Deseo de corazón

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Deseo de corazón




La mirada de Harry se endureció cuando Severus se fue de su lado para ir apresurado hacia Lucius. Sabía que no era un buen momento para tener celos, ¿pero y eso qué?... ¡odiaba ver al rubio tan cerca de su esposo y notar en sus ojos grises el amor que sentía por él!


— ¡¿Por qué nadie me dijo que mi hijo estaba en problemas?! —reclamó Lucius al ojinegro cuando éste estuvo frente a él.

— Ahora no es el momento para aclararlo, pero recuerda que ustedes no se hablan desde hace años... y ahora creo que ya es demasiado tarde.

— ¡Eso lo veremos!


Lucius se apartó para caminar hacia el matrimonio Dunne, de reojo miró a su hijo observándole confundido y en silencio. Llegó frente a la pareja irlandesa y luego de sacar una especie de chequera del interior de su túnica, se apoyó sobre la mesa que los separaba de los acusadores de su hijo para hablarles con toda su arrogancia.


— ¿Cuánto es lo que debo poner para que retiren la denuncia?

— Ya no se puede retirar ninguna denuncia, la sentencia ha sido dictada. —intervino el abogado, aunque ni él ni los Dunne disimularon un brillo codicioso en sus ojos al ver que la caudalosa fortuna Malfoy se ponía a su disposición.

— ¡Nada es imposible en este mundo, pongan el precio ahora!

— Señor Malfoy, usted no puede venir a ofender de esta manera a los señores Dunne. —afirmó el juez que miraba al rubio con desdén—. Le suplico que se retire si no quiere recibir una sanción por su comportamiento inadecuado.

— ¡No voy a permitir que mi hijo pise una sucia prisión por causa de un inepto como usted!


Severus frunció el ceño al ver que Lucius tan sólo estaba empeorando las cosas, el juez ya se veía a punto de explotar, y antes de que sucediera algo más, fue hacia el hombre, sujetándole del brazo para obligarle a salir de la sala. Harry sintió que la sangre le hervía de coraje por eso, pero ahora tenía algo más importante que hacer, Dumbledore había ido a intervenir a favor de Remus, a quien pretendían encarcelar por desacato y él debía ayudar también.


— ¡No puedes ponerte en ese plan, has podido meter a Draco en más problemas! —gruñó Severus intentando no gritar, eso llamaría demasiado la atención de las personas que deambulaban por el pasillo del Ministerio.

— ¡No me salgas con tonterías, Severus, no puede haber más problemas que pasar tiempo en Azkaban, yo sé lo que es eso! ¡¿Lo sabes tú, acaso?!

— ¡Lamento mucho que tu vida haya sido tan miserable! —exclamó sarcástico—. ¡Pero has llegado tarde, no puedes aparecer luego de tantos años y recordar que tienes otro hijo además de Ayrton!

— ¡No, Severus, a quien se le ha olvidado que tiene dos hijos es a ti, siempre tendrás prioridades y no somos ni yo ni tu hijo!

— Apenas puedo creer que seas capaz de decir eso, pero en fin, no es momento de confundir el motivo por el cual estamos aquí... ahora no puedes hacer nada por Draco, mejor vete, y deja que los demás arreglemos las cosas.

— ¿Draco no quiere que me involucre, cierto? —preguntó un poco más tranquilo—. ¿Es por eso que no me avisaron?

— Draco jamás ha dicho eso, pero tampoco creo que se sienta cómodo con tu presencia... Si ha de haber reconciliación entre ustedes no debería ser por ningún motivo que se asemeje a la lástima.

— Yo no siento lástima por mi hijo. Me enfurece que no me tomaran en cuenta, con mi dinero pudo haber evitado llegar a estos extremos y ojalá Draco reconozca ahora el error que cometió al creerse autosuficiente. ¡Nada de esto hubiera ocurrido si fuera más sensato y no se hubiese unido a ese licántropo además de renunciar a su apellido!

— Bien, gracias por decir eso y darme la razón, ahora sé que hicimos bien en dejarte fuera del caso.


Severus giró sobre sus talones para regresar a la sala, pero se detuvo casi al instante, ya todos salían de ahí, Remus apoyado en el brazo de Dumbledore, parecía haber envejecido algunos años, su cabello castaño tenía tintes blanquecinos... Recordó en ese momento las creencias de que los licántropos sólo tenían una pareja en su vida y podrían morir sin ella.


Harry iba con ellos, y no ocultó una mirada furiosa hacia el rubio que continuaba presente. Lucius la sintió y sonrió sin ocultar una burla hacia el ojiverde para luego marcharse sin despedirse de nadie.

Garabato enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora