22- Sabor amargo.

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Me levanté con dolor de cabeza, debido a todo el alcohol que había ingerido la noche anterior. Bebí tanto que, literalmente, no sé cómo ni cuándo llegué a mi casa.
Pero, al ver a Bastien a mi lado roncando, supe que habíamos llegado juntos.

Al revisar el reloj que descansa sobre el pequeño mueble a mi lado, casi me tiro de la cama. ¡Es tardísimo!

-¡Bastien, despierta que es muy tarde! -le grito.

-Calla... -murmura sin abrir los ojos.

-¡SON LAS NUEVE DE LA MAÑANA! -exclamo con impaciencia.

Ahí él se reincorpora al instante.

Me quito las sábanas de encima y me pongo de pie rápidamente. Grave error.
Cierro mis ojos y me agarro la cabeza con fuerza.

-Maldita sea. -me quejo.

-¿Las... nueve? -pregunta aturdido. -¿Mi maldita alarma no sonó? ¿Cómo puede ser posible que no haya escuchado esa alarma de peligro, literalmente? -gruñe de mala gana.

-Yo caí como roca. No oí nada. -añado con calma. No quiero ni exaltarme en lo más mínimo. -Me duele mucho la cabeza.

-Eso te pasa por beber tanto alcohol. -se burla.

-Necesitaba hacerlo. -respondo, y vuelvo a sentarme en la cama. Suspiro. -Hay... un asunto que me tiene algo inquieta.

Él me presta atención.

-¿Qué pasó?

-Voy a... terminar con Hunter.

Él guarda silencio por unos segundos.

-Todo lo que me dijiste, más lo que hablé con Oliver... me ayudó a entender mi situación. Y... no puedo engañarme ni engañarlo a él de esa manera. No es justo ni sano. -reflexiono. -Tengo miedo, claramente, pero es lo correcto.

Él aprieta mi mano.

-No será sencillo, mon soleil, pero debes hacerlo. La felicidad está por encima de todo. -dice.

Sus brazos me rodean, y yo le correspondo al abrazo.

-Todo saldrá bien. Hunter es un hombre comprensivo. -murmura.

-Quiero que mi madre me vea realmente enamorada. Que note lo feliz que puedo llegar a ser. -digo. -Necesito que ella tenga la certeza de que Sofi y yo estaremos bien, acompañadas por personas a quienes realmente amamos. Siento que es la única manera en que yo podré estar tranquila, sabiendo que mi madre se irá en paz.

-Y así será. Hélène ya sabe que Sofi y tú no estarán desamparadas. Aquí hay muchas personas que las aman, incluyéndome.

Me abraza con fuerza y deposita un beso en mi coronilla.

-Tú haz lo que debas. -me aconseja. -Hay decisiones que deben tomarse, más allá de que sean tristes.

-Sí, lo sé. Debo encontrar el momento para hablar con Hunter. -murmuro al separarme de él.

En ese momento mi móvil suena, haciéndome sobresaltar.

-Es Hunter. -anuncio con sorpresa.

-Tómalo como una señal. -dice. -Iré a preparar nuestro desayuno. -me da un par de palmaditas en la pierna y se pone de pie.

Yo suelto un sonoro suspiro, mientras tomo coraje para atender.

No logro reunir la fuerza suficiente, así que dejo el aparato sobre la cama y le pongo la almohada encima.

-¿Qué haces? -cuestiona Bastien desde el umbral de la puerta.

-Tengo que... despejarme un poco. -respondo y me pongo de pie. -Saldré a correr.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora