Un extraño trato...

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(Solo quería comentarles que el gemelo de ojos morados es Wonwild y el de ojos rojos es Langhan, para que sepan quien es quien, ahora pueden continuar con la lectura)

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(Solo quería comentarles que el gemelo de ojos morados es Wonwild y el de ojos rojos es Langhan, para que sepan quien es quien, ahora pueden continuar con la lectura)

—Bien, ¡Lo hicimos Eneria!—Me dice de una forma eufórica Dalia mientras me abraza. Yo le devuelvo el abrazo, pero tengo un mal presentimiento…

Al instante las grandes puertas se abren dejándonos ver detrás de ellas a los gemelos aún con sus maliciosas sonrisas.

—Bravo, bravo ¡Fantástico!— exclama el gemelo de ojos morados mientras aplaude.

—¡Increíble!— dice sorprendido el gemelo de ojos rojos.

No me contengo ni siquiera un segundo, voy directo hacia ellos para lanzarles un cuchillo que tengo escondido debajo del pantalón, que va directo a la cara del gemelo de ojos morados, pero antes de que pueda llegar, el albino de ojos rojos logra agarrarlo en el vuelo. Aprieto el puño.

—¡Primero nos insultan de que no somos verdaderos militares y luego nos encierran con el rey Taimer de la tierra, que por cierto se encontraba en unas horribles condiciones! ¿¡Qué les pasa a ustedes dos!?—exclamo.

—Sentimos no haber dado una bienvenida acogedora.—dice el albino de ojos morados mientras que lanza una mirada amenazante al supervisor—Ya nos encargaremos de que eso no vuelva a pasar…—El supervisor ante esto, se arrincona aún más en la esquina en la que está mirando al suelo con sus prendas empapadas por el sudor.

—Ahora que han derrotado al Taimer…— Intenta proseguir el albino, pero lo interrumpo por culpa de mi coraje y confusión.

—¿¡Por qué el Taimer actuó de esa manera?!—grito horrorizada al recordar los ojos de la bestia que desbordaba químicos. Mi piel se enrojece por culpa de la ira, pero me tranquilizo un poco cuando Dalia coloca su mano en mi hombro para que me calme. Tengo que mantener mi postura.

—¿No te lo mencionó antes tu director? Estamos intentando ayudar a la humanidad haciendo que esas bestias se conviertan en animales más dóciles.—Nos comenta Wonwild con seriedad.

—Juramos que no es lo que realmente queríamos hacerle al Taimer.— La expresión del hermano de ojos rojos cambia por completo, mostrando una cara de pavor y desesperación.—Realmente no era nuestra intención hacer eso.—

—Entonces denos una explicación lógica de lo que acaba de pasar.—dice Dalia aún con su mano en mi hombro.

—Verá… Nosotros no podemos decirle…— dice con lamento Langhan.—Tu no lo entenderías, si te lo decimos nuestra empresa podría irse a la ruina, si es que te lo decimos… Aunque si realmente quieren tener esa información tendrían que prometernos que no se lo dirían a nadie.—

Estoy a punto de decirle que sí y que puede confiar en mí, cuando mi cabeza se da cuenta de algo… <<¿Por qué ellos llegarán a ofrecerme tal información tan fácilmente?>>algo me extraña de todo esto, volteo a ver a mis compañeros y me doy cuenta de que Jusilo tiene una fija mirada clavada en mí que dice <<aquí hay algo que no me cierra>>.

Le pido a los gemelos que me dejen un minuto para así hablarlo con Jusilo y Dalia, a lo cual ellos acceden. Hacemos una piña para hablar del tema con mayor claridad y llegamos a la conclusión que lo mejor que podemos hacer es decir que sí, ya que es la única forma que se nos ocurre para sacar información lo antes posible.

—¿Y bien? ¿Tenemos un trato?—pregunta Wonwild aún con una expresión triste a pesar de que sus ojos expresan euforia.

—Sí, tenemos un trato.—Ambos gemelos extienden sus manos hacia mí de una forma en la que yo tengo que cruzar los brazos para darles el apretón de manos.

Lhangan nos cuenta que, junto a su hermano, idearon una fórmula que aparentaba ser la clave para convertir a los Taimers en seres más dóciles, pero para saber si sería la fórmula definitiva o no, había que probarla. Les pidieron a algunos de sus empleados, expertos en experimentaciones, que le inyectaran eso a tres Taimers en total, pero resultó que estos empleados pusieron otra fórmula, que hizo que estos enloquecieran aun más de lo que estaban antes, para así desaparecer con los papeles que contenían los cálculos de cómo hacer la fórmula y los primeros prototipos de la muestra.

—¿Y por qué no quieren que las demás personas se enteren de esto?—

—No, ¿es obvio? Si las personas se llegan a enterar de que nuestra empresa contrató a personas poco viables, todas nuestra inversiones se irían a la basura. ¡Mucha gente invirtió millones en este proyecto! Nuestra empresa poco a poco caería si no llegamos a encontrar a los culpables.—Nos contesta con rabia el gemelo de ojos rojos, para después callarse al ver que Wonwild le mira apenado.

—Deben ayudarnos—aclara Wonwild—Además estamos dispuestos a pagarles una gran suma de dinero por ello.—

—Sí, lo sabemos, para ello nos contrataron, y tranquilos, no se lo diremos a nadie.—Les afirma con confianza Dalia.

—Pero, si llega a haber la posibilidad de que se lo contemos a alguien ¿Que harán ustedes al respecto?—pregunta con una sonrisa maliciosa Jusilo.

—Oh, sí, no les dije acerca de eso.—contesta Langhan inclinándose hacia nosotros— Solo les diré una cosa, pequeñas sabandijas, no creo que quieran meterse con la empresa G.G. Revolution, a menos que quieran morir o peor aún…— Ambos gemelos nos sonríen para después intimidarnos con sus enormes ojos bien abiertos mientras que nos dirigen poco a poco a la salida echándonos prácticamente a patadas.

No sé qué les pasa a esos dos… Pero realmente me dan miedo.

Más tarde subimos al barco y nos dirigimos en un largo camino hacia la academia en el que no pronunciamos ninguna palabra, estamos agotados y confundidos, o al menos yo…

Al llegar a la entrada de nuestra academia militar noto como la negatividad y el cansancio hace mi cuerpo pesado y con poco equilibrio, aún más de lo que ya se encuentra después de combatir contra el rey Taimer de la tierra, porque como si ya fuera poco el hecho de haber combatido contra él, tener que procesar todo lo que dijeron e hicieron los gemelos de la empresa G.G. Revolution para así buscar una buena solución, lo que realmente hace que mis ojos se vuelquen y dé un alarido de cansancio, que Dalia golpee varias veces su cara contra la puerta y que Jusilo saque una sonrisa que le llegue hasta las orejas es que en la puerta hay un cartel que dice en letras grandes:

¡Los juegos militares han llegado!...

Por Dios, si mi padre escuchara lo que dije después de leer el cartel, seguramente me lavaría la boca con jabón…

Por Dios, si mi padre escuchara lo que dije después de leer el cartel, seguramente me lavaría la boca con jabón…

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¡Monstruos contra mi! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora