La peor bienvenida a casa

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Antes de que nos demos cuenta, hemos llegado a la base madre

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Antes de que nos demos cuenta, hemos llegado a la base madre.

Más tarde entramos a la base suprema, o como le llamamos los militares en entrenamiento “donde no sale el sol”, ya que la base se encuentra bajo tierra. En ella hay una gran extensión de edificios de pequeños departamentos muy juntos, que son los lugares en donde todos (M.J, militares graduados…) dormimos, es como una especie de internado. Las calles se parecen a las de Venecia, puesto que hay pequeños y grandes pasadizos que permiten el acceso, o bien de barcos o a veces solo pequeñas canoas, esto pasa porque solo se puede acceder aquí  a través del agua, que junto a los luminosos faroles de luz amarilla y los verdes trajes militares, es lo único que le da color al lugar.

Se siente bien regresar a casa… porque yo veo al lugar como uno, pero a pesar de eso, lo que verdaderamente me saca una sonrisa es ver el gran e imponente edificio que es nuestra academia, la academia para entrenamiento militar. ¡Donde nos formamos para poder ser grandes defensores de la humanidad!

Apenas desembarcamos, nos vamos directo hacia allá de forma ordenada, encabezando a mis demás compañeros que van tras de mí; salvo Lorens que, como es el teniente de nuestra clase, se coloca junto a mí.

Nuestra escuela se asimila más a una cárcel que a una academia, por su enormidad, grisáceas paredes de ladrillo y largas y puntiagudas cercas de metal, pero créeme, es como una de esas flores que crecen dentro de las rocas: dura, seria y seca por dentro, pero bella, divertida y fantástica por dentro. Al menos así la veo.

Tiene un enorme campo de entrenamiento, nos las pasábamos más afuera que dentro;  una cálida y acogedora biblioteca llena de libros de todo tipo; vivos y coloridos corredores, junto con clases con unas bellas gamas de verdosos y azulados colores… Pero sinceramente en ese momento lo que más extraño es el enorme comedor y sus exquisitos platos de comida que me hacían sonar el estómago.

Apenas llegamos, abro las grandes puertas de la academia para que todos podamos pasar, lo que no me espero es que al abrirlas una veloz figura pasa cerca de mí, robándome así un susto. Es una persona que se está columpiando de una cuerda por los techos de la academia como un mono, sacando y poniendo posters en las paredes mientras que un montón de M.J le miran embobados. Todos nos acercamos a ver con más claridad lo que pasa, tiene una gran fuerza en sus brazos y una gran rapidez, sonrío porque empiezo a saber de quién se trata, pero no le puedo ver bien la cara, ya que lleva una máscara puesta.

Todos los posters viejos se han terminado de sacar, dejando a relucir los llamativos colores que desprenden los nuevos, por ello la persona que se está balanceando se tira al suelo cayendo con una voltereta, para después levantarse y hacer una reverencia. El mensaje es claro, el espectáculo ha concluido y todos los militares le están aplaudiendo.

El timbre suena y cada uno se va a su clases, la persona enmascarada se acerca a mí y se la quita lentamente de una forma dramática, para después guardarla en una parte de su cinturón. Me sonríe.

¡Monstruos contra mi! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora