13- Pasado.

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El día jueves había llegado, y eso significaba: cena en casa de Hélène. La tradición de cada semana.
Sofía se había encargado de enviarme un mensaje temprano, para recordarme tal reunión.

Ingreso a la agencia con pésimo humor, aunque trato de disimularlo cuando alguien me saluda.

El clima parece acompañar mi estado anímico, ya que está cubierto por nubes grises que anuncian una tormenta.

Antes de llegar a mi oficina me preparo un café bien cargado, para soportar la mañana.
Sin perder mucho tiempo, abro mi bolso y destapo el pequeño recipiente de alcohol que llevo conmigo. Le añado un poco de martini al café, y continúo como si nada.

-Ger, te esperan en tu oficina. -me comunica Paulette, acercándose a mí.

Yo detengo mi caminata y la observo. Le doy un sorbo a mi mezcla de alcohol y cafeína, y frunzo el ceño.

-¿Quién? -le pregunto.

-Liza. -responde. -Le dije que lo mejor sería si se va, para evitar más discusiones. -aclara. -Pero insistió en que quiere hablar contigo.

-¿Le dijeron que está suspendida?

-Sí, Recursos Humanos se encargó de eso. -indica.

-Está bien. Yo me encargo. -le sonrío.

Sigo mi camino directo a mi oficina, mientras ingiero mi bebida caliente.

Veo a Bastien muy cómodo conversando con Jack, en la zona de descanso.

-¡Amiga, mira quién vino a visitarnos! -me dice él, señalando a Jack.

El chico agita su mano, saludando.

-Hola, ¡bienvenido! -le digo, acercándome.

Beso a cada uno en la mejilla.

-Bastien me invitó. -me dice el barman. -Este lugar es magnífico.

-Lo es. -concuerdo. -Con un poco de caos, como todo. -añado.

-Eso lo hace aún más interesante. -salta mi mejor amigo. -Le estoy mostrando las diferentes áreas. -me dice.

Yo me llevo la taza a la boca, y Bastien me mira con atención.

-¿Qué bebes? -me pregunta.

-Café. -le guiño un ojo.

-¿Con algún gustito extra? -intuye.

Yo me río.

-Tengo que atender un asunto. -les informo, cambiando de tema. -Pero, si hay algo que necesiten, estaré en mi oficina.

-Oye, ven que...

-¡Adiós!

Me despido de ellos y corro lejos, antes de que Bastien comience con su regaño.
Antes yo hacía lo mismo con el alcohol: tomaba mucho durante el día o le añadía un poco a mi café por las mañanas.
Con el tiempo eso me afectó, al punto en que llevaba una botella bajo el brazo constantemente; En mi oficina había botellas de alcohol y en mi bolso también. Lo necesitaba.
Me estresaba o tenía algún tipo de problema, y recurría al alcohol porque lo veía como mi salvavidas.
Cuando pasó lo de mi boda fallida, me aferré aún más a ese vicio y, sumada la depresión, casi no la cuento...

De todas maneras, ahora es diferente. Tengo el control sobre mí y sobre mi vida. Y sé perfectamente que no quiero repetir la historia.

Ingreso a mi oficina, sosteniendo mi taza con fuerza.
Veo a Liza paseándose nerviosa por el espacio. Al verme, se queda quieta y me mira.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora