Capítulo 9.

117 10 0
                                    

— Eadlynne... — oía que alguien decía mi nombre a lo lejos, sonaba como un susurró — Eadlynne...

Abrí los ojos. Una vez más estaba en aquel lugar blanco y frío como el mismos invierno. El olor a ceniza se metía en mis fosas nasales, así como también el olor a carne quemada.

Pero eso no era lo que más me aterraba. Mire hacia abajo, justo hacia mis manos, estás estaban bañadas en un color carmesí intenso y brillante y con un olor similar a la sangre... No era similar, era sangre lo que tenían mis manos.

No pude mirarlas más y las aleje de mi vista para luego levantarme y comenzar a correr, pero una vez más me fue imposible, mis piernas eran sujetas por las mismas manos huesudas y putrefactas de mi sueño anterior. Pataleaba e intentaba gritar pero era como si mi voz hubiera desaparecido.

— ¡EADLYNNE...!

....

Eadlynne despertó en su cama de nuevo agitada. Hacia tiempo que las pesadillas se habían desaparecido y detestaba que estás regresaran a atormentarla. Se despabilo segundos después y vistió con un vestido azúl turquesa que dejaba descubierto su abdomen y parte de su pecho. Este era largo pero estaba recortado de los lados así que dejaba al descubierto sus piernas.

A veces, y solo a veces, cuestionaba el gusto de prendas reveladoras por parte de su hermana.

Salió de su tienda y recorrió la zona en busca de su hermana, poco después encontró a Missandei arreglando la tienda donde hablaron con Grazdan.

— Buenos días, Missandei. — dijo Eadlynne siendo reverenciada por la joven rizada. — ¿Has visto a Daenerys?

— Su majestad salió temprano por la mañana junto a los caballeros y algunos Inmaculados para conocer a los que el noble Grazdan llamo como "amigos". — informó la joven rizada

Eadlynne se sorprendió, era raro que Daenerys se fuese sin decirle nada, pero sus razones habría de tener así que no dijo nada más y salió de la tienda encaminandose hacía unas colinas donde los dragones descansaban, claro que llevo una bolsa que contenía un par de trozos de carne para estos mismos.

Las tres criaturas al escucharla llegar alzaron la cabeza alertados pero ninguno gruño o voló con miedo, al contrario, cuando de Eadlynne se trataba estos parecían estar realmente calmados y hasta cierto punto inquietos y juguetones. Un acto de lo más tierno, pensó Eadlynne.

— Buenos días a ustedes también. — dijo ella — Les traje unos bocadillos, pero este será nuestro secreto.

"Como si pudiesen hablar."

Se regaño a si misma.

Tomo la bolsa y de ella tomo un pedazo pequeño de carne que los dragones se impacientaron por ver quien lo tomaría primero. Eadlynne, sabiendo esto último, lo oculto tras de si misma y con voz firme y segura les pidió que se estuvieran quietos, claro que lo hizo en valyriano.

Los tres no obedecieron y solo comenzaron a gruñir más alto, pero Eadlynne no sé dejo intimidar por ninguno e imitó el gruñido de estos, evidentemente estos se extrañaron y en ese momento Eadlynne aprovechó para decir el nombre de Rhaegal y lanzar al aire el trozo de carne que, por supuesto, el dragón mencionado atrapó.

Estaba realmente sorprendida, pero más porque los otros dos dragones no movieron un solo músculo, ni siquiera cuando la carne fue lanzada. Solo estaban ahí, quietos y sin despegar la mirada de la más joven de las Targaryen.

DOMINIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora