10- Confesiones.

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Llegar a París fue un caos, ya que nuestras maletas por poco y se pierden en el aeropuerto cuando aterrizó el avión.
Bastien se puso como loco y casi le da un infarto. Hasta se le bajó la presión arterial; Discutimos con una señora, la cual nos gritaba sin sentido. Pensó que queríamos robar sus maletas y gritaba "¡Policía, policía!". Y eso fue peor para mi mejor amigo, ya que estuvo al borde de perder los estribos.

Gracias al Universo, nada de eso pasó a mayores. Todo se solucionó, y nos fuimos.
Hunter estuvo con nosotros en todo momento, e intervino para que la situación no se saliera de control.
Finalmente nos llevó hasta la casa de Bastien, y me invitó a cenar esa misma noche. Estaba demasiado aturdida y terminé diciéndole que sí, sin pensar mucho.

Cuando entramos al hogar de mi amigo, dejamos las maletas en medio del salón y ambos caemos rendidos en el gran sofá de su sala.

-Hogar, dulce hogar... -murmura Bastien, hundiendo su rostro entre los cojines.

-Al fin paz. -digo aliviada.

-Esa vieja me comió el cerebro con sus gritos. -se queja.

-Menos mal estaba Hunter. Se hizo cargo de todo.

-Hurra por el salvador Hunter. -ironiza.

Ambos reímos.

-¿Así que saldrás con él? -pregunta.

-¿Eh?

-Te invitó a cenar esta noche.

-Ni siquiera estaba prestando atención. -añado.

-Veremos cómo lo toma Oliver.

Yo giro mi cuerpo para mirarlo, y noto que aún permanece en la misma posición. Ni siquiera sé cómo logra respirar con normalidad teniendo el rostro aplastado literalmente contra un cojín.

-Oliver... -pienso. -Pues, no tiene que saberlo... -pongo una mueca al notar lo mal que se oye.

Él emite un sonido perezoso y se endereza para verme. Eleva una ceja.

-Recuerda lo que te dije sobre jugar con fuego, ¿de acuerdo? -repite. -Esa... indecisión te puede costar caro.

-¿A qué te refieres?

-Te quedarás sin el pan y sin la torta. -responde. -Oliver no parece ser el tipo de hombre al que le gusta que lo tengan de títere. No juegues con él.

-¡Oye! -exclamo ofendida. -¿Por quién me tomas?

Me pongo de pie rápidamente y chasqueo la lengua.

-Tú me conoces, Bastien. -le reclamo. -¿Cómo puedes insinuar algo así?

Él toma asiento en el sofá y suelta un suspiro.

-No tienes mucha responsabilidad afectiva. -añade. -Y, tal vez no te das cuenta cuando lastimas a alguien.

-¡No tiene nada de malo que cene con Hunter! -exclamo. -Además, Oliver no es mi pareja como para que yo le deba respeto.

Él se pone de pie.

-Pero le estás dando señales de que quieres algo más. Y después sales con Hunter, a quien también le das motivos para que piense que hay algo más. -inquiere. -Tal vez tu intención es buena, pero, amiga, tienes que establecer tus prioridades. Debes ser clara con ellos, y sobretodo contigo misma.

Abro la boca para protestar, pero la cierro al no encontrar las palabras adecuadas.
Tal vez él tenga razón y yo los estoy confundiendo a ambos.

Tomo asiento con lentitud, y me quedo batallando con mis pensamientos.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora