Capitulo 18.

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Sir Jorah descansaba bajo la sombra de un árbol. Hacia días que Daenerys Targaryen lo había desterrado de Meereen y, a día de hoy, no dejaba de lamentarse por ello. A veces, tan solo para torturarse a si mismo, no dormía o comía. Incluso no bebía agua. Lo único que quería era morir para que el dolor se desvaneciera de una vez, el dolor de estar lejos de la mujer que amaba.

¿Qué más le quedaba?

Pero algo lo trajo de vuelta a la realidad; un sonido proveniente de algunos arbustos. Quizás se trataría de algún animal, pero el sonido fue el de una rama quebrándose, y la forma en como está se rompió fue todo menos sutil. Alguien le espiaba y posiblemente intentaría atacarle.

Se levantó sutilmente, al mismo tiempo en que tomaba su daga y la sujetaba fuertemente. Se posicionó cerca del arbusto dispuesto a atacar a la persona que le había fastidiado el día.

— Muéstrate. — ordenó

Y entonces, unas manos casi pálidas se asomaron de manera casi instantánea. Segundos después sería el torso completo, de cintura a cabeza, mostrándose ante él como alguien a quien deseaba volver a ver, pero quizás no fue de la mejor manera.

— ¿Eadlynne?...

— Antes de que digas cualquier otra cosa, déjame primero explicar porque es que estoy aquí.

— Le escucho, princesa.

Eadlynne hizo una mueca de disgusto, Sir Jorah bien sabía que no le gustaba que la llamasen de esa forma, pero no iba a reprocharle en ese momento. Suspiró y comenzó su relato; de ella asombrada por haberse enterado del destierro del caballero y de su traición hacia Daenerys. La sensación que recorrió su cuerpo al descubrir que no había tenido ni tiempo de despedirse de él, para ella fue una tortura inmensa, aunque lo cierto era que para el caballero era igual. Pero, y ahora que le había encontrado, necesitaba oír de la versión del contrario y que le diera la razón.

— ¿Razón de qué?

— De que no eres un traidor, al menos ya no como todos en Meereen lo creen.

Sir Jorah permaneció en silencio, no sabía ni siquiera como explicarle aquella tan larga historia. Y, si era honesto consigo mismo, prefería no darle falsas esperanzas a Eadlynne de que regresaría a Meereen junto a ella. Simplemente negó con la cabeza varias veces y le pidió que regresará junto a Daenerys.

— No puedo regresar sin ti, es una promesa que me hice antes de irme.

— Entonces rómpela. — dijo el — No vendrás conmigo ¿No lo has notado aun? Khaleesi pensara ahora que te he secuestrado por despecho. Regresar significaría la muerte para mi.

— Lo evitare, hare que Dany se de cuenta de que no eres aquel hombre que prometió las cabezas de mis hermanos por un estúpido Perdón Real, pero por favor, vuelve a Meereen. — la voz de Eadlynne comenzaba a quebrarse

Jorah la miro detenidamente, percatándose del dolor de la joven Targaryen, provocándole una terrible punzada en el pecho. Esa, justamente, era la escena que quería evitar ver desde que se fue de Meereen.

— No puedo regresar. — lo dicho provoco un suspiro de tristeza en ella — No sin un plan que asegure mi vida. Afortunadamente, tengo uno en mente, pero llevara varios días; tal vez semanas o meses incluso. — explico el al mismo tiempo en que subía al corcel — ¿Crees aguantar?

No había manera de describir la mirada de ilusión que se formó en Eadlynne en ese mismo momento. Estaba realmente sorprendida, pero feliz por aquella esperanza que Jorah se encargó de anidar en su pecho. Y el mismo caballero fue quien le ayudo a subir al corcel, al ser ella delgada y pequeña podría compartir el animal, pero tendrían que descansar más de lo que Jorah hubiese deseado en realidad.

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