Ahogada en mis recuerdos

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—Oh mierda…—

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—Oh mierda…—

Flashback. Esto es lo que tengo en el momento en el que me caigo al agua, cuando el rey Taimer vuelca nuestro barco, estaba intentando nadar para llegar fuera del agua para poder salvarme, pero es inútil, mi cuerpo está demasiado dolido y cansado para poder nadar, en ese momento, cuando me encuentro flotando exhausta en el mar, no sé por qué, pero me viene un flashback del día en el que supe que quería ser militar…

Ese día pasó cuando tenía siete años, estaba con mi papá y mi mamá en el centro comercial. Mamá estaba dentro de una tienda mientras que, con mi papá, le esperábamos afuera del lugar. Yo me encontraba allí parada, con la boca abierta, admirando lo grande y bello del techo de cristal del centro comercial, era realmente bonito, hasta que vi algo un poco raro en el techo, me sorprendió, no sabía exactamente lo que era, es difícil de explicar… Era algo transparente que se movía constantemente por el cristal. Antes de que pudiera decir o hacer algo, el techo de cristal se rompió, abriendo así un gran agujero que fue producido por una explosión ¡Y de lo que antes estaba camuflado, salió un Taimer de segundo nivel! Estaba paralizada, no sabía qué hacer, me encontraba temblando mientras que las demás personas salían corriendo.

—¡Hija, vámonos!—Escuché decir a mi papá, que ya a estas alturas me había agarrado en brazos y salió disparado hacia la salida. A pesar de que yo estuviera alzada en brazos, seguí mirando al monstruo, impactada, desde el hombro de mi padre.

Fue entonces cuando vi que el Taimer se acercaba lentamente hacia donde se encontraba un niño que estaba escondido debajo de un banco.

No sé por qué hice lo que hice, pero algo en mí decía que tenía que ir a ayudarlo, una voz superior a mi propia conciencia.

Me moví lo suficiente como para zafarme de los brazos de mi padre y salí rápidamente hacia el niño mientras tenía a mi papá detrás de mí persiguiéndome, hasta que dejó de hacerlo porque grandes rocas y pilares cayeron impidiéndole el paso

—¡Eneria!—gritaba él, pero yo estaba centrada en el niño, sentía como si ninguna cosa en el mundo fuera más importante que eso. Me dirigí a donde se encontraba y cuando llegué me interpuse entre él y la bestia para que éste no resultase herido. El Taimer, al ver que me interpuse, se acercó velozmente con sus amenazantes alas abiertas, ojos grandes y negros y su enorme boca con sus colmillos preparados para masticarme… Entonces el coraje desapareció y el miedo vino hacia mí como una fría e impactante ola. Cuando el Taimer estaba a pocos metros de mí, no hice otra cosa que quedarme paralizada, tenía los brazos extendidos y los ojos cerrados, estaba tan cerca que podía sentir su aliento. Mi muerte se acercaba…

Fue entonces que escuché un alarido proveniente del Taimer, abrí rápidamente los ojos para encontrarme a un militar dándole una patada a la bestia. ¡Fue increíble!

Me sorprendió ver como el Taimer, después de ese golpe, quedó en el piso adolorido, y antes de que el monstruo pudiera hacer algo, le lanzó una red eléctrica que después quitó para arrastrar a la bestia hacia una furgoneta, que se encontraba a pocos metros, preparada para recibir al Taimer… Fue algo sensacional, era algo nuevo, era esa pieza que tanto me faltaba…

Fue recién después de que todo estuviera arreglado con el Taimer y que la furgoneta se lo llevara, cuando ese militar se quedó a intentar arreglar, mediante una charla, todos los estruendos que había causado en el centro comercial el monstruo. Mi padre estaba
en una mezcla de preocupación, alegría y furia hacia mí, no recuerdo lo que me decía mientras me abrazaba, mi mirada estaba embobada en aquel militar. Después de un tiempo, dejó de hablar con los reparadores, me devolvió la mirada y se acercó a mí.

—Hola pequeña—Me dijo agachándose un poco para verme la cara mejor—eres una niña muy valiente, ¿Lo sabes? Muchas gracias por ayudarme a proteger a ese niño. Te lo agradezco, es más… ¿Cómo te llamas?—

—Eneria —dije mirando hacia el suelo con una sonrisa vergonzosa.

—Pues muy bien echo, Eneria… —La cabeza me empieza a dar vueltas, escucho mi nombre como un eco y el ambiente cambia, se siente muy húmedo…

—¡ENERIA!—Escucho por última vez antes de abrir los ojos y darme cuenta de que sigo flotando en el agua.

—Pues muy bien echo, Eneria… —La cabeza me empieza a dar vueltas, escucho mi nombre como un eco y el ambiente cambia, se siente muy húmedo…—¡ENERIA!—Escucho por última vez antes de abrir los ojos y darme cuenta de que sigo flotando en el agua

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¡Monstruos contra mi! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora