12- ¿Cruel?

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Mamá se puso como loca cuando se enteró que suspendí a Liza. Realmente no se esperaba tal cosa de mi parte, y eso le molestó demasiado.

-¡No puedes suspenderla! -exclama.

-De hecho, lo hice.

-¿Y por cuántos días? -exige saber.

-Una semana.

Niega con la cabeza, incapaz de aceptar mi decisión.

-Es demasiado. -increpa.

-¿Cuántos días le diste tú a Tania cuando llegó tarde a un desfile porque se durmió? -le recuerdo.

-Eso fue diferente.

-¿Cuánto tiempo? -reitero.

-Doce días. -responde finalmente.

Yo elevo una ceja, y tomo asiento sobre la mesa de mi escritorio.

-Ya ves... -añado. -Y esto tiene más peso.

-No acepto tu decisión. -niega. -Aún sigo teniendo la última palabra, así que la suspensión baja a tres días. -espeta.

-¿Estás contradiciendo mi orden? -cuestiono a la defensiva.

Ella se lleva una mano a la cabeza, no sé si por cansancio o porque está buscando paciencia para sobrellevar la situación.

-¿Qué pasa si ella decide faltar a un desfile? -le pregunto, cruzándome de brazos. -Porque esta vez fue a una sesión fotográfica, pero más adelante puede ser peor. ¿No piensas en eso?

-No quiero seguir hablando de eso ahora. -murmura tomando asiento en un sofá.

-Bien. Hablemos entonces de lo que te está pasando a ti. -cambio de tema.

Ella se quita la mano de la cabeza y me mira con el ceño fruncido.

-Y no te hagas la desentendida porque sabes bien a qué me refiero. -añado.

-Te dije que son chequeos.

-¡Ay, ya deja de mentir! -elevo la voz, bajando del escritorio. -Sé que es algo grave, mamá.

Suspira con cansancio y se queda en silencio.

-¿Fue Connor quien te lo dijo? -pregunta.

-Ese idiota no dijo ni una palabra. -me quejo.

-No hables así de él, por favor. -me pide.

-¿Lo vas a defender? Entiendo que sea tu doctor, pero es su deber decirnos la verdad respecto a tu salud. Hacerse el misterioso no sirve de nada. -zanjo.

-Él es una buena persona. -murmura con pesadez.

-¿Me lo dices como su paciente o como algo más? -frunzo el ceño.

Traga saliva y se acomoda mejor en el sofá. Ahora evita mirarme a los ojos.
Se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja, y traga saliva.

-Claro... -murmuro al entender todo. -Por eso te ayuda tanto y calla las cosas... Sales con él. -asumo.

Ella se pone de pie con lentitud.

-No es lo que crees, hija... -se apresura a decir.

-¿Ah, no? ¿Entonces cómo son las cosas, Hélène?

La miro con enojo. Sus mentiras van en aumento.

-Solamente somos amigos. -añade.

-Dejaré que él me lo confirme entonces. -sentencio. -Y haré que me confiese lo que tú no te atreves.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora