Capitulo 24.

68 6 0
                                    

Y allí estaba de nuevo.
En un rincón sin salida donde la única compañía que tenía era la oscuridad que me cegaba y me impedía huir.
Mi voz a penas y podía ser escuchada, si es que hubiera alguien más ahí. Creo que incluso yo soy incapaz de oír el más mínimo ruido agudo o grave.
Estaba sola, completamente.

O eso es lo que yo creía.

— Los sueños no son una maldición, fueron el regalo de los dioses que nos salvaron de la destrucción. — susurró una voz femenina — Aegon tiene razón, la guerra se aproxima.

— ¿Aegon? — pregunté sin obtener respuesta — ¿De que guerra hablas?

Es inevitable, el invierno está cerca. No dejes que la locura les alcancé.

....

Eadlynne abría los ojos pesadamente, incorporándose en la barcaza que ahora se encontraba aún más adentro de mar abierto, sin haber siquiera la sombra de una isla visible a la redonda. Soltó un largo bostezo y dirigió la mirada hacia el caballero que mantenía la mirada fija en el mar, y por otro lado estaba Tyrion; el diablillo tocaba la zona donde Jorah anteriormente le había golpeado, aparentemente el dolor estaba causando estragos en él finalmente.

Cuando el enano la observó dejó escapar una breve sonrisa: «estoy bien», fue lo que quiso decir. Eadlynne asintió aliviada y miró sus alrededores por el resto del día. A decir verdad, era difícil tener una conversación, puesto que Jorah prefería no hablar con el joven Lannister y quería que ella hiciera igual; por supuesto Eadlynne se limitaba en desobedecer dicha orden solo cuando el caballero dormía.

Por ello, y a falta de alguien con quién charlar, Eadlynne se mantuvo apartada en una orilla de la barcaza y contempló por milésima ocasión su muy especial daga. Si bien aún le era un misterio quien se la había dado, a día de hoy eso ya no le era de gran importancia. De hecho, no hacía mucho, estaba planeando que nombre darle al arma que sostenía; según lo relatado por Daenerys y Sir Barristan, existen armas que fueron bautizadas por sus hazañas en batallas y de las cuales los Siete Reinos conocieron por las canciones e historias.

«Dark Sister y Blackfyre eran las armas de los primeros Targaryen en pisar Westeros», le dijo Sir Barristan una vez. «Ambas de acero valyrio; mejor espada no se puede desear».

"Quizás Little Sister, o mejor Fang... O solo llamarla Dagger".

Pensaba mientras recorría sus dedos por toda la daga; de punta a punta.

Tyrion, desde el otro extremo, miraba con ojos curiosos a la joven Targaryen, intrigado por la historia de origen de la que el consejo real llamaba "La Targaryen Pérdida" o "La Dragona que Desapareció".

Deseoso de conocerla un poco más, Tyrion estaba por llamarla cuando de pronto Eadlynne comenzó a entonar una melodía serena que iba al compás del mar y el viento. Inició con un silbido agudo pero relajante durante unos segundos, poco después le siguió el cantó:

And the sun hides
Behind the lonely mountain
He will go to a deep sleep
Hope is over now
There's no tomorrow
But she shows
With the singing of this song
Shine again
Oh my moon
Who knew you would be my friend?
The light that guides travelers like me
Don't look away, no
Oh please don't leave me
Don't leave me
Don't leave me alone
Not anymore

DOMINIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora