Capítulo 26- Dolor y decepción.

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El día de la boda había llegado y yo estaba indecisa.
No tuve la oportunidad de invitar a Oliver, ya que en estos días no tuvimos tiempo de vernos. Él ha estado muy ocupado con su hotel, con la temporada y demás, ya que el verano se acerca y las reservas han aumentado de forma significativa. También están reformando una zona de dicho lugar, y eso también ha consumido parte de su tiempo.
En fin, solamente nos hemos comunicado por medio de llamadas telefónicas, nada más.

Me la he pasado encerrada en mi oficina, no asisto a las reuniones, y casi no hablo con mi madre.

No hay avances con la investigación. Vincent me ha dicho que aún siguen revisando todo y reuniendo toda la información posible antes de dar un veredicto.
Ese asunto me tiene realmente inquieta.

Por otro lado, luego de la gran bofetada que Liza me dio, la eché de la oficina antes de que me hiciera perder la poca paciencia que le tenía.
No le mencioné eso a nadie, ni siquiera a Bastien. Pero él de todas maneras sospecha que algo sucedió, porque nota que siempre evado el tema de la modelo cada vez que la menciona en nuestras charlas.

No hemos dado ninguna declaración a la prensa, más allá de que han estado insistiendo con el altercado en el desfile.
La agencia de Logan y Deborah aún esperan respuestas de nuestra parte, pero ni siquiera nosotros mismos sabemos qué fue lo que pasó ese día.

Seguimos en el mismo limbo.

Mi hermana me ha estado presionando para que solucione los problemas con mi madre, quiere que hablemos.
El embarazo la tiene más estresada e insoportable... Y, si alguien le alza la voz, se pone a llorar.
Por eso también me mantengo un poco alejada de ella.

La puerta de mi oficina se abre despacio y ella se asoma sonriendo.

—Hola, hermanita. —me saluda.

—Estoy ocupada. —respondo, sin levantar la vista de mi laptop.

—Solamente vengo para que tomemos un café juntas. —inquiere, avanzando a paso lento. —Así nos ponemos al día.

—No puedo. —me niego. —Les estoy enviando nuestra colección a los invitados restantes.

—Serán cinco minutos, no te cuesta nada. —me pide. —Mamá aceptó, hace días que no hablas con ella y...

—No quiero socializar.

Escucho que suspira.

—¿En serio, Geraldine? ¿Vas a seguir siendo tan... distante con tu familia? —cuestiona con seriedad.

—A ver, —espeto, harta. —estamos atravesando por una situación complicada. No tengo tiempo para cumplir tus caprichos. —zanjo.

—La agencia no se caerá a pedazos si te relajas por cinco minutos.

—De hecho, sí. —aclaro. —Aún no se soluciona el problema con el desfile. Los periodistas nos acechan a diario esperando noticias. La agencia de los Hamilton espera explicaciones, una maldita razón que explique lo que sucedió. Y no tenemos absolutamente nada para ofrecerles. —sentencio.

—Comprendo eso pero...

—No, jamás has entendido nada sobre cómo funciona esto. —señalo. —Como siempre digo: la responsabilidad no está sobre tus hombros, por eso estás tan tranquila.

—No empieces con eso.

—Entonces no saques el tema a relucir. —le dejo en claro. —Déjame tranquila, que estoy buscando soluciones.

—Ni siquiera me preguntas por mi embarazo. —se lamenta. —Tampoco hablas con mamá sobre sus dolores de cabeza. Pasas encerrada en estas cuatro paredes. ¿Crees que eso es sano?

150 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora