Capitulo 4.

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Los Dothraki restantes y junto al hombre de cabellos rubios — quien por cierto se había presentado ante Eadlynne cómo Sir Jorah Mormont de Bear Island — se encontraban recolectando todo el oro que alguna vez fue de Xaro Xhoan Daxos. Esto con el fin de poder conseguir un barco lo suficientemente grande para llevar a Daenerys y su gente, y con ella también su hermana perdida.

— Hermana de Daenerys Targaryen... Soy una Targaryen después de todo. — dijo bajo Eadlynne

— Es difícil de asimilarlo. Viserys solía contarme esa historia desde que era pequeña, la mayor parte del tiempo solo para fastidiarme y menospreciarme. — decía Daenerys — Además de que mis dragones no muestran afecto a quienes consideran como extraños.

Eadlynne observó entonces como Daenerys tomaba con la palma de su mano a Drogon, el mayor de sus dragones, y dejándolo sobre una piedra para que ambas pudieran apreciarlo mejor.

— Es muy bello. — inquirió Eadlynne con una sonrisa

— Lo es.

Eadlynne no cabía de la impresión. Ya alguna vez había soñado con un dragón, quizás hace mucho tiempo cuando Haidar mencionó a dichas criaturas cuando eran pequeños. Soñó con tener frente a frente a uno de ellos, pero para ella solo era un sueño tan maravilloso que seguramente sería imposible de convertirse en algo real... Al menos hasta ahora.

— Extiende tu mano. — dijo Daenerys

Eadlynne, aunque con duda, obedeció y dejo su mano frente a Drogon quien solo la miró curioso hasta que después de unos segundos esté se animó en subir.

Y de nuevo sus ojos se agrandaron con sorpresa

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Y de nuevo sus ojos se agrandaron con sorpresa. La forma en como Drogon la miraba era difícil de explicar. Sus ojos mostraban paz y tranquilidad, como una especie de sentimiento familiar y de cariño que a penas y era entendible para ella. Y Daenerys lo notó en aquella sonrisa y ojos brillantes que amenazaban con dejar escapar unas cuantas lágrimas.

— Gracias. — dijo Eadlynne que sorprendió a Daenerys — No es suficiente, eso lo sé. Pero es lo menos que puedo hacer, o decir después de todo lo que hiciste por mí aun cuando ni siquiera me conocías.

— No tienes que agradecerme nada. Esta no es la vida que una persona merece. Ataduras y cadenas no son nada más que el reflejo de la propia crueldad de los amos y maestros de este mundo. Es una rueda que no debe girar más, sino que he de destruir. — le aseguro Daenerys mirándola fijamente hacia los ojos, mismos que le demostraban orgullo

— Sin duda serás la mejor reina de todo Westeros.

Daenerys sonrió al mismo tiempo en que acariciaba con delicadeza la mejilla de su hermana. Eadlynne tan solo se limitó en disfrutar de lo que era el verdadero cariño por parte de una familia.

— Khalessi. — hablo Sir Jorah detrás de ambas mujeres — Tenemos el oro. Es momento de irnos.

— Gracias. Iremos enseguida.

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