DOMINIO

Capítulo 8.

Los días pasaron, días de intenso calor y noches donde la fogata solo era encendida para cocinar a las presas. Las Targaryen y su gente se encontraban en un rincón entre las colina donde un oasis les aguardaba, Daenerys pidió que descansaran para que los caballos recuperaran fuerza, y al mismo tiempo para poder conocer a los oficiales de los Inmaculados, entre ellos a su líder, un joven un poco mas alto que las hermanas Targaryen. Se hacia llamar Gray Worm (gusano gris). Missandei les explico que los niños eran nombrados con los nombres de alimañas para que estos recordaron lo que la sociedad de amos en Astapor los consideraban.

A Daenerys no le agrado esa idea y pidió que estos eligieran un nombre verdadero y que se le informara al resto de los soldados, pero Gray Worm decidió mantenerlo explicando con serenidad que le daba orgullo portarlo porque ese era su nombre cuando Daenerys Stormborn lo libero de su vida de esclavo. Eadlynne sonrió, escuchar al joven le recordó a lo que ella sintió cuando fue liberada. Un día que jamás iba a olvidar.

Los oficiales se retiraron luego de que Daenerys se los pidiera. Missandei aun les acompañaba mientras les hablaba sobre lo poco que sabia de las costumbres que se tenían en su próxima parada, Yunkai. Una ciudad de esclavos al igual que Astapor, pero quien sabe que tan cruel seria su destino.

— Gracias, Missandei. — dijo Daenerys amable

La joven rizada asintió como respuesta. Eadlynne, por su parte, tenia la mirada perdida en el paisaje frente a ella, en las aguas cristalinas y los pocos peces que estas tenían. El brillo del sol que reflejaba en ellas como un espejo, se acerco a ese rio para refrescar su cara luego de separarse de su hermana y Missandei cautelosamente. Tomo en sus manos un poco de aquel liquido y lo rego por todo su rostro hasta sentir como el viento le refrescaba de nuevo la piel. Entonces observo su reflejo sobre el agua y volvió a mirar su cabello, este ya no tenia rastro del tinte marrón y en su lugar había un color blanquecino, muy parecido al de su hermana.

— Debemos continuar. — afirmo Daenerys quien apareció a su lado

— Lo sé, yo solo, quería refrescarme un poco. — afirmo ella

— ¿Sucede algo?

— Aún sigo sin creer que era hija de un hombre al cual llamaron por muchos años como "El Rey Loco". — decía ella con tristeza — No lo conocí como para confirmar dichas acusaciones, pero el siquiera imaginarme como las acciones de nuestro padre perjudicaron a los siete reinos... Tan solo rezo porque la locura no sea hereditaria. — dijo esto ultimo intentando sonar divertida, y aunque Daenerys esbozo una sonrisa, la verdad es que sabia que tras esas palabras había una razón para pensar respecto a la locura que acompañaba a su familia. Recordando como su hermano Viserys se convirtió en algo codicioso causándole la muerte, un destino que preferiría evitar para ella y para su hermana

No dijeron nada más respecto al tema y se alejaron del río para dirigirse hacia los caballos y volverlos a montar para continuar con su misión de recuperar los siete reinos.

....

El sueño de ahora era diferente. Ya no había nieve a mi alrededor, ahora estaba en una costa, observando el horizonte y sintiendo la brisa helada de invierno acariciar mi piel.

Mi cabello, ahora completamente platinado, estaba adornado con una corona de trenzas similar a la que Daenerys suele usar. El resto suelto y ondulado como suele estarlo. Y mi vestimenta era un vestido con mangas largas negro que dejaba al descubierto mis piernas, un pantalón de piel blanco y unas botas marrón oscuro.

Escuchaba las olas tronar cuando estás chocaban con las piedras de la gran isla que, por alguna extraña razón, sentía familiar. Me gire en dirección opuesta al mar y observé que a lo lejos, pasando un gran camino de piedra, un castillo de piedra negra se alzaba en lo alto de las colinas. Era tan enorme que de lejos parecía algo insignificante, incluso los dragones que volaban sobre mí eran tan pequeños en comparación de la estructura.