Capítulo 27- Tormenta.

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Me desperté desorientada y algo aturdida.
La noche anterior nos la pasamos muy bien, que hasta los problemas dejaron de existir. Nos olvidamos de todo y disfrutamos mucho.
El bar se había llenado de gente y todos parecían tan agradables que se unieron a nosotros: practicamos karaoke, nos reímos, estábamos alegres.

El abuelo de William fue muy amable con nosotros y, cuando finalizamos la noche, se ofreció a llevarnos a casa.

Ahora tengo una resaca horrible y ojeras muy marcadas, pero valió la pena.
Samuel se divirtió y se marchó a casa con una gran sonrisa, que es lo importante.
Sé que ahora debe enfrentarse a la realidad, pero al menos logramos ayudarlo y aconsejarle por una noche. Ahora su mente está más lúcida.

Yo también debo enfrentar mi realidad. Tengo que presentarme en la agencia, ya que todos esperan las pruebas sobre lo sucedido en el desfile.

Termino de beber mi café y agarro unas gafas oscuras.
Le envío un mensaje a Bastien, preguntándole si está listo. Me dice que va de camino al trabajo.

En ese instante recibo un mensaje de Samuel, invitándome a almorzar. Acepto. También me agradece por lo bien que la pasó la noche anterior, y por mis palabras sabias.
Me cuenta que tiene a la prensa encima y a toda la familia, básicamente. Todos buscan respuestas.
Su casi esposa no asomó ni las luces, y algunos están preocupados por ella.

Entiendo perfectamente la situación, todo es tan similar...

Mi teléfono suena, y elevo mis cejas cuando veo el nombre de Oliver en la pantalla.

—Hola. —hablo.

—¿Cómo estás? ¿Qué tal te fue ayer en la boda? —me pregunta.

—No hubo boda. —respondo.

—¿Qué? ¿En serio? ¿Por qué no?

—La novia no quiso hacerlo. —inquiero. —Samuel estaba devastado... Ella le confesó que ama a alguien más.

—¿Samuel? ¿Quién es Samuel? —pregunta confundido.

—Quien se iba a casar, un viejo amigo. 

—Oh... —es lo único que dice. —Anoche te llamé, pero no respondiste. Creí que estabas en la fiesta.

—De hecho, como no hubo boda, fuimos a un bar. —le cuento. —El dueño resultó ser el abuelo del padrino de la boda. El lugar es fabuloso. Estuvimos hasta tarde allí. Tal vez por todo el gentío que había, más la música, no oí tu llamada. Lo lamento.

—Pero, ¿conocías a ese hombre? —pregunta.

—¿A Samuel? Claro que sí. —inquiero riendo. —El padrino se llama William. Bastien también fue, obviamente.

—¿Y la pasaste bien, más allá de que no hubo boda?

—Sí, estuvo todo muy entretenido.

Tomo mis cosas y salgo del apartamento, ya que no quiero llegar tarde al trabajo.

—¿Almorzamos hoy? —habla.

—Ay, lo lamento, pero no puedo. Samuel me invitó y acepté, porque no tenía otro plan. —me disculpo. —Pero podemos cenar y quedarnos juntos toda la noche.

—Cena me parece bien. —accede, y escucho un suspiro de su parte.

Ingreso al elevador y aprovecho para arreglar mi cabello a través del espejo.

—Oye, ¿eres muy amiga de ese hombre? Porque no había escuchado su nombre antes, nunca lo has mencionado. —comenta.

—Lo conocí hace cuatro años, pero perdimos el contacto posteriormente. —le explico.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora