Capitulo 23.

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El sol se alzó iluminando los alrededores. Jorah mantenía la ruta que el mismo predestino, por otro lado Eadlynne no pego el ojo en toda la noche y se mantuvo vigilando al enano que no dejaba de balbucear una y otra vez. De verdad, si consideraba de vez en cuando a Jorah como un hombre desesperante, este enano lo era el doble.

No hubo hora en la que el irritante sonido no cediera, y más sin embargo la impaciencia de Eadlynne comenzaba a ir en declive al punto de que deseaba golpearlo. Pero dadas las circunstancias, se abstenía de hacerlo. Claro que el incesante balbuceó del enano nunca se detendría provocando que Eadlynne, como única alternativa, cediera a la petición que el enano. Se levantó de su lugar y le quitó la venda que le tapaba la boca.

— Gracias. — respondió, luego los observó por unos segundos y volvió a hablar — ¿Quiénes son?

— Tus captores. — respondió Jorah

— ¿Tienen vino?

— No

— No puedo dormir sin vino.

— Quédate despierto. — respondía secamente y tajante

Ante tales respuestas, el enano no insistió en recibir un mejor trato por parte de quienes lo retenían contra su voluntad, o al menos no por parte del caballero. La joven con capucha por otro lado, no parecía una amenaza, si bien su vestimenta ocultaba su verdadera identidad, pronto la descubriría, y vaya que tendría mucho tiempo para hacerlo. Aunque aún había algo que lo intrigaba, pues a pesar de ir en una barcaza y mareado por la falta de alcohol, su sentido de la orientación era bastante bueno; era como tener una brújula dentro de su cabeza.

Una que a veces sigue girando sin apuntar a ningún lado en especial. 

— Vas en dirección equivocada, mi hermana está en Westeros. Westeros está al Oeste, vamos hacia el Este. — comento el diablillo

— No te llevamos con tu hermana.

— Dijiste que me llevabas con la reina. — dijo en un tono confuso

— Así es, la reina Daenerys Targaryen. Es la reina a la que sirvo. — dijo el caballero, recibiendo entonces una divertida risa por parte del hombre bajo

— Que desperdicio de un buen secuestro. Resulta que hacía allá iba yo también.

— ¿Qué negocios tienes con la reina? — pregunto Eadlynne

El enano tan solo la miro un par de segundos antes de responderle; él se caracterizaba bastante por ser muy curioso y precavido.

— Oro y gloria. Ah, y odio. Si conoces a mi hermana, entenderás. Y ahora que es claro que estamos del mismo lado... — entonces extendió los brazos para que alguno lo desatará, pero era evidente que ninguno lo haría

El silencio volvió a ser parte del navío, aunque no duró mucho luego de que el enano observará y analizará a sus captores y pertenencias. Inició claro por el más obvio.

— Un caballero de alcurnia del Norte de Westeros, en una mala situación de Essos. Hombreras de dragón, pechera con el escudo de un oso. — decía curioso — Tu eres Jorah Mormont. Debo preguntar ¿Cómo le servías a tu reina en un burdel tan alejado?, ¿Es posible que estuvieras huyendo? ¿Por que estarías huyendo?, ¿Por que ella te habría alejado? Oh, espera, la estabas espiando ¿No es cierto?

La mirada de que Jorah le lanzo le dio la razón al diablillo. Entonces relato lo poco que sabia del caballero cuando estuvo en los consejos de los reyes usurpadores. La misma historia que todos sabían, excepto Eadlynne por supuesto, aunque claro ella ya lo sospechaba. Por fin entendía bien el dolor que su hermana sintió aquel día. Por supuesto, la mención de llevarle un regalo a Daenerys hizo que la presencia del pequeño hombre cobrara sentido para la joven Targaryen.

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