Corazónes fragmentados

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El día de hoy la base madre está muy animada, los profesores están muy felices por nuestro trabajo, así que nos permiten tener un día tranquilo para descansar

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El día de hoy la base madre está muy animada, los profesores están muy felices por nuestro trabajo, así que nos permiten tener un día tranquilo para descansar.
Los de nuestro curso, clase a, b y c, nos montamos una pequeña fiesta en una sala abandonada de la academia, la fiesta no es la gran cosa, pero se disfruta, es acogedora y resulta muy alegre, necesitamos descansar y animarnos un poco. Aunque la mayoría no participó mucho en esta misión que digamos (ya que se supone que era secreto) hay algunos militares junior que perdieron a sus amigos en los juegos militares (que seguirán en pie hasta final de mes) y necesitan algo para sentirse mejor.

Pusimos luces de colores en la sala, las que ponemos en navidad, ya que no tenemos otras. Los cocineros nos hacen chocolate caliente y nos dan algunos dulces para festejar, ponemos algo de música tranquila y charlamos, es una velada linda, no hacemos nada muy grande o con mucho escándalo, el cansancio nos gana.

Estoy feliz hablando con algunos militares de mi clase, siento alivio porque uno de mis problemas se ha ido, pero luego recuerdo el otro… aunque lo ignoro, hoy es un día para disfrutar y asentar la cabeza un rato, pero al mundo le encanta reírse, porque Lorens viene y se coloca junto a mí.

— Hola, ¿cómo va todo? — pregunta mientras deja una bandeja con chocolate caliente encima de una mesa.

— Bien, contándole a los MJ de nuestra pequeña aventura en Rex-Dex. ¿Dónde estabas? Está tu cara manchada de marrón. — Hago una risa ahogada mientras me tapo la boca.

— Fui a ayudar a las señoras de cocina a preparar las chocolatadas, según yo se me da muy bien hacerlas. — Se limpia la mancha de la mejilla para luego poner una postura de aire presumido.

— Y bastante. — Afirmo mientras asiento con la cabeza.

— ¿Me ayudas a traer un par de vasos que me deje en la cocina? — Algo en su propuesta me hace dudar de si ir o no, pero al final aceptó … No siempre tengo que hacerle caso a mi instinto… ¿O sí?

— Claro. — Digo a secas.

Ya en los pasillos casi ni hablamos, solo miramos a los alrededores, me siento algo incómoda y noto que Lorens se empieza a enrojecer, traga la saliva con dificultad, se ve algo inquieto, sus ojos estaban pegados al suelo.

— Eneria, la verdad, no sé si te he agradecido alguna vez por todo lo que has hecho por mí, realmente no te debo una, te debo muchas… — Se rasca la nuca con intensidad.

— Créeme cuando te digo que no tienes que agradecer nada, lo he hecho porque yo quería, no me debes nada, además tú también me salvaste el pellejo muchas veces. — Finjo una sonrisa mientras apoyo mi mano en su hombro.

— Sí, pero no es lo mismo… — Quita mi mano de su hombro.

— Como que no es lo mismo, yo te he salvado porque eres mi amigo y quiero ayudarte. — Se desvanece mi sonrisa.

— Sí, pero yo te he ayudado por… por… — dice con un hilo de voz.

Se muerde el labio y deja de caminar, me paro frente a él, sé lo que pasara…

— Como así el destino del universo va más allá de la comprensión humana, mis sentimientos hacia ti van más allá de la amistad Eneria. — Dice con los ojos iluminados y una mano en el pecho.

— Creo que no te estoy entendiendo Lorens. — O no quiero entender…

— Que, puede que cuando te conocí yo te quería como una amiga, pero poco a poco, junto con el tiempo, me he ido dando cuenta de cosas, te he ido conociendo, aprendiendo, viendo tus gestos, actuar, pensar y esa conexión que tengo contigo jamás la he tenido con nadie, Eneria, realmente he desarrollado sentimientos hacía a ti, te quiero mucho, y no, no como amiga, ya no quiero fingir más tiempo, yo quiero algo más, más allá de la comprensión humana, más allá de la amistad. — Apenas acaba de hablar, empieza a respirar agitado, como si hubiera corrido una maratón.

No quiero hacerlo, pero debo, la verdad es que… no siento nada hacia él…

Les juro que lo intente, intente sentir algo hacia él, intente que me gustara y pensar que si salía con él surgiría algo y me acabaría enamorando, pero no. Al principio realmente no sabía lo que sentía por él, aunque en el fondo simplemente no quería saberlo, confundiendo los sentimientos de amistad con amor, pero ahora lo sé y lo tengo más claro que el agua.

Realmente no me gusta estar en esta situación, me siento como una villana ¿Y si nuestra relación nunca vuelve a ser la misma después de esto? No quiero perderlo…

Lorens está allí con miedo, porque no hay amor sin miedo, amor sin inseguridades, amor sin algo malo detrás, esas sensaciones de que te pueden derribar con tan solo una frase, como si tu corazón de repente fuera de cristal, pero yo soy quien derriba ese corazón de cristal, tengo que decírselo, hay que decírselo, pero no quiero, pero debo.

Me contradigo mentalmente como loca, por lo que pienso que son horas, pero en la vida real son segundos, aunque realmente no creo que sean segundos, ni para mí ni para el que ahora mismo está esperando una respuesta, lo peor es que la espera con ilusión en sus ojos, esas ocasiones en las que te ilusionas a pesar de que sabes que puede haber otra respuesta.

Lo miro y abro la boca
no sale nada,
la cierro y la vuelvo a abrir rápidamente mirando al suelo.

— No, lo siento…— Salen de mi garganta atropellandose las palabras unas con las otras, palabras que quería decir hace rato y no me atrevía que hicieron que se rompiera una cadena que me ataba.

Al levantar la vista veo unos ojos que antes tenían mucho color dentro de ellos, pero ahora lo único que veo de colores son sus lágrimas, como si hubiera un vaso que contenía un arcoíris y ese vaso se hubiera roto, dejando solo el puro cristal. Al instante intenta ocultar con un brazo su rostro.

— Lorens no era mi intención hacerte sentir así, perdóname…— digo desesperadamente, pero no llegó a darle un abrazo a Lorens porque una bala se cruza entre nosotros dos, una bala de pintura que se estampa contra una pared.

— ¡Ustedes dos! ¡Me pueden explicar qué mierda han hecho! —

— ¡Ustedes dos! ¡Me pueden explicar qué mierda han hecho! —

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¡Monstruos contra mi! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora