DOMINIO

Capítulo 14.

Daenerys, junto a su hermana y gente, instalaron un campamento a las afueras de Meereen, no sé irían tan fácilmente.

Aquella noche, y por órdenes de Daenerys, Eadlynne y ella dormirían juntas siendo vigiladas por varios soldados, entre ellos claro estarían Sir Jorah y Sir Barristan, y por supuesto que también el escurridizo y simpático de Daario Naharis a quién, por cierto, Daenerys aún miraba con cierta curiosidad. Eadlynne, por su parte, no reprochó ante aquella orden, algo que por supuesto extrañó a la Madre de Dragones, pero no hizo mención del tema.

Después de haber tomado un baño, Eadlynne tomo asiento mientras Daenerys cepillaba su cabello platinado detenidamente. Hablaban de sus vidas como la última vez que estuvieran reunidas, Daenerys le contaba como era Pentos y aquellos lugares que tanto añoraba volver a ver. La forma en como hablaba de ellos, llenos de nostalgia y cariño, provocaban en Eadlynne una sensación acogedora. Aunque ese sentimiento se marchó luego de que Daenerys mencionara a Viserys y los maltratos recibidos por parte de él.

— Creo que Viserys habría sido un rey realmente terrible. — dijo Eadlynne divertida — Aunque no he escuchado de un solo rey que no haya cometido errores por obtener más poder.

— La ambición es una virtud que muchos poseemos, pero muy pocos logran ver los límites y las consecuencias de sus propios intereses. Nos llaman egoístas por querer un mundo mejor, o nos llaman cobardes por ni siquiera intentarlo. El mundo nunca está conforme con algo.

— ¿Y que hay de tí? ¿Te consideras egoísta, o una cobarde?

Daenerys no respondió, la pregunta más que capsiosa era inquietante. No sé consideraba cobarde en lo absoluto, había hecho cosas que nunca alguien antes hizo; trajo a la vida a dragones, trajo libertad a varios esclavos, y por supuesto que traería paz en los siete reinos ¿Pero sería egoísta pensar de esa manera? ¿Ver por el bien común, o ver por el bien de ella?

Su momento se vio interrumpido por Sir Barristan quien entró en la tienda. Anunció que los Inmaculados se habían marchado a su misión y, como solía suceder, la única sorprendida fue Eadlynne al mirar confusa a Daenerys.

— Gracias, Sir Barristan. — dijo y el mencionado se retiró luego de una reverencia

— ¿Qué es lo que tienes planeado hacer?

— Los esclavos de Meereen seran difíciles de liberar. En Astapor teníamos a los Inmaculados, en Yunkai a los Segundos Hijos, pero aquí no tenemos aliados que nos apoyen. — decía ella mientras se paseaba por la tienda — No puedo darles su libertad, ellos deben tomarla si es que la desean.

Eadlynne permaneció atenta a la explicación de su hermana, el plan que tenía para los esclavos de Meereen y con ello su conquista. Pero muy en el fondo rezaba porque los esclavos se armarán de valor, y así enfrentar a aquellos que los trataron como poca cosa durante años.

....

Estaba en ese acantilado. Un bosque que a penas y podía reconocer me rodeaba, las copas de los árboles me ofrecían sombra y protección. Pero, y sin embargo, estaba aterrada.

Sentía que el viento se levantaba con cada vez más fuerza, hasta el punto de casi hacerme flotar en el aire. Cubría mi rostro al sentir la tierra chocar contra mí.

Y cuando alcé la mirada hacia adelante, observé una enorme nube negra que se extendía hacia mí hasta envolverme en ella. Sentía demasiado calor, y todo cobro sentido al momento en que se hizo presente una enorme luz anaranjada. Sabía lo que era; fuego de dragón.