudé. -aclaro.
-Tú no sabes cocinar. -se ríe.
-Hice lo que pude. -me defiendo.
-Me imagino… -se burla. -En nuestros nueve años de amistad, jamás te he visto cocinar. -recalca. -Ahora, llega Oliver, ¿y me dices que le ayudaste con la cena? Estoy muy sorprendido.
Yo lo empujo, riendo.
-¡Tú no eres un gran cocinero tampoco! -lo señalo.
-¡Te he cocinado varias veces! -me recuerda, señalándome con su abanico. -Y jamás te quejaste de mi comida.
Yo aprieto mis labios, negándome a responder, y él me mira indignado.
-¡Maldita! -exclama, empujándome levemente.
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150 Días
RomanceEncontrar el amor, de por sí resulta muy complicado. Ahora imagínate si a eso le sumas que tienes un plazo de 150 días para encontrarlo... Es una misión prácticamente imposible. Pues, mi madre parece que no es consciente de lo descabellado que suen...