Putas amonestaciones

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Mis ojos se abren lentamente con dificultad, estiro mi cuerpo, escucho mis huesos tronarse, se siente increíble

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Mis ojos se abren lentamente con dificultad, estiro mi cuerpo, escucho mis huesos tronarse, se siente increíble.

Por un momento no sé absolutamente nada, solo me despierto con una sonrisa mientras miro fijamente a un punto. Me incorporo hasta que poco a poco soy consciente de lo que pasa a mi alrededor. Miro a través de la ventana y me sobresalto al ver la luz del sol.

<<¿Cuánto tiempo habré dormido?>> pregunto a mis adentros mientras frunzo el ceño, tal vez una hora o dos. Miro mi teléfono y veo que… he estado durmiendo un día entero.

<<¡¿QUE?!>> Me siento en la cama y estiro mi cuerpo hacia la mesa de luz para alcanzar el reloj.

Tengo como cincuenta llamadas perdidas de Lorens, treinta de Dalia,  cuarenta mensajes de profesores y una sola  llamada perdida del director junto con un mensaje de él diciendo que vaya a su oficina, genial, simplemente genial.

Me preparo lentamente para lo peor, desayuno con calma, un té y un panqueque de avena con huevo y banana, mientras pienso en lo que le voy a decir al director. No creo que haya hecho nada malo así que le seré sincera.

Me pego una ducha rápida y fría para despertarme completamente, luego me coloco el uniforme militar a toda velocidad.

Antes de salir del departamento expiro un largo suspiro y cierro los ojos << Todo irá bien >> pienso mientras giro el pomo de mi puerta.


Llego con confianza al despacho, sentándome en la sala de espera de afuera de esta. Prácticamente al instante la secretaria del director sale afuera de su oficina junto con Quod, le saludo con la mano y él me mira con una media sonrisa algo cansada para luego indicarme con la cabeza que entre. Sin necesidad de palabras entiendo que no hay tiempo para hablar.

— Toma asiento Mont Venatorum. — ordena con sequedad el director apenas atravieso la puerta.

Se me hace un ovillo de lana en la garganta con mis cuerdas vocales, el director solo llama por los apellidos cuando está furioso, hago caso sin rechistar.

— Eneria Mont Venatorum, ¿tienes algo para explicar? — pregunta el rector mientras cruza los brazos.

Pongo la espalda recta, adoptando una postura firme, segura de mi misma.

— No. — Digo a secas, el director frunce el ceño a la vez que aprieta los dientes.

— Si me hubieras admitido que lo que hiciste estaba mal me estaría planteando dos veces en ponerte un red flag — dice mientras prepara en su ordenador la amonestación. —, pero como no es así estas son las consecuencias.

Me esperaba esto, pero entonces… ¿Por qué me siento tan impotente? Como si no pudiera permitir que me pongan esta red flag.

Poco a poco entiendo, esta amonestación significa para mí darle la razón, y no solo eso, ya que, a su vez, él estaría poniendo una mancha en mi expediente militar… y si acumulo tres… estoy fuera.

— No me parece justo que me pongan un red flag, no hice nada mal. — digo intentando sonar lo menos agresiva posible mientras me clavo las uñas entre las piernas.

— ¿El allanamiento de una empresa multinacional, la resistencia contra las autoridades y  el hecho de dejar a un individuo inconsciente no te parece suficiente motivo para una amonestación? — insiste casi gritando el director.

— Yo solo estaba haciendo mi trabajo, nadie está haciendo nada para meter en la cárcel a los verdaderos criminales de este asunto, pero yo no pienso quedarme de brazos cruzados. — exclamo mientras que, por poco, me levanto de mi asiento por culpa de tanta impotencia.

— No sé de qué me estás hablando, ya se han colocado en la cárcel a los culpables de este asunto, y aunque no sea así ya nada más está en nuestras manos, nosotros somos militares entrenados para combatir contra Taimers y poco más, del resto se encarga la policía nacional y militares normales. — Me quedo anonadada.

En eso tiene razón, nosotros apenas nos teníamos que encargar de esta misión ya que tenía que ver con los Taimers y de hecho yo fui quien enterró a la base madre en este asunto más de lo que tocaba.

— Recuerda tu lugar Eneria, eres una militar en entrenamiento, no tienes derecho de iniciar misiones por tu cuenta, al menos no todavía. Además el sistema es más delicado de lo que crees, no es tan fácil sacar y meter a la cárcel a quien uno se le plazca. — reprende un poco más calmado que antes — Ya puedes retirarte.

Apenas acaba esa frase me voy sin despedirme del despacho con lagrimas apunto de salir de entre los párpados por culpa de mi ira interna, el director tiene razón tiene casi toda la maldita razón, salvo en algo, que es la razón por la que lucho y seguiré luchando en esta misión que, para mi ,todavía no concluye: no está en la cárcel la persona correcta, y para mi esas son suficientes razones como para continuar.

Agarro mi reloj y llamo a Lorens, el pobre debe estar que se arranca de los pelos por culpa mía.

— ¡Eneria! ¡Qué alivio! — contesta enseguida la llamada el pelinegro— ¡Al fin me llamas hija de tu madre! infeliz, me tenías preocupado! No sabes como han estado las cosas sin ti! No podía entrar a tu departamento y además un tío raro de pelo semi teñido de un año mayor que nuestra clase me dijo que te dejara descansar… nada, un rarito seguramente y… — Aunque sea un alivio el solo hecho de escuchar la voz de Lorens le interrumpo, no quiero perder el tiempo.

—Lorens, yo también te he echado muchísimo de menos, pero ya hablaremos en otro momento de eso, necesito que llames a todos los de segundo ciclo militar a, b y c y diles que nos veamos todos en la hora del patio en la “Sala Del Pánico” — pido con la voz más dulce que tengo, no me gusta dar órdenes apenas empiezo a hablar con una persona.

—... ¡Oh claro, nos vemos allí a esa hora! — exclama para luego despedirnos brevemente y cortar la llamada, Lorens es un amor de persona, no entiendo como o me he enamorado de él.

Camino por los pasillos mientras reformulo el plan que tengo en mente, no puede haber ningún fallo.

¿Puede que me pongan otro red flag por lo que voy a hacer? Si, probablemente ¿Me importa? También, pero más me importa liberar a la madre de Jusilo de prisión, meter a los verdaderos culpables y acabar con todo esto, aunque sea lo último que haga como militar…

Al principio, me volví agente junior porque quería combatir contra Taimers, pero mientras fui creciendo mis razones fueron cambiando, ahora la razón por la que soy agente junior es para proteger a personas inocentes, y eso mismo será lo que haré ahora y siempre.

Esto no se va a acabar aquí, no voy a venirme abajo y menos por una puta amonestación.

Esto no se va a acabar aquí, no voy a venirme abajo y menos por una puta amonestación

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