25- Enemigos.

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Después de solucionar provisoriamente el altercado del desfile, fui a la casa de Oliver como le había prometido. Él me estaba esperando.

Vincent Da Silva prometió ayudar, y aseguró que llegaría al fondo del asunto. Porque, más allá de todo, había sucedido un incidente en el sitio que está bajo su responsabilidad.
Es de suma importancia dar con los responsables, porque ocurrió en un lugar tan importante como el Musée du Louvre.
Y el asunto es muy serio.

Me acurruco contra el pecho de Oliver y me cubro con la manta que trajo en cuanto llegué.

—¿Estás más tranquila? —me pregunta en voz baja.

Ambos estábamos en el sofá de su sala, mirando una película romántica.
A decir verdad no le estaba prestando atención porque mis pensamientos estaban en otro lado.
Pero estar entre sus brazos me ha calmado bastante.

—Lo estoy. —afirmo.

Sus brazos me rodean con más fuerza, y deposita un beso en mi cabeza.

—¿Velia cómo se encuentra?

—Está mucho mejor. Mañana estará como nueva. —dice con calma. —Estuvo viendo el desfile por televisión, conmigo. —comenta.

—Lamento que hayan presenciado ese fiasco. —me disculpo.

—Oye, no digas eso. —se aleja un poco de mí para que lo mire a los ojos. —No tienes que disculparte.

—Me siento responsable. —añado. —Yo siempre soy quien supervisa ese tipo de cosas. Y en este evento no estuve tan presente. —chasqueo la lengua.

Suelto un sonoro suspiro y me quito la manta de encima. Tomo asiento correctamente y apoyo los codos en mis rodillas.

—Gregory no fue el único que me acusó, ¿sabes? Cuando todo terminó, más de uno se me acercó y me señaló. —le cuento. —Dijeron que yo debía estar pendiente de la escenografía, y de todos los detalles. Pero que estaba más pendiente de beber alcohol y de quejarme por estupideces.

—¿Quién más se atrevió a ofenderte? —cuestiona con enojo. —Nadie tiene derecho a señalarte con el dedo, como si tuvieras la culpa. Son un equipo, y deben apoyarse entre todos. —inquiere.

—Yo reconozco que he estado ausente...

—Pero no eres la única que forma parte de la agencia. Una cosa es supervisar que la decoración sea como estaba detallada, y otra muy diferente es que estés codo a codo con el equipo técnico. Se supone que los expertos en la materia son ellos, no tú. —opina. —No puedes permitir que el peso caiga sobre tus hombros.

Sus brazos me rodean y me acercan nuevamente a su pecho.

—Deja de culparte. —prosigue. —Más allá de que estuvieras o no supervisando, no tienes la certeza de haber podido evitar ese sabotaje.

—Eso es lo que peor me tiene. ¿Quién pudo hacernos esto? Tiene que ser alguien cercano a nosotros. —pienso.

—El encargado se hará cargo, ¿no?

—Tiene que hacerlo. —zanjo.

—¿Por qué le tienes tanto rencor? —pregunta.

Yo exhalo y levanto el rostro para verlo.

—No seguir pensando en cosas que me hacen mal. Mejor bésame. —murmuro.

Sonríe y acerca su boca a la mía para besarme tiernamente.

—¿Así está mejor? —susurra contra mi boca.

—Sí, mucho mejor.

Lo halo hacia mí y su cuerpo queda sobre el mío. Me dejo caer de espaldas sobre el sofá, sin dejar el besarlo.
Oliver acaricia mis piernas sobre la tela del vestido y sube hacia mi cintura.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora