Sucesos inesperados

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Sucesos inesperados




Harry respiraba y jadeaba ruidosamente, ya ni siquiera recordaba que así se sintiera hacer el amor, pero era maravilloso. Todo un placer sentir las manos grandes de su esposo acariciarle todo el cuerpo.


Y Severus también actuaba muy ansioso, habían pasado demasiados años sin probar la piel de Harry que ahora no sabía por dónde empezar ni qué había extrañado más. Aunque sin duda en donde se demoró más tiempo fue engolosinándose con la masculinidad de su esposo dentro de su boca. Lamía, succionaba y mordía con toda la prudencia que era capaz. Sin embargo, tuvo que frenarse antes de sentirse satisfecho, ambos estaban tan excitados que si no tenían cuidado podrían terminar antes de tiempo.


Para el ojinegro fue un deleite llevar sus dedos a la entrada de Harry y tener que prepararlo como si fuera la primera vez. Miró enamorado hacia el rostro de su esposo, comprendiendo que en todos esos años no había habido ningún otro en la vida de Harry, éste le sonrió sabiendo lo que pasaba por la mente de Severus.


— No iba a permitir que nadie me tocara... te lo prometí y sólo tú, Severus, puedes tomarme.


El rostro del Profesor se ensombreció ligeramente, por lo que Harry se apoyó sobre sus codos para acariciarle el rostro con todo el amor que sentía por él.


— No puedo pretender que todo mundo sienta como yo... Juro que no me importa lo que hiciste estos cinco años, lo único que quiero es que a partir de hoy, sea yo el único en tu vida.

— ¡Lo prometo, Harry, no volveré a fallarte!


Harry sonrió asintiendo y volvió a recostarse. Severus se supo el hombre más afortunado del mundo y en ese momento estuvo seguro que jamás volvería a provocar ningún dolor en su adorado garabato, a quien amaba profundamente. Terminó de prepararlo, y con todo el cuidado del mundo, colocó su miembro en posición para irse adentrando lentamente.


Un gemido de placer brotó por ambas gargantas. Severus apenas podía contenerse al sentir su miembro tan apretado en la cálida cavidad. Se apoyó sobre sus codos a un lado del cuerpo de Harry, éste mantenía los labios y párpados apretados, sintiendo nuevamente el dolor de una primera vez. El ojinegro esperó pacientemente, aunque se moría por moverse y embestir con fuerza dejándose llevar por el deseo inmenso que tenía.


Al cabo de unos minutos, los músculos faciales del ojiverde fueron relajándose, y posterior a una breve sonrisa, rodeó a su esposo con brazos y piernas, dándole el permiso para poseerlo con fuerza.


En un principio, Severus intentó irse lento, pero al ver que Harry arqueaba la espalda ante el placer que sentía siendo su próstata rozada en cada movimiento, fue acelerando sus embestidas. El sudor se hizo presente, ambos no dejaban de moverse haciendo más profunda la penetración.


El mejor momento de todo, fue cuando Severus vio un par de lágrimas abandonar los ojos verdes que le miraban enamorados... Supo que no eran de dolor, que un placer casi sobrehumano se había apoderado de su esposo, y que el amor que se sentían los llenaba de la felicidad necesaria para llorar por eso.


Nunca en su vida se sintió tan enamorado, tan comprometido en hacer que su esposo se convirtiera en el ser humano más dichoso del planeta. No se detuvo, aunque el cansancio lo agobiaba, sacó fuerzas de la nada para prolongar el goce de Harry, hasta que al final, el joven se arqueó emitiendo un sonido gutural mientras eyaculaba copiosamente en la mano que estaba acariciándole.


Un par de embestidas más y Severus inundó el interior de Harry provocándole una nueva convulsión de placer. El ojiverde no dejó de abrazarlo, aunque con menos fuerza, y protestó infantilmente al sentir como su cuerpo fue liberado, sin embargo, adoró percibir la humedad que era regada entre sus piernas con la salida de Severus.


El Profesor se dejó caer a un lado, totalmente exhausto aunque más satisfecho de lo que había estado jamás en su vida. Aun así, rodeó a Harry por la cadera cuando éste se montó sobre su esposo, abrazándole con adoración y aprovechando que sus rostros estaban tan cerca que le miraba como si fuese la octava maravilla del mundo.


— Te amo. —le susurró depositando un suave beso en la mejilla de su esposo—. Fui un tonto al permitir que nos separáramos por tantos años... Perdón por haberte alejado de tu hijo, Sev, eso es algo que no debí hacer por más problemas que tuviésemos.

— Empecemos desde cero ¿de acuerdo? Te propongo que ya no hablemos más del pasado y de ahora en adelante nos concentremos en construir nuestro matrimonio a partir de este día.

— De acuerdo, aunque quisiera poder compensarte un poco al haberte privado de la tierna infancia de Anthony.

— Bueno, creo que hay algo que sí me gustaría.

— ¿Qué? Dímelo y te prometo que lo haré.

— Me gustaría que tuviéramos otro bebé... sería perfecto una niña ahora.


Harry guardó silencio unos segundos y al notarlo, Severus buscó su mirada, preocupado por pensar que la idea no fuera del agrado de su esposo.


— ¿No quieres?

— Por supuesto que quiero, sería maravilloso terminar de formar nuestra familia. —respondió incorporándose para quedar arrodillado junto a Severus—. Yo te prometo que tendremos un bebé como quieres, pero dame un tiempo antes de embarazarme. Primero quisiera tener la seguridad de que nuestra hija sí llegará a un mundo normal.

— ¿Sigues con esa idea?

— No sé... tan sólo quiero estar seguro. Y eso me recuerda que no me ha llegado el aviso de mi transferencia a este Ministerio, aunque lo que más me intriga es que nadie haya respondido a mi aviso solicitando niñera, creo que tendré que enviar otro.


Harry volvió a recostarse junto a su esposo, abrazándole cálidamente. Severus le besó en la frente antes de pensar que sería demasiado sospechoso volver a cancelar el anuncio... tenía que idear una nueva forma de evitar la llegada de una niñera a sus vidas, y ya creía saber cómo.

Garabato enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora