14- Un rayo de luz.

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Llego a la casa de mi madre cerca de las 9 p.m.
Sinceramente, no tenía ánimo para venir pero Sofía me insistió mucho, así que no me quedó opción. Ella afirmó que tenía una noticia muy importante para decirnos.

-Oh, qué bueno que ya estás aquí. -me recibe ella en la entrada de la casa.

-Solamente vine debido a tu insistencia. -le aclaro, besando su mejilla.

-Es la tradición... -murmura. -¿Todavía estás enojada con mamá?

Avanzamos hacia la puerta principal.

-Es complicado. -respondo. -Siempre vamos a estar en desacuerdo.

-Pero esa no es razón para discutir constantemente. -inquiere. -Por favor, sé paciente con ella. No la noto bien anímicamente.

-Ella no nos quiere decir qué le sucede. -suelto. -Algo esconde. Ese doctor es otro misterioso.

-Él es una buena persona. -comenta. -Se preocupa por mamá y parece que... la quiere.

Yo me detengo en seco.

-¿Qué? -cuestiono.

Ella suspira y me observa.

-Tuve la oportunidad de conocerlo... y me pareció un buen hombre. Es cercano a mamá. -me cuenta, algo incómoda.

-¿Y cuándo pensabas decírmelo?

-Mamá es una mujer grande, y ha estado sola desde que papá se fue. Merece rehacer su vida, Ger. -admite.

-¿"desde que papá se fue"? -repito sus palabras. -Él se murió. No lo digas como si nos hubiese abandonado. -zanjo.

-Lo que intento decir es que...

-Ella puede rehacer su vida. Claro... -me río. -Destruyó su propio matrimonio, y por su culpa papá murió... Pero dejemos que Hélène sea feliz, que consiga un nuevo amante, porque se lo merece, ¿no? -aplaudo con cinismo.

-Hay que considerar todas las opciones, Ger. No sabemos por qué ella lo engañó. Tal vez...

-No. -levanto mi mano para que se calle. -Que ni se te ocurra justificar su engaño. -le advierto. -Estoy cansada de oír cómo protegen a quienes han tenido la culpa. ¡Basta! ¡Un engaño, es un engaño! Ella es la única responsable.

Su intento de justificar a mi madre, me recuerda a Diana intentando echarme la culpa del engaño de su hijo.
No puedo evitar alterarme nuevamente.

-No intento justificar nada. -dice ella. -Solamente quiero... no sé... que seamos una familia normal y feliz.

-Somos todo, menos eso. -espeto. -Nuestra familia se destruyó a partir de ese momento, y lo sabes muy bien.

Su mirada se entristece.

-Tú eres quien más ha sufrido... -murmura con pena. -Fuiste testigo de la infidelidad de mamá, luego ocurrió la muerte de papá, después lo de Freddie... Cada cosa te marcó demasiado, Ger. Hay tanto odio y rencor en tu interior...

-Fue mejor que me tocara a mí, y no a ti. -comento.

-Mamá fue muy estricta, pero aún así te las ingeniabas para que yo creciera jugando con lo que quería, a pesar de que ella no aprobaba ciertas cosas. -recuerda, y se ríe.

-Merecías una infancia feliz. -elevo mis hombros.

-¿A cambio de tu infelicidad? -pregunta. -Tus peleas con mamá mayormente fueron por mi culpa.

-Todo valió la pena. -le sonrío. -Querías jugar bajo la lluvia y saltar sobre los charcos de agua, y lo hiciste. -añado. -Querías revolcarte en lodo, trepar árboles, explorar el barrio en busca de objetos escondidos, curar a los animales heridos..., y todo lo hiciste.

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora