Capitulo 11.

97 6 0
                                    

Luego de la conquista en Yunkai, Daenerys y su gente esperaron por los esclavos de Yunkai al pie de la entrada de la ciudad. Esperando por la liberación de estos a pesar de tener ciertas dudas. Eran bastantes en realidad, Eadlynne los contemplaba de uno a uno. Delgados, demacrados, sucios al igual que sus ropas, observando lo que ella fue alguna vez. Se preguntaba si así fue como Daenerys se sintió cuando la vió por primera vez.

Estaba apenada por ello. Entonces, y luego de presentarse ante estos, les dió la oportunidad de reclamar esa libertad que tanto anhelaban. Eso era lo que Daenerys y Eadlynne querían para todos los esclavos. Y éstos, en agradecimiento, comenzaron a gritar “Mhysa”, que traducido significa “Madre”.

Alabarla, agradecerle y quererle con todas sus fuerzas. Esa era la mirada de todos y cada uno de los antiguos esclavos de Yunkai.

Eadlynne estaba orgullosa de lo que Daenerys acaba de conseguir. El amor y respeto de muchos esclavos, y si eso era en Yunkai, sería en todo Westeros desde el Norte hasta el Sur y desde el Oeste hasta el Este.

Pero ¿Qué habría de conseguir ella? ¿Cuál era el propósito de Eadlynne cómo princesa si no podía ayudar a su pueblo y a su gente? ¿Cómo iba ayudar ella a Daenerys en su búsqueda por recuperar el trono de hierro?

La idea de ser solo una carga le hizo sentir un terrible tormento y una desesperación que no pudo describir. Un terrible sentimiento que solo pudo ser notado por Sir Jorah cuando, al mirar a Eadlynne, notó que ésta estaba con la mirada baja.

....

El campamento comenzaba a ser levantado, pronto deberían partir en dirección de Meereen, otro de las grandes ciudades donde aún habitaban los esclavos, incluso más de los que Astapor o Yunkai podían sumar juntos.

Daenerys y Eadlynne estaban en las colinas, observando a los dragones volar y luchar entre ellos por comida, como era habitual en ellos tres. Aunque la diferencia entre ambas era el pesar que Eadlynne anidaba en su pecho.

La mayor de las Targaryen miro hacia el campamento con orgullo, a lo que regreso la vista hacia Eadlynne suponiendo que ésta estaría mirando a sus hijos, y no estaba equivocada del todo.

— Los liberamos. — dijo Daenerys

— Lo hiciste tú. Yo solo fui raptada de la manera más... Humillante.

— No sabías que estarían allí. Todos bajamos la guardia, incluyendome. Pero me aseguraré de que eso no vuelva a suceder.

— ¿Y cómo lo harás? ¿Vas a pedirle a uno de los Inmaculados que me cuide mientras tú los diriges hasta haber conquistado los siete reinos, o vas a mantenerme alejada de todo el mundo encerrada hasta que tú hayas obtenido ese dichoso trono e hierro? — la voz de Eadlynne se notaba agotada y frustrada

Daenerys la observó con sorpresa y lastima. Las diferencias entre ella y su hermana eran bastantes claras; mientras que una gobernaba, la otra debía permanecer neutra. Algo que nunca había pensado hasta ahora. Finalmente veía las cosas desde la perspectiva de su hermano, Viserys. Pero ella ya había decidido que no iba a ser como él.

Eadlynne bajo de nuevo la mirada. Quiso hablar, pero las palabras se le escaparon de manera abrupta. Daenerys tampoco dijo nada más y simplemente se marchó dejando a Eadlynne en completa soledad, o quizás no tanta, los dragones justo en ese momento regresaron a tierra para ser acariciados por Eadlynne en un intento por mantenerla contenta.

Daenerys solo la observó una vez más, luego regreso con los otros mientras pensaba en una manera de ayudar a su hermana. Recordó sus días junto a Khal Drogo. Quizás así era como Eadlynne se sentía, incomprendida y sola. Y, aunque con el tiempo todo cambió, gran parte de su estadía con los Dothraki le parecieron una tortura. Días interminables de satisfacer a Drogo tan solo para obtener el ejército que su hermano anhelaba con muchas ansias. Y que de no haber sido por Sir Jorah, habría perecido con tanta facilidad.

Sir Jorah Mormont de Bear Island.... Jorah el Andalo.

— Khalessi. — hablo Sir Jorah — Estamos listos para continuar.

Daenerys asintió, aunque todavía estaba distraída.

Sus caballeros, incluyendo a Daario Naharis, no dijeron nada más y se marcharon, o al menos eso pretendían.

— Sir Barristan, Sir Jorah. Por favor esperen.

Los mencionados lo hicieron, y aunque Daario también se detuvo, al ver que no era requerido por Daenerys decidió retirarse y esperar junto a los Inmaculados.

— Lo sucedido con mi hermana, caballeros, es algo que no debió cometerse. Algo imperdonable para un grupo de más de ocho mil soldados vigilando el campamento. — su semblante era sereno, lo normal para ambos hombres — Pero algo que logro evitarse gracias a usted Sir Jorah.

— Servimos a ambas, mi reina. — afirmó Sir Barristan — Pero me gustaría sugerir una vigilancia por al menos un tiempo para ambas. No podemos arriesgarnos.

— Su sugerencia es cierta, Sir Barristan. Una que he decidió escuchar. Por lo tanto, he decidido dar la orden de que Eadlynne esté vigilada por uno de los mejores. Y quien mejor que al qué más confianza le tengo.

Y entonces, los ojos azules de Daenerys fueron a parar a los de Sir Jorah. Este último supo al instante lo que ella intentaba dar a entender y su desapruebo no tardó en ser visible, y Daenerys lo notó.

— Sir Barristan, ¿podría dejarnos un momento a solas, por favor? — pidió ella

Sir Barristan miro a Jorah solo un par de segundos, seguramente haciendo suposiciones indebidas, pero no dijo nada más, hizo una reverencia para luego dejar a Daenerys y Jorah en completa soledad.

— Khalessi, estoy aqui para servirle a usted y a su familia. Pero no es correcto dejarla sola. Prometí cuidar de usted.

— Y es algo que agradezco. Pero tú lo dijiste, prometiste servirme a mí y a mi familia. Eadlynne es mi familia también. — mencionó Daenerys — Ahora debo enfocarme en como conquistar los siete reinos, y no podré hacerlo estando preocupada por lo que pueda pasarle a Eadlynne. Es por ello que necesitó de alguien como tú para cuidarla y protegerla de todo, tal y como lo hiciste conmigo aún cuando no lo pedí.

Jorah aún estaba en desacuerdo. Si bien había jurado lealtad a los Targaryen, o en específico a Daenerys, pero prefería mil veces estar en el campo de batalla a convertirse en la niñera de una joven que a penas y podía entender lo que estaba ocurriendo en su vida.

— Está ocasión pido más de lo que debería, pero me sentiré más segura sabiendo que está junto a tí. Y no estaré sola desde ahora, Sir Barristan me estará protegiendo en todo momento, así como también los Inmaculados y Daario Naharis junto a los Segundos Hijos.

Y de nuevo la mención de Daario. Sir Jorah no soportaba que ella lo mencionara, pero no podía reprocharle nada. Y sin más, accedió en obedecer la petición de Daenerys.

“Es lo mejor”

Pensó Daenerys.

DOMINIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora